jueves, 25 de abril de 2013

EN RUTA: OTROS EQUIPOS

EN RUTA: OTROS EQUIPOS
Temporada 07-08 en La Romareda

  Como continuación, por otra parte allí mismo ya anunciada, del reciente artículo dedicado a todos aquellos partidos a los que asistí como espectador a domicilio, fuera del estadio Vicente Calderón, vamos a repasar en el presente, una vez relacionados en el anterior los del Santiago Bernabéu, todos aquellos otros relativos a los demás equipos. De nuevo, por orden cronológico y con una somera referencia.
 1.- 15 de octubre de 1989. Jornada 7ª de la Liga 89-90. Valladolid -2- (Abadía en propia puerta y Moya); At. Madrid -0-. Me apunté con un viaje organizado para aficionados atléticos, en el que nos llevaban y traían en autocar el mismo día. Dado que el encuentro era a primera hora de la tarde, nos dejaron en los alrededores del Nuevo Zorrilla, situado muy a las afueras de la ciudad y por ahí estuvimos dando vueltas, hasta el momento de ingresar al recinto. Con Javier Clemente en el banquillo, en su única e inconclusa temporada, el partido fue uno de los más paradigmáticos bajo sus órdenes. Pobló con mucha fuerza y músculo el centro del campo y apenas