miércoles, 17 de julio de 2013

DOCE DEFENSAS MÁS

DOCE DEFENSAS MÁS



  Continuando con la saga recientemente iniciada, repasamos a continuación a todos aquellos otros defensas que, siempre a juicio subjetivo y personal de quién esto escribe, no han sido merecedores de anteriores (o posteriores) semblanzas individuales, pero de los que guardo grato recuerdo y no me gustaría que cayeran en el olvido. Todos ellos, en unión de otros muchos más, han colaborado en mayor o menor medida a forjar el carácter y la idiosincrasia de los atléticos.
  1.- MELO. Francisco Delgado Melo nació en la cacereña localidad de Plasencia (otro extremeño ilustre atlético más) el día trece de noviembre de mil novecientos cuarenta y tres. Cuando “llegué” al Atlético de Madrid, Melo ya estaba instalado cómodamente en el lateral derecho del equipo. Y lo estaría varios años más. Es el primero en esa ubicación del que guardo recuerdo.
  No era particularmente ofensivo. No obstante, fue de los primeros en no permanecer estático y subir al ataque por su banda cuando era necesario. Guardando siempre la parcela defensiva, por supuesto. Sobrio, rápido y dinámico. Los extremos izquierdos de su época no se ponían muy felices al encontrárselo.
  Tras jugar en categorías inferiores con el Plasencia y el Béjar, lo hizo en Segunda División con el Valladolid durante cuatro campañas. Le fichó el Aleti para la 68-69. Al principio, en el centro del campo. Luego descendió a la defensa. Permaneció nueve temporadas, hasta la 76-77. La última no jugó absolutamente nada y la penúltima casi nada. En la primera, sin embargo, se hizo prontamente con la titularidad. Defendió la rojiblanca en un total de 243 partidos oficiales, repartidos en 193 de Liga (22, 30, 29, 32, 17, 31, 30, 2 y 0), 24 de Copa (en su caso, todos del Generalísimo), otros 24 de las tres diferentes competiciones europeas de la época (Copa de Europa, Recopa y Copa de la U.E.F.A.) y 2 de la Copa Intercontinental frente al Independiente de Avellaneda. Jugó de titular los dos encuentros, ida y vuelta. Anotó un solo gol como rojiblanco, en su primera temporada, en Liga ante el Córdoba, en una cómoda victoria a domicilio por tres goles a cero. Los otros dos, de Collar y Ufarte.
  Internacional en dos ocasiones. Ambas en 1970, aunque en diferentes temporadas, y en sendos amistosos frente a la República Federal Alemana y Grecia.
  2.- RUIZ. Miguel Ángel Ruiz García nació en Toledo el día cinco de enero de mil novecientos cincuenta y cinco. Su elevada estatura le permitió destacar también en baloncesto en sus años de formación. Como ya comenté en el artículo dedicado a Arteche, también con pasado baloncestístico, sus improvisados piques en las galerías del estadio, donde se ubicaron unas canastas, fueron legendarios.
  Reclutado para la cantera atlética, llegó al primer equipo procedente del Atlético Madrileño en la temporada 77-78, permaneciendo diez en plantilla. Las dos primeras jugó poco, haciéndose con la titularidad a partir de la tercera.
  Nunca fue excesivamente apreciado por la grada que, en numerosas ocasiones, recibía con murmullos sus intervenciones. Tampoco se puede decir que fuera santo de mi devoción. Pero lo cierto es que se mantuvo muchos años al pie del cañón, defendiendo con todo su esfuerzo la camiseta de rayas rojas y blancas.
  Casi siempre formó en el centro de la zaga, casi siempre con Arteche a su lado. Sin embargo, en su trayectoria destaca una atipicidad. En las campañas 80-81 y 81-82, con García Traid en el banquillo y Cabeza en la Presidencia, cuando casi se gana la Liga en la primera de forma sorpresiva y el detonante final de su no consecución fue el “Margüendazo”, colaboraba desde el centro del campo, compartiendo línea con Quique y Dirceu, a los que les hacía el trabajo “sucio” de recuperar balones. Su sobresaliente juego aéreo le permitía incorporarse con frecuencia al ataque y anotar un buen puñado de goles. De hecho, en la 81-82, año previo al Mundial de España 82, la revista “Don Balón” confeccionó una encuesta entre los propios futbolistas, votando ellos mismos línea por línea a sus compañeros en diversas facetas del juego. En la de “juego aéreo” entre centrocampistas venció Ruiz por abrumadora mayoría.
  Participó como rojiblanco en 356 partidos oficiales, distribuidos en 263 de Liga (5, 13, 29, 34, 33, 26, 26, 25, 34 y 38), con 17 goles (0, 1, 3, 5, 3, 2, 0, 2, 1 y 0), 44 de Copa del Rey (con 5 aciertos), 21 de las diferentes tres antedichas competiciones europeas (sin goles),  26 de Copa de la Liga (con 3 tantos) y 2 de la Supercopa de España (con 1 gol). No fue internacional. Continuó carrera con tres años más en el Málaga, el primero en Segunda y los dos siguientes en Primera.
  3.- BALBINO. Balbino García Puerto nació en Cabañas Raras (León) el día nueve de agosto de mil novecientos cincuenta y cinco. Tras dos esplendorosas campañas en Primera División con el Salamanca, siendo convocado en varias ocasiones, sin llegar a debutar, con la selección española, fichó por el Aleti en la temporada 80-81, permaneciendo un total de seis, hasta la 85-86. Indudablemente sus dos mejores campañas fueron las dos primeras, aquellas en las que Ruiz salía en el medio del campo, reservando el centro de la defensa, en unión de Arteche, para el leonés. Cuando Ruiz se atrasó, el perjudicado fue Balbino, que quedó como primer central reserva.
  Sobrio, expeditivo y contundente, no llegó a llenar por completo a la exigente parroquia rojiblanca, que le achacaba en ocasiones ciertas dosis de inseguridad.
  Un total de 155 partidos oficiales, de ellos 104 de Liga (33, 28, 13, 18, 10 y 2), 29 de Copa del Rey, 7 de competiciones europeas (5 de Copa de la U.E.F.A. y 2 de Recopa) y 15 de Copa de la Liga. Anotó tan sólo dos goles como rojiblanco, uno en Liga y otro en Copa. El de Liga en la jornada 28ª de la  81-82, ante el Valladolid, con victoria casera por dos goles a cero. El suyo fue el primero y el segundo de Quique. Y el de Copa en la 83-84, en goleada por cinco a cero en una de las primeras rondas, ante el Tarancón. Nunca fue internacional. Cuando abandonó el Aleti, todavía jugó dos años más en Segunda División, con el Recreativo de Huelva y de vuelta a Salamanca.
  4.- GOICOETXEA. Andoni Goicoetxea Olaskoaga nació en Alonsotegui (Vizcaya) el día veintitrés de agosto de mil novecientos cincuenta y seis. Su aportación a la causa atlética no puede aducirse que haya sido especialmente relevante, pero al igual que otros jugadores de estos artículos colectivos (verbigracia, Abbiati o López Ufarte) le traigo a estas líneas por la enorme significación y trayectoria de la que han disfrutado en el fútbol nacional e internacional. Hubo un día en el que jugaron en el Aleti. Después de toda una vida dedicada al Athletic de Bilbao, fue fichaje de relumbrón de Jesús Gil recién llegado a la Presidencia, en unión de otros varios más, en la temporada 87-88. Se mantuvo tres en plantilla, hasta la 89-90. Sus continuas lesiones (muchos dicen que motivadas por su ya avanzada edad) solo le permitieron defender el escudo rojiblanco en 48 encuentros oficiales, repartidos en 34 de Liga (12, 14 y 8), 12 de Copa del Rey (4, 8 y 0) y 2 de Copa de la U.E.F.A. (última temporada, los dos de primera ronda ante la Fiorentina de un emergente Baggio). Ningún gol.
  En los partidos que pudo jugar conformó un infranqueable tándem con Arteche. Su muestra más relevante y, en mi opinión, mejor partido como rojiblanco madrileño de Goikoetxea fue en la jornada 10ª de la Liga 87-88, 7 de noviembre de 1987. Contundente victoria por cero goles a cuatro, a domicilio, frente al intratable Real Madrid de “la quinta del Buitre”, anotados por Julio Salinas, Futre y dos de López Ufarte. Ese día Butragueño, Hugo Sánchez, Michel y demás apenas osaron pisar el área, por lo que les pudiera pasar.
  En su época colchonera mostró una carencia que no había enseñado en el equipo bilbaíno ni en la selección. Su alarmante falta de velocidad, acrecentada por su avanzada edad. El famoso “achique de espacios” de Menotti provocaba que la línea defensiva se ubicara muy adelantada y, cuando era sobrepasada, se debía correr velozmente hacia atrás para recuperar la posición. Él lo hacía, pero no velozmente.
  Fue treinta y nueve veces internacional (las dos últimas, ya en el Aleti), anotando cuatro goles. Acudió al Mundial de México 86.   
  5.- PEDRO. Pedro González Martínez nació en Villarcayo (Burgos) el día dieciocho de abril de mil novecientos sesenta y ocho. Tras despuntar dos campañas con el Burgos en Segunda División y una más con el Logroñés en Primera, llegando a ser convocado para la selección sub´21, es fichado por el Aleti en la temporada 90-91, permaneciendo cuatro en plantilla, hasta la 93-94.
  Destacó inicialmente como centrocampista de banda, con un toque prodigioso con su pierna zurda y un durísimo disparo lejano, que le convirtieron en habitual lanzador de faltas. Con su llegada al equipo colchonero, retrasó su posición a la de lateral izquierdo. Era potente en carrera, pero no era excesivamente veloz, lo que le impedía en ocasiones mayor penetración ofensiva. En defensa su formación atacante le provocaba algún que otro despiste de posición.
  Nunca llegó a alcanzar la titularidad indiscutible. Lo incluyo en estas líneas por la impresión personal de que sus grandes cualidades no pudieron llegar a ser aprovechadas en su integridad. Siempre esperábamos algo más de su prodigiosa pierna izquierda. Tampoco le ayudaron las frecuentes lesiones. Se vio finalmente obligado a abandonar el club en una época convulsa para el mismo, repleta de cambios de entrenadores cada poco tiempo.
  Sus partidos oficiales rojiblancos son 71. De ellos, 56 de Liga (18, 3, 9 y 26), con 5 goles, todos en su última campaña, indudablemente la mejor, en la que lanzaba faltas y penaltis. En la mítica remontada frente al Barcelona, anotando cuatro goles en el segundo tiempo frente a los tres de Romario antes del descanso, jornada 9ª de esa Liga, el 30 de octubre de 1993, participó con el segundo, batiendo de un zurdazo inapelable de falta a Zubizarreta. El primero y el tercero fueron del polaco Kosecki y el cuarto y definitivo de Caminero. Además, 5 de Copa del Rey, 6 en Europa (2 de Recopa y 4 de Copa de la U.E.F.A.) y 4 de Supercopa de España. No fue internacional. Luego militó dos campañas más con el Sevilla en Primera y otra con el Alavés y otra más con el Extremadura en Segunda.
 
6.- TONI. Antonio Muñoz Gómez nació en Córdoba el día cuatro de febrero de mil novecientos sesenta y ocho. El lateral izquierdo del “doblete” es inexcusable que pase por aquí. Procedente del equipo de su ciudad natal fichó por el Atlético de Madrid en la temporada 89-90. Su primer año lo disputó con el Atlético Madrileño, entonces en Segunda División, en posición de centrocampista de banda y mostrando a los que éramos asiduos al filial su portentosa pierna izquierda.
  A la siguiente, 90-91, ascendió a todos los efectos al primer equipo donde, tras un primer año de consolidación, alcanzó de forma indiscutible la titularidad en el lateral izquierdo. Durante once campañas, hasta la 00-01. Fue uno de los que no abandonó el barco con el descenso, llegando a jugar su último año en Segunda División. En el equipo del “doblete” era un desahogo para los centrocampistas. Dado que su teórico compañero de banda, Simeone, se desplazaba de continuo hacia el centro, ofrecía salida a sus compañeros con sus continuas subidas. Su inconmensurable pierna izquierda le permitía además centrar con precisión e incluso lanzar faltas con peligro, anotando unos pocos goles. Si bien es cierto que, en ese año, las que Pantic le dejaba.
  Defendió la camiseta rojiblanca en 327 partidos oficiales. De ellos, 251 de Liga (11, 30, 33, 19, 34, 40, 34, 13, 22, 7 y 8), 40 de Copa del Rey, 32 de diferentes competiciones europeas (Champions League, Recopa y Copa de la U.E.F.A.) y 4 de Supercopa de España. En todos ellos marcó 5 goles, 2 en Liga, 2 en Copa y 1 en Recopa, en cuartos de final ante el Brujas belga.
  Fue diez veces internacional, todas ellas con Clemente de seleccionador, anotando dos goles. Tras retirarse como jugador, continuó apoyando a la causa atlética como director de fútbol base y director deportivo.
  7.- GELI. Delfí Geli Roura nació en Salt (Gerona) el día veintidós de abril de mil novecientos sesenta y nueve. Tampoco podía faltar el lateral derecho del “doblete”. Procedente de la cantera del Barcelona, donde llegó a debutar en Primera, y tras tres años de cesión en el Albacete, se desvinculó por completo del equipo barcelonista en la temporada 94-95, en la que fue fichado por el Aleti. Hasta la 98-99. En total, cinco campañas, en las que le dio tiempo a participar como rojiblanco en 182 encuentros oficiales. De Liga fueron 139 (36, 39, 30, 28 y 6). En su último año fue vilmente ignorado por Sacchi y “resucitado” cerca del final por un Antic de vuelta ante la amenaza que se cernía del descenso. No se materializó esa temporada, pero sí a la siguiente. De Copa del Rey, 25. En Europa, 16, distribuidos equitativamente entre Champions League y Copa de la U.E.F.A.. Y, finalmente, 2 de Supercopa de España. Anotó 11 goles. Buena cifra para un lateral. Nueve de Liga y dos de Copa.
  Al igual que Toni, participaba mucho en tareas ofensivas en el equipo del “doblete”, subiendo por el carril diestro que en este caso le dejaba libre Caminero con sus desplazamientos hacia el medio. Supongo que nadie habrá olvidado que el medido centro que peinó Pantic para conseguir el gol de la victoria en la final de Copa de 1996 ante el Barcelona fue suyo.
  Tras abandonar las filas colchoneras, todavía jugó para Albacete de nuevo (una temporada, en Segunda), Alavés (tres en Primera; es recordada historia alavesista por su desgraciado autogol en la prórroga de la final de la Copa de la U.E.F.A. 00-01) y Gerona (de vuelta a casa; dos años en Segunda B). Internacional en cuatro ocasiones, tres con Miera y una con Clemente. Todos amistosos, mientras defendía al Albacete. No marcó gol alguno con la selección.
  8.- SANTI. Santiago Denia Sánchez nació en Albacete el día nueve de marzo de mil novecientos setenta y cuatro. Finalmente, tampoco se podía olvidar al central derecho del “doblete” (el izquierdo, Solozábal, fue merecedor, siempre a mi subjetivo juicio, de entrada individual en este blog). Despuntó muy joven en el Albacete (donde coincidió dos años con Geli), procedente de su cantera, donde llegó a adquirir probada experiencia con tres campañas como titular en Primera. Fichado, en unión de Molina, el mismo año del “doblete”, 95-96. En este equipo mostró desde el principio su descomunal inteligencia táctica, valentía, liderazgo (pese a ser un joven recién llegado) y decisión. Los dos centrales no eran excesivamente físicos, pero gobernaban el “tempo” de los partidos por pura inteligencia. Santi ofrecía además mayor dureza e intimidación que Solozábal.
  Defendió la zamarra rojiblanca durante diez campañas, hasta la 04-05. Por consiguiente, ha sido uno de los pocos, si no el único (acaso también Correa, con menor relevancia), que ha vivido en el club títulos, descenso y ascenso. Traducido en partidos, 298 oficiales, distribuidos en 225 de Liga (37, 37, 33, 30, 28, 23, 15, 8, 14 y 0), 42 de Copa del Rey, 29 de competiciones europeas (Champions League, Copa de la U.E.F.A. y hasta uno de Intertoto) y 2 de Supercopa de España. Su escasa participación en su última campaña, donde apenas disputó el reseñado partido de Intertoto y dos más de eliminatorias tempranas de Copa, motivó que abandonase el club en el mercado de invierno de vuelta a Albacete.
  Dos veces internacional, ambas con Clemente, en su etapa atlética. También con él acudió a los Juegos Olímpicos de Atlanta 96, tal y como ya se reseñó en el anterior artículo de este blog denominado “Olímpicos atléticos”.
  9.- ANDREI. Andrei Frascarelli nació en Pederneiras (Brasil) el día veintiuno de marzo de mil novecientos setenta y tres. Cuando en diversos foros atléticos se saca el recurrente tema del peor fichaje de la historia del club, muchos se acuerdan de él, equiparándolo con elementos como “Pato” Sosa o similares. Con absoluta injusticia. No puedo estar más en desacuerdo. También en foros futbolísticos generales se le trata como violento y leñero. También estoy en completo desacuerdo, pero aquí le doy menos importancia, dado que todos sabemos que esas apreciaciones son interesadas.
  Al contrario, en mi opinión, Andrei ofreció en su única campaña rojiblanca (97-98) un rendimiento excelente. Antic en el banquillo. Lo inexplicable es que solamente permaneciera un año y no se le dotara de la necesaria continuidad que su rendimiento sobre el terreno demandaba.
  Defensa central zurdo, expeditivo y contundente, veloz en el cruce, elegante en la salida del balón (particularmente en desplazamientos largos) y con autoridad manifiesta. Anotó un buen número de goles, aprovechándose de su arrojo y valentía en los remates de cabeza y de su potente disparo, tanto en jugada como en lanzamientos de falta, con su pierna siniestra. Fichado del equipo brasileño del Atlético Paranaense para llenar el hueco dejado por Solozábal, obligado a abandonar el club por los caprichos de Antic, y ante la inseguridad evidente de su primer sustituto, el rumano Prodan.
  En su única campaña rojiblanca disputó 41 partidos oficiales. Casi siempre conformando dupla central con Santi. En ocasiones con López o Prodan. De los cuales 31 fueron de Liga, donde marcó 4 goles (entre ellos, el de la última jornada en Santander que valió para vencer por cero a uno al Rácing y convalidar plaza europea), 1 de Copa del Rey y 9 de Copa de la U.E.F.A.. Sin goles en estas dos últimas competiciones.
  Sus excelentes prestaciones se vieron recompensadas con la salida (repito, en mi opinión inexplicable). Retornó a Brasil, regresando fugazmente a España, al Betis.
  10.- GARCÍA CALVO. José Antonio García Calvo nació en Madrid el día uno de abril de mil novecientos setenta y cinco. Hasta la eclosión de Juanfran, único jugador procedente de la cantera madridista que se puede decir que haya triunfado plenamente con la elástica rojiblanca, dejando de lado fracasos absolutos anteriores a él como el de Losada o relativos posteriores como el de Jurado. En su caso, además, mostrando claras inclinaciones colchoneras en el pasado.
  Tras salir del Real Madrid, defendió la blanquivioleta camiseta del Valladolid durante tres campañas. Allí volvería tras abandonar la orilla del Manzanares. Fichado en la temporada 01-02, militando el equipo en Segunda División, se convirtió en uno de los bastiones del ascenso, como defensa central. Su seguridad defensiva, velocidad y anticipación provocaron que lo continuara siendo en Primera durante cuatro ejercicios más, hasta la 05-06.
  Un total de 124 partidos oficiales, desglosados en 106 de Liga (35, 22, 22, 15 y 12), 14 de Copa del Rey y 4 de competición europea (más concretamente, Copa Intertoto en 2004; le tocó vivir unos años en el club en los que no nos paseábamos mucho por Europa). Marcó 6 goles oficiales, 4 en Liga, 1 en Copa y 1 en Intertoto.
  Alcanzó las mieles de la internacionalidad en tres ocasiones. Todas ellas con Sáez de seleccionador y mientras era atlético, en su primera temporada en Primera.
  11.- LEQUI. Matías Emanuel Lequi nació en Rosario (Argentina) el día trece de mayo de mil novecientos ochenta y uno. Un caso muy similar al de Andrei. Una única temporada en el club (03-04), excelente rendimiento con Manzano de entrenador que demandaba continuidad e inexplicable salida. En este caso, el jugador llegó a préstamo con opción de compra y parece ser que el preparador del ejercicio siguiente, Ferrando, aconsejó no ejercer la opción ya que prefería a otro central, Pablo, por él conocido del Albacete. ¡Cómo si fueran incompatibles!.
  Lequi, continuando con las similitudes con Andrei, era defensa central zurdo, alto, rápido, expeditivo y contundente. Sobresaliente juego aéreo, con valentía mayúscula. Poderoso disparo. En ocasiones, jugaba de lateral izquierdo, donde el equipo se aprovechaba de sus altísimas prestaciones defensivas, pero adolecía obviamente de penetración ofensiva.
  En su única campaña rojiblanca disputó 40 partidos oficiales, 34 de Liga y 6 de Copa del Rey. Ya digo que en esa etapa Europa nos pillaba un poco lejos. En todos ellos titular. Marcó dos goles ligueros.
  Su trayectoria continuó en Italia con la Lazio y, de vuelta a España, con el Celta, paréntesis griego en el Iraklis, luego Las Palmas y retorno a Argentina. Internacional con este país.
  Y 12.- PABLO. Pablo Ibáñez Tébar nació en Madrigueras (Albacete) el día tres de agosto de mil novecientos ochenta y uno. Procedente de la cantera albaceteña. Despuntó con el Albacete, tanto en Segunda División como en Primera, previo ascenso en el que él cooperó importantísimamente. Como ya se ha indicado con anterioridad, es fichado a instancias de Ferrando para la temporada 04-05. Permanece seis, hasta la 09-10.
  En su trayectoria rojiblanca creo que se pueden deslindar tres etapas claramente diferenciadas: plenitud, disparadero y ostracismo.
  Plenitud: las dos primeras campañas, 04-05 y 05-06. Con el colombiano Perea, llegado al mismo tiempo, conforma un centro de la zaga insuperable y colosal, a la par que sorprendente, envidia de toda España. Su rendimiento es altísimo. Un defensa central joven pero experimentado, velocísimo para su alto corpachón, que sale al cruce con rapidez y contundencia, que no se deja sobrepasar por nadie, que se lleva todos los balones por alto, tanto en defensa como en ataque y que saca el esférico con sencillez. Su talón de Aquiles es el manejo de balón ante presión adversaria. Su descomunal rendimiento le lleva a la selección, donde defiende “la roja” en veintitrés ocasiones, todas con Luis Aragonés, siendo titular, junto a Puyol, en el Mundial de Alemania 06.
  Disparadero. Precisamente durante ese torneo los cantos de sirena madridistas, unidos a algunos errores puntuales, pero trascendentes, hacen que mengüe su seguridad y que la afición le retire su confianza y cariño. Se mantiene durante tres temporadas más, hasta 08-09, con elevadas prestaciones, pero alejadas de las inconmensurables que había mostrado con anterioridad. Pierde la titularidad en la selección, de la que se cae definitivamente en vísperas de la Eurocopa 2008.
  Ostracismo. En su última campaña Quique Flores desde el banquillo le pone la cruz negra, le ningunea y le menosprecia, en público y en privado, siempre que puede. ¡Estaría practicando para hacer luego lo mismo con Forlán!.
  Esas tres claras etapas se reflejan nítidamente en sus números. Una vez más, estos no mienten. 198 partidos oficiales. 156 de Liga (36, 34, 24, 34, 21 y 7), con 9 goles (3, 2, 2, 1, 1 y 0), 21 de Copa del Rey, con un gol y otros 21 en Europa (en su caso, siempre trayectoria ascendente, de la Intertoto se pasó a la Copa de la U.E.F.A. y de ésta a la Champions League), sin gol alguno.
  Recaló en la Liga inglesa, para jugar en diversos equipos (West Bromwich Albion o Birmingham City) sin que haya podido recuperar su excelso nivel que, en mi opinión, le llevó a ser (quizá durante un demasiado breve lapso de tiempo) el mejor defensa de España.                               
   


JOSÉ MIGUEL AVELLO LÓPEZ

miércoles, 10 de julio de 2013

CECILIO ALONSO

CECILIO ALONSO

    Cuando en la década de los ochenta muchos seguidores atléticos acudíamos asiduamente al entrañable polideportivo Antonio Magariños a presenciar los partidos de balonmano del Atlético de Madrid no éramos conscientes de que estábamos pudiendo disfrutar de un jugador que probablemente era por aquel momento el mejor del mundo y que con el paso del tiempo se llegaría a convertir en la mayor leyenda rojiblanca en este deporte en toda su historia. El que fuera el mejor jugador del mundo en esos momentos lo hemos sabido después, leyendo entrevistas a otros jugadores coetáneos suyos, tanto nacionales como extranjeros, en las que le profesaban sincera admiración y le valoraban como tal. Por consiguiente, no se trata de una afirmación gratuita de hincha apasionado. En cuanto a su catalogación como mayor leyenda rojiblanca balonmanística, creo que hoy en día, con la perspectiva que da el paso del tiempo, no existe discusión alguna sobre el tema. Si acaso, el único que podría discutirle esa consideración sería el guardameta Lorenzo Rico.
  Tenía un correr un tanto desmadejado, desgarbado. No parecía excesivamente rápido. Pero lo era. Su trote regular y constante se aceleraba progresivamente cuando de dirigirse al arco contrario se trataba. Sobre todo, era un jugador atípico para el balonmano nacional de la época. En estos lares no se estaba acostumbrado a primeras líneas, centrales y laterales, de tan elevada estatura. Medía 1,97 metros. Pesaba 96 kilos. En carrera, era un tanque imparable. Tradicionalmente el central era un jugador no muy alto, dotado de gran técnica individual para el bote y el pase, pero no excesivamente lanzador. Los dos laterales, por el contrario, no solían ser mucho más altos pero disponían de un duro disparo, si bien muchas veces sin precisar adecuadamente el momento y el lugar preciso. Cecilio Alonso rompió moldes. Con su poderoso brazo derecho, con sus míticos movimientos de hombro (el mismo que tantos problemas le daría en el futuro), su extraordinario manejo del balón, confeccionando pases elegantes a la par que precisos y, sobre todo, su enorme inteligencia para saber leer el juego y adoptar en cada momento la decisión más adecuada, se situó muy por encima de la mayoría de sus contemporáneos. Desde su elevada atalaya tenía un duro disparo pero su mayor virtud es que sabía utilizarlo inteligentemente.
  Cecilio Alonso Suárez nació en Malagón (Ciudad Real) el día doce de enero de mil novecientos cincuenta y ocho. Se trasladó con su familia a la capital de provincia a los dos años. Su privilegiado físico motivó que desde muy pequeño destacara en varios deportes. A los nueve años ya era una estrella en el colegio donde estudiaba, Marianistas, tanto en fútbol (que era el deporte que en un principio más le atraía) como en baloncesto (altura tenía como ello) como en balonmano, por el que finalmente acabó por decantarse merced a la insistencia de unos de los sacerdotes del colegio.
  A los quince años destaca en una fase de
sector en Madrid, donde es visto por vez primera por el mítico entrenador del Aleti Juan de Dios Román, el cual se desplaza de inmediato a Ciudad Real para convencer a sus padres del fichaje por el Atlético de Madrid. Por lo visto, resultó decisivo que el club se hiciera cargo de sus estudios. Se incorpora al equipo juvenil, con chavales mayores que él (en edad, que la mayoría no en estatura). Tres años en ese equipo y tres años que se corona campeón de España.
  Su enorme progresión le lleva a debutar en el primer equipo con apenas dieciocho primaveras, en la temporada 76-77. Ese mismo año, debuta también con la selección española. El por entonces seleccionador, otro mítico del balonmano español, Domingo Bárcenas, asume de inmediato que se trata de una maravillosa perla, un jugador como no había existido otro hasta entonces (ni lo habrá después) y le promueve rápidamente al equipo nacional.
  Los atléticos pudimos disfrutar de él con la camiseta rojiblanca durante once temporadas, hasta la 86-87. Con su eterno dorsal número 3 a la espalda nunca dejaba de asombrarnos la rapidez, dureza y colocación de su disparo. Por supuesto, era el líder absoluto del equipo. Cuando las cosas se torcían o había que jugarse un último balón decisivo, siempre se podía contar con él. Poco a poco, a todas sus innegables virtudes iba sumando la de la experiencia. La pena es que su extenso rosario de lesiones le hiciera ausentarse durante largos periodos de tiempo. Sufrió (dejando al margen las de escasa trascendencia, como roturas de fibras y similares), cuatro de enorme importancia: luxación de la rótula de la rodilla izquierda en 1975 (curiosamente, jugando al rugby), rotura del tendón de Aquiles en 1981 (también curiosamente, practicando fútbol-sala en un entrenamiento; pensó que le había entrado por detrás Agustín Milián, cuando éste se encontraba a más de tres metros) y sendas salidas de hombro en 1986 (el derecho, el de su brazo de lanzamiento; una de ellas, debida a un disparo de cadera, poco frecuente en él). Desde entonces, se le reproducía la lesión de forma continuada. Hasta en cuatro ocasiones, una de ellas a escondidas (según confesión propia), tuvo que operarse de él.
  Durante esos maravillosos once años, en la práctica totalidad de veranos salía en prensa la manida cantinela del interés del Barcelona por ficharle. En todos los ejercicios se planteaba la cuestión y en todos ellos la solución final era la misma: se quedaba en el Aleti. Su gran fidelidad y cariño al club, su inmejorable relación con Vicente Calderón, entusiasta del balonmano, que le convencía con pocas palabras para quedarse y algún que otro pequeño chantaje emocional (en 1980 coincidió su mejora de contrato con la supresión de la sección femenina del club, por falta de presupuesto) desembocaban siempre en la misma solución.
  Hasta 1987. Acababa de llegar Jesús Gil a la Presidencia del club y no prestó demasiada atención a su más laureada sección. Permitió que el máximo icono, el buque insignia, el jugador que tantas veces había antepuesto su sentimiento atlético recalara en el Barcelona. Se le ofrecía, como es lógico, mucho más dinero. Se le hizo una oferta que no podía rechazar. A los asiduos de este deporte nos dolió como hacía años que no nos dolía un cambio de equipo. En fútbol empezábamos a estar desgraciadamente acostumbrados. Incluso también en balonmano. Pero este traspaso concreto nos anunciaba con amargura lo que inevitablemente estaba por llegar: la desaparición de la sección pocos años después.
  Pequeño paréntesis. Antes de continuar con la trayectoria de Cecilio Alonso me gustaría hacer una breve disquisición personal sobre el trasvase de jugadores entre los dos principales equipos del panorama nacional en la década de los ochenta, Atlético de Madrid y Barcelona. Su intenso duelo hacía frecuentes las permutaciones entre clubes. Con una diferencia: los que viajaban desde Madrid hasta Barcelona lo hacían en la plenitud de sus carreras, humanamente atraídos por más sustanciosos contratos; los que recorrían el viaje a la inversa lo hacían por no encontrar acomodo en la plantilla blaugrana. Así, en el primer grupo, sin ánimo exhaustivo, podemos incluir, además de a Cecilio, a Pagoaga, De la Puente, Lorenzo Rico, Vukovic, Svensson e incluso recientemente a Skrbic. También a Garralda, pero éste pasó entremedias (y antes, y después; creo que ha jugado en todos los equipos de élite españoles) por otros conjuntos. En el segundo, a Milián o López León. En cualquier caso, haya sido el viaje en la dirección en que haya sido, todos ellos ofrecieron sus mejores días como atléticos. Y como tal se consideran. Recordemos que el virus rojiblanco, una vez inoculado, es incurable. Fin del paréntesis.
  En la plantilla blaugrana permaneció dos temporadas más (87-88 y 88-89). No pudo dejar mucha huella. Su maltrecho hombro le traicionaba con frecuencia. Por eso, para no ofrecer al entendido público barcelonista un nivel que estaba alejado del suyo real, decidió bajar un peldaño y recalar en un modesto equipo que acababa de ascender a la categoría de honor, el Balonmano Cuenca Ciudad Encantada, campaña 89-90. En lo personal lo recuerda, según diversas entrevistas por mí recientemente consultadas,  como un año estupendo. Recuperó confianza, el hombro se le asentó y volvió a disfrutar jugando al deporte que tanto le había dado. La recuperación fue tan buena que, coincidiendo con un paréntesis en el que Jesús Gil pareció dedicarle mayor atención al balonmano y con la vuelta al banquillo de Juan de Dios Román, Cecilio retornó al redil rojiblanco. Dos temporadas más, 90-91 y 91-92, que nos permitieron volver a disfrutar de su carisma, inteligencia suprema y potente brazo, amén de adoctrinar con su experiencia y sabiduría a los jóvenes. Entre ellos destacaba un talentoso valor, Valenzuela. Pero la lástima es que sus doctas enseñanzas no pudieron plasmarse en beneficio del Aleti. La disolución “oficial” de la sección coincidió (quién sabe si provocó) su definitiva retirada. Tras trasladarse durante dos años a Alcobendas, totalmente desvinculada de la oficialidad del club, sostenida de manera privada por fanáticos de este deporte y del Atlético de Madrid, la sección de balonmano terminó por desaparecer en 1994. Hasta fechas recientes, campaña 2011-12, en las que fue felizmente recuperada, previo acuerdo con el Balonmano Ciudad Real. La pena es que, como todos sabemos ya, esa recuperación ha sido efímera.
  Cecilio Alonso consiguió con la elástica rojiblanca un envidiable palmarés de cinco Ligas (temporadas 78-79, 80-81, 82-83, 83-84 y 84-85), otras cinco Copas del Rey (campañas 77-78, 78-79, 80-81, 81-82 y 86-87), y la Supercopa de España de 1986. En su segunda etapa no sumó título alguno. Sí que engrosó su palmarés en sus dos años de azulgrana con dos Ligas, una Copa y una Supercopa más. Marcó un total de 284 goles y fue tres veces máximo goleador de Liga.
  No consiguió, al igual que no lo consiguió el equipo, ningún título continental. Se disputaron, y se perdieron, dos finales. Ambas con partidos de ida y vuelta. La de la Copa E.H.F. de la temporada 86-87, ante el Granitas Kaunas lituano y, sobre todo y ante todo, la de la Copa de Europa, primera que disputaba un conjunto español, de la campaña 84-85, ante el potente conjunto croata (entonces yugoslavo) de la Metaloplastika de Split. Todos los que estuvimos ese día, veintiuno de abril de mil novecientos ochenta y cinco, en el madrileño Palacio de los Deportes, guardamos un recuerdo imborrable  de la intensidad y emoción con la que se celebró el magno acontecimiento. Hubo que trasladar el partido desde el habitual Magariños (con capacidad para apenas 2000 espectadores) a este recinto mayor, con capacidad para 10000. Todos ellos entusiastas, animando sin parar, con bufandas y banderas ondeando por doquier y de continuo. Un ambiente electrizante e irrepetible. Se perdió la final, pero todos recordamos la hazaña de los nuestros. La Metaloplastika era un conjunto potentísimo y nunca jamás equiparado, con jugadores de talla mundial e históricos como Basic, Vukovic (futuro atlético), Vujovic, Isakovic, Portner, Ignatovic y Mrkonja. En el partido de ida en tierras croatas se había caído derrotado la anterior semana por 19 goles a 12. Cecilio Alonso anotó tres de ellos. Diferencia salvable. En la trayectoria hasta la final se había remontado una diferencia de diez al Magdeburgo alemán. Pero la realidad se impuso y nos doblegaron claramente por 20 goles a 30. Cecilio Alonso fue el máximo goleador atlético, con cinco aciertos. Los seguidores demostramos una vez más que sabemos plantar cara a las derrotas en finales como nadie y vitoreamos y jaleamos a los nuestros como nunca, como los héroes que para nosotros eran y que nos habían llevado hasta allí. Para la posteridad, quiero recordar aquí brevemente, al menos, sus nombres: Rico, Claudio, Cecilio Alonso, Reino, De la Puente, López León, Novales, Milián, Chechu, Parrilla, el danés Stroem y Luis García.
  Fue internacional en 92 ocasiones. Si no hubiera estado tan castigado por los percances físicos, una sencilla proyección de los entorchados alcanzados por sus coetáneos en la selección, le hubieran llevado a más de doscientas internacionalidades. Participó en el Campeonato del Mundo de 1978, en el Campeonato del Mundo “B” de 1979 (que se ganó) y en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 84. Desgraciadamente las lesiones le privaron de participar en más Mundiales y en los Juegos Olímpicos de Moscú 80 (donde el quinto puesto final fue uno de los aldabonazos de este deporte en España, al igual que lo fue el cuarto del baloncesto), de Seúl 88 y de Barcelona 92 (para los que había confesado abrigar una especial ilusión).
  La mayor manifestación del afecto, cariño y admiración que toda la hinchada rojiblanca le profesa tuvo lugar recientemente, con motivo de la Supercopa de España de 2011, frente (justicia poética) al Barcelona. El día cuatro de septiembre de ese año se retiró su camiseta con el dorsal número “3” y desde entonces hasta la eternidad (eternidad que desgraciadamente ya ha concluido con la nueva desaparición de la sección) estaba previsto que quedara ubicada en lo más alto del Palacio de Vistalegre, en compañía de otros dorsales míticos del club también retirados con antelación como el “10” de Talant Dujshebaev y el “17” de Rolando Uríos. Por cierto, estos dos últimos con agria polémica en los foros sociales, dado que la camiseta retirada era rojiblanca cuando su aportación al club fue en su época de Ciudad Real. Con Cecilio Alonso no existió discusión alguna. Ha sido, es y será siempre rojiblanco. Uno más de los nuestros.       
     

JOSÉ MIGUEL AVELLO LÓPEZ

jueves, 4 de julio de 2013

DOCE PORTEROS MÁS

DOCE PORTEROS MÁS



  Con “harto dolor” por parte de la “legión de seguidores” de este blog, se aproxima su cierre. Con todos los artículos publicados y otros que aún restan, creo que se ha conseguido una panorámica general de la reciente historia del club, siempre desde el punto de vista de mis vivencias personales. Por ese motivo, se inicia con este capítulo otra pequeña saga en la que, línea por línea, voy a repasar y rememorar sucintamente en cuatro artículos de carácter colectivo a aquellos otros futbolistas que, siempre desde mi apreciación subjetiva y gustos personales, me han dejado grato recuerdo pero no han sido merecedores de una semblanza individual por diversos motivos. Unos porque su aportación al club no ha sido tan determinante como la de otros, otros porque están olvidados de la mayoría pero a mí me apetecía recordarlos (Belza o Pedro), otros para recordar participaciones no demasiado afortunadas (Rodax o Valencia) y otros, finalmente, porque, pese a ser en la actualidad personas “non gratas”, sí que tuvieron en su momento gran relevancia (Hugo Sánchez o Agüero). Comencemos, pues, en el día de hoy con los porteros. Siempre por orden cronológico.
  1.- PACHECO. José Pacheco Gómez nació en Santander el día catorce de enero de mil novecientos cuarenta y siete. Tras despuntar en el Rayo Cantabria (filial del Racing de Santander) de su ciudad natal, ficha por el Atlético de Madrid en la campaña 67-68. Desarrollaría la práctica totalidad de su trayectoria en este equipo, en el que permaneció doce temporadas, hasta la 78-79. Nunca llegó a alcanzar la titularidad indiscutible. Casi siempre estuvo a la sombra de otros cancerberos como Rodri, en sus años iniciales, Reina, durante sus mejores años, o Navarro, en sus años finales. De hecho sus cuatro primeros ejercicios, salvo un partido de Liga y otro de Copa en el primero, se los pasó absolutamente en blanco.
  Comenzó a jugar con cierta asiduidad en la 71-72. Defendió el escudo rojiblanco en un total de 68 encuentros oficiales. De ellos, 57 de Liga (aparte del ya mentado, desde la 71-72, desglosados en 17, 17, 4, 6, 2, 6 y 4; su última campaña en la plantilla tampoco disputó encuentro alguno), 6 de Copa, 4 de diferentes competiciones europeas y 1 de la Copa Intercontinental. Nunca fue internacional.
  Los dos principales hitos de su trayectoria que recuerdo son precisamente el partido de vuelta de la final de la Copa Intercontinental, celebrado en el Vicente Calderón el día 10 de abril de 1975, en el que, ante la sorpresa generalizada, suplió a Reina, que era el titular de la temporada y había jugado el partido de ida y el partido de Liga de la 24ª jornada de la 76-77, contra el Barcelona en el Nou Camp, veintisiete de febrero de mil novecientos setenta y siete, en el que tuvo una destacadísima actuación y fue pieza importante en la consecución ese año de nuestra novena Liga. El gol inicial de Clares fue empatado por otro en propia meta de Neeskens.
  2.- NAVARRO. José Navarro Aparicio nació en Granada el día veinte de enero de mil novecientos cincuenta y dos. Tras disputar unos pocos partidos con el Granada en Primera División, el Córdoba en Segunda y el Burgos tanto en Segunda como en Primera, sus portentosas exhibiciones en este equipo castellano en las temporadas 76-77 y 77-78 le valieron el fichaje por el Aleti. Recuerdo la portada del primer ejemplar de la legendaria “Revista oficial del Atlético de Madrid” por mí adquirido, correspondiente al mes de septiembre de 1978, en el que posaban las cinco novedades del ejercicio: en el centro, el entrenador Héctor Núñez, flanqueado a ambos lados por Arteche, Guzmán, “Palín” González y Navarro.


  Llegó para ser titular y consagrarse definitivamente como atlético. Desgraciadamente, las lesiones no se lo permitieron. Enlazó una tras otra, muchas de ellas de gravedad, y no gozó de la necesaria continuidad. Amén de que su físico se fue menguando con todo ello. Quedó abocado a la retirada prematura. En cualquier caso, le dio tiempo a mostrar a la parroquia rojiblanca sus cualidades de elasticidad, rapidez de reflejos y valentía.
  Permaneció en plantilla cuatro temporadas, hasta la 81-82. En todas ellas, pero particularmente en las dos últimas, tuvo problemas de lesiones. Defendió la camiseta en un total de 71 partidos oficiales, 51 de Liga (21, 17, 6 y 7), 19 de Copa del Rey (5, 9, 4 y 1) y 1 de la Copa de la U.E.F.A. en su último año (por cierto, recibió cuatro goles del Boavista). No fue internacional, pese a ser convocado en repetidas ocasiones, sobre todo en su último año en el Burgos.
  3.- AGUINAGA. José Ignacio Aguinaga Crespo nació en Beasain (Guipúzcoa) el día once de mayo de mil novecientos cuarenta y ocho. Tras ser apartado de la titularidad del Salamanca recién ascendido a Primera por el cancerbero argentino D´Alessandro (que en el futuro, como entrenador, defendería la causa rojiblanca) y encontrar nuevo acomodo defendiendo los colores blancos del Jaén en Segunda División, fue fichado de este equipo de urgencia a mediados de la campaña 78-79, ya con treinta años cumplidos, ante la plaga de lesiones que asoló en ese periodo a los porteros de la plantilla. Además de Navarro, se lesionaron Reina, Pacheco y hasta el cuarto portero, Corral. Desdeñando la perentoriedad del fichaje, que no auguraba muchos réditos, demostró por el contrario un rendimiento sorprendentemente excelente y defendió la portería atlética durante las mismas cuatro campañas que Navarro (hasta la 81-82), con el que compartió titularidad siempre que las lesiones del granadino lo permitían. Demostró oficio, sobriedad, veteranía y seguridad bajo palos. Sin estridencias, cumplió con creces su cometido.

  Participó en 71 partidos oficiales (curiosamente los mismos que su coetáneo Navarro), 65 de Liga (10, 11, 25 y 19), 4 de Copa y 2 de Copa de la U.E.F.A. (la vuelta frente al Boavista la jugó él). No fue internacional.
  4.- BELZA. Eduardo Belza Franco nació en Montevideo, capital de Uruguay, el día cinco de septiembre de mil novecientos cincuenta y seis. Supongo que para muchos será un perfecto desconocido y para otros una sorpresa tremenda su inclusión aquí, pero a mí me dejó impactado su aplomo, seguridad, tranquilidad y suficiencia ante los delanteros adversarios.
  Lo cierto es que sus enormes cualidades apenas pudieron ser disfrutadas con el primer equipo. Lo fueron con el segundo, el Atlético Madrileño. Fichado de no se sabe dónde, militaba como tercer cancerbero de la plantilla en la campaña 80-81. Tras quedar el equipo diezmado por el “Margüendazo”, fue requerida su intervención, en unión de jóvenes procedentes de la cantera como Julio Prieto, Mínguez, Pedro Pablo o Pedraza, para defender la camiseta atlética en las tres últimas jornadas de Liga (32ª, 33ª y 34ª), ante Valencia y Real Madrid a domicilio (con empate a uno y derrota por dos goles a cero) y Osasuna en casa (con empate a cero). Sumó un cuarto partido oficial, de Copa, el de ida de los octavos de final ante el Rayo Vallecano.

  Las siguientes tres temporadas las disputó con el filial. Nos dio a conocer a los asiduos de este equipo sus estupendas características que, a mi juicio, hubieran podido tener mayor continuidad con el primer equipo. Pero no fue así. En cualquier caso, dejó en quién esto escribe un profundo recuerdo.
  Tras jugar en Paraguay con el Cerro Porteño y en su país natal con el Nacional, retornó a España a dejar huella en diferentes equipos tanto de Primera como de Segunda División, como Rayo Vallecano, Mallorca, Tenerife y Las Palmas.             
  5.- PEREIRA. Carlos Santiago Pereira nació en Marín (Pontevedra) el día siete de septiembre de mil novecientos cincuenta y uno. Tío de otro cancerbero famoso, el madridista Agustín. Tras muchos años defendiendo con éxito la portería del Valencia y uno más la del Racing de Santander, fue fichaje atlético de relumbrón para la temporada 82-83. Con él se pretendía dejar zanjado el debate del arco durante muchos años. Pero, infortunadamente, como es relativamente habitual en un club en el que sus jugadores portan a sus espaldas la presión de defender a un grande del fútbol, no logró colmar las expectativas levantadas. Los errores de sus primeros partidos decepcionaron a la hinchada, minusvaloraron su apriorístico nivel y le estigmatizaron para el futuro. Perdió la titularidad en beneficio del canterano Mejías.

  Defendió la rojiblanca tres campañas, hasta la 84-85, traducidas en 58 partidos oficiales, de los cuales fueron 34 de Liga (11, 20 y 3), 8 de Copa del Rey (2, 2 y 4), 2 de Copa de la U.E.F.A. en la 84-85, los dos de presentación, despedida y cierre en primera eliminatoria ante el Sion suizo, y 14 de Copa de la Liga (0, 10 y 4). Todavía disputaría una temporada más en Primera, de retorno a su tierra natal, enrolado en las filas del Celta de Vigo. Nunca fue internacional.
  6.- MEJÍAS. Ángel Jesús Mejías Rodríguez nació en el toledano pueblo de Tembleque el día uno de marzo de mil novecientos cincuenta y nueve. Es fichado del Toledo; sobresale durante dos años (79-80 y 80-81) en el primer filial, Atlético Madrileño. En el segundo de ellos disputa un partido de Copa con el primer equipo, al que asciende a todos los efectos a la siguiente, 81-82. En esta campaña, se recuerda como legendaria e inconmensurable su actuación en el partido de ida de los cuartos de final de Copa frente al Real Madrid en el estadio Santiago Bernabéu, el tres de febrero de mil novecientos ochenta y dos, en el que mantuvo su puerta imbatida.
  Para la temporada próxima, la inseguridad del presunto titular, Pereira, y sus actuaciones convincentes, plagadas de intervenciones ágiles, reflejos mayúsculos y rapidez de piernas, le aúpan a la titularidad, donde se asentó durante las cuatro siguientes. Fue titular en la final de Copa de 1985. Algún error puntual hizo que perdiera el número “1” a su vez a manos de otro toledano ilustre, Abel, se bien se mantuvo en plantilla, sin disputar muchos minutos, las siete campañas siguientes. Ante la lesión de Abel, tuvo que acudir desde el banquillo al rescate en la recta final de la Copa de 1991, en la que también jugó la final.

  En suma, trece temporadas, cuyos números son: 164 partidos oficiales, distribuidos en 109 de Liga (0, 9, 23, 14, 30, 18, 8, 0, 0, 0, 5, 2, y 0), 30 de Copa del Rey (1, 9, 3, 0, 7, 1, 3, 0, 1, 0, 5, 0, y 0), 7 de diferentes competiciones europeas (entre ellos el último oficial, único de esa temporada, 92-93, vuelta de primera ronda de Recopa ante el Maribor esloveno), 17 de Copa de la Liga y 1 de Supercopa de España (85-86, vuelta en Barcelona; la ida la disputó Fillol). No fue internacional.
  7.- FILLOL. Ubaldo Matildo “Pato” Fillol nació en la argentina localidad de San Miguel del Monte el día 21 de julio de 1950. Titular de la selección albiceleste comandada por Kempes campeona del Mundo en Argentina 78. Desarrolló toda su carrera en clubes argentinos, con una pequeña incursión en Brasil. Y una sola en Europa, en el Atlético de Madrid. Cuando se anunció su fichaje, a inicios de la temporada 85-86, ya con treinta y cinco años, la sorpresa fue generalizada. Nadie se lo esperaba. No obstante, fue bien recibido por la grada. Permaneció un solo ejercicio. Dejó muy buen recuerdo, de integridad y profesionalidad.

  En ese único año le dio tiempo a mostrar que sus características de agilidad y rapidez se habían menguado, pero por el contrario se habían incrementado su colocación y autoridad. Memorables sus intervenciones uno contra uno, en las que aguardaba al delantero adversario en pie hasta el final (en este sentido, mítica su parada frente al barcelonista Calderé en el Calderón, jornada 3ª de Liga). Esa faceta del juego fue aprendida y asumida en la sombra por un joven Abel, convirtiéndola asimismo con el paso del tiempo en una de sus principales cualidades.
  En su única campaña defendió la camiseta rojiblanca (en su caso, casi siempre verde) en apenas 26 partidos oficiales. Las lesiones repetidas (las malas lenguas decían que debido a su avanzada edad) dieron paso frecuente a Mejías. De ellos, 17 de Liga, 2 de Copa, 6 de Recopa (jugó la final de Lyon frente al Dinamo de Kiev) y 1 de Supercopa de España (frente al Barcelona en el Calderón).
  8.- ELDUAYEN. Agustín de Carlos Elduayen nació en San Sebastián el cuatro de agosto de mil novecientos sesenta y cuatro. Tras debutar en Primera División con la Real Sociedad con apenas diecinueve años, supliendo con enorme acierto las ausencias de un mito donostiarra como Arconada, fichó por el Aleti en la temporada 86-87. Sus magníficas cualidades y su juventud parecían desembocar en portero titular para diez o más años. Pero no se colmaron del todo las grandes expectativas creadas. Tras una primera temporada muy aceptable, no fue del agrado de Menotti, en el primer año de Jesús Gil en la Presidencia, que prefirió a Abel. La falta de continuidad motivó que tuviera que peregrinar por otros equipos de Primera como Burgos, Deportivo de la Coruña y Valladolid. En el primero desplegó todo su acierto, llegando a ser convocado, sin jugar, con la selección española. Dejó muy buen recuerdo en la afición, así como la sensación de no haber aprovechado del todo su inmenso potencial. Su elevada estatura hacía que destacara especialmente en el juego aéreo. Pero no estaba exento de agilidad y elasticidad.

  Permaneció en plantilla cuatro campañas, hasta la 89-90. En ellas disputó 44 partidos oficiales; 39 de Liga (28, 6, 1, 4), 1 de Copa y 4 de Copa de la U.E.F.A. Estos cinco últimos encuentros, en su primera temporada, sin duda alguna la mejor.
  9.- BURGOS. Germán Adrián “El Mono” Burgos nació en Mar del Plata (Argentina) el día dieciséis de abril de mil novecientos sesenta y nueve. Tras jugar la Liga argentina con Ferrocarril Oeste y, sobre todo, con River Plate, donde se consagró internacionalmente, arribó a España a las filas del Mallorca, donde permaneció dos campañas. De ahí, al Atlético de Madrid, cuando penaba en campos de Segunda, temporada 01-02. Su enorme calidad humana, superlativa categoría profesional y la humildad mostrada en campos de la categoría de plata calaron hondo en la afición atlética. Tanto que al año siguiente, el reestreno en Primera vino precedido de una campaña publicitaria por él protagonizada en la que, saliendo desde una alcantarilla, anunciaba que habíamos vuelto.
  Tres temporadas, hasta la 03-04. La de Segunda, decisiva. En las dos siguientes en Primera participó mucho menos, a lo que contribuyó su enfermedad de cáncer de riñón, felizmente superada. Con su larga melena de rockero, su sempiterna gorrita calada hasta las cejas, en una época en la que ya no se estilaba para los guardametas, y sus característicos pantalones largos jugó 66 encuentros oficiales. 62 de Liga (35, 13 y 14) y 4 de Copa del Rey. Ninguno de competición europea. No estábamos en esos años para lujos.

  La trayectoria atlética de Burgos tiene dos hitos destacados y recordados. El primero, su memorable parada de penalti a Figo con…¡la cara!, que quedó ensangrentada y amoratada para el resto del partido. Jornada 18ª de la Liga 02-03, el 19 de enero de 2003 en el Bernabéu. El partido concluyó con empate a dos goles. El inicial gol de Javi Moreno de penalti fue remontado por dos de Figo y ya en el descuento Albertini igualó con una estupenda falta. Y el segundo, su para mí mejor encuentro con casaca atlética. Compendio de sus virtudes y defectos. Estuvo inconmensurable. Su agilidad, reflejos, rapidez, personalidad y valentía rayaron al máximo. Paró todo lo parable. Salvo un balón. Ni siquiera fue un disparo rival. Se igualó a uno, empatando el primer gol de Javi Moreno, con un autogol suyo en acción cuasi-cómica. Fue en la jornada 21ª de la misma Liga, 9 de febrero, contra el Sevilla en el Sánchez Pizjuán.
  Internacional argentino con 38 entorchados. Participó con su selección en los Mundiales de Francia 98 y Corea del Sur/Japón 02. En la actualidad, como es de dominio público, contribuye a los recientes éxitos atléticos desde su posición de segundo entrenador, colaborador de Simeone.
  10.- LEO FRANCO. Leonardo Neorén Franco nació en San Nicolás de los Arroyos, provincia de Buenos Aires, Argentina, el día veinte de mayo de mil novecientos setenta y siete. Otro guardameta argentino, que tomó el relevo de su compatriota Burgos, pero con cualidades y personalidad diametralmente opuestas. Toda la exhuberancia y extravagancia del “Mono” eran sobriedad, tranquilidad y seriedad en Leo. Sobresalientes reflejos y juego aéreo. Consumado especialista en la detención de penaltis. Defendió la puerta rojiblanca en unos años difíciles para el equipo, que pugnaba por salir de la mediocridad anclado en unas pocas figuras relevantes. Entre ellas, Leo Franco.

  Llegó muy joven a España, primero al Mérida y luego al Mallorca. Fichó por el Aleti en la temporada 04-05, permaneciendo cinco, hasta la 08-09. Un total de 181 partidos oficiales, repartidos en 153 de Liga (37, 34, 32, 18 y 32), 12 de Copa del Rey y 16 de diferentes competiciones europeas (Champions League, Copa de la U.E.F.A e Intertoto).
  Internacional argentino en 15 ocasiones. Participó con la albiceleste en el Mundial de Alemania 06. Abandonó el Aleti para probar suerte durante un año en la Liga turca con el Galatasaray (con el que regresó al Calderón en la eliminatoria de dieciseisavos de final de la Europa League posteriormente ganada en la final de Hamburgo, siendo fantásticamente recibido por su antigua afición) y luego retornar a la Liga española, a las filas del Zaragoza.
  11.- ABBIATI. Christian Abbiati nació en la italiana localidad de Abbiategrasso el día ocho de julio de mil novecientos setenta y siete. Para muchos será sorprendente que le traiga a estas líneas por encima de otros cancerberos que su opinión podrían haber contraído más méritos, pero es que, en la mía, resulta casi inaudito que un portero de la grandísima categoría del italiano pudiera llegar a jugar con nuestro equipo.
  De la cantera milanista, desarrolló en ese equipo la práctica totalidad de su trayectoria. Muchos años, a la sombra del brasileño Dida. Cedido a la Juventus a petición del equipo turinés para suplir una grave lesión de Buffon; al año siguiente, al Torino; y al siguiente (07-08), sorprendentemente, al Aleti. Sorprendentemente, entre otras poderosas razones, porque venía cedido para una sola temporada y porque ese ejercicio no era especialmente necesario, al contar con un gran valor bajo palos como Leo Franco. Su tremenda calidad aconsejó no obstante repartir minutos y el entrenador mexicano Aguirre le concedió la titularidad en 29 partidos oficiales (20 de Liga y 9 de Copa de la U.E.F.A., en donde fue el titular en todas las eliminatorias, salvo un partido). Jugó por consiguiente más encuentros ligueros que Leo, que (remisión a pocas líneas anteriores) ese año lo hizo en 18 ocasiones.
  Su seriedad y profesionalidad fueron estupendamente recibidas por el público atlético. Recuerdo como le jaleaban especialmente en el encuentro disputado en Santander, en el Sardinero, al que tuve la fortuna de acudir (remisión al artículo anterior de este blog titulado “En ruta: otros equipos”), jornada 23ª, 10 de febrero de 2008, con victoria final por dos goles a cero, ambos de Forlán.

  Tras el año de cesión, y tras agradecerle los servicios prestados, retornó a su equipo, el Milán, en donde en la actualidad es titular. Internacional italiano, participó con la selección “azzurra” en el Mundial de Corea y Japón 02.
  Y 12. COUPET. Grégory Coupet nació en Le Puy-en-Velay (Francia), el día treinta y uno de diciembre de mil novecientos setenta y dos. Su aportación a la causa rojiblanca no puede tildarse de trascendente, pero, al igual que Abbiati y Fillol, su gran peso en el mundo del fútbol internacional merece que se recuerde que hubo una vez que jugó para el Aleti.
  Como el “Pato” Fillol, fue otro sorprendente fichaje, para la 08-09, debido a su ya avanzada edad. Se dijo entonces que una de las motivaciones de la contratación era la de adoctrinar a jóvenes cachorros rojiblancos como Joel o De Gea. Tras una vida dedicada al Olimpique de Lyon y a la selección francesa, recalaba en el Manzanares.
  Su contribución se traduce en apenas once encuentros oficiales, 6 de Liga, 2 de Champions League (contra PSV y Olimpique de Marsella)  y 3 de Copa del Rey (vuelta de dieciseisavos de final contra el Orihuela y los dos de la eliminatoria de octavos de final contra el Barcelona). Comenzó de titular en Liga en las jornadas 1ª, 2ª, 3ª, 5ª y 6ª, contra, respectivamente, Málaga, Valladolid, Recreativo de Huelva, Sevilla y Barcelona. Pero los seis goles del Nou Camp ante un emergente e imparable equipo blaugrana le relegaron a la suplencia definitiva, de la que solo salió ocasionalmente, a causa del nacimiento de un hijo del titular Leo Franco, para prestar su último servicio liguero en la jornada 10ª, el 9 de noviembre de 2008, empate a cero ante Osasuna en el Reyno de Navarra, deteniendo en espectacular intervención un penalti a Portillo. Yo estuve allí y pude verlo.


  Regresó a Francia para jugar dos años más en la filas del Paris Saint Germain, antes de su definitiva retirada.                              
              
   

JOSÉ MIGUEL AVELLO LÓPEZ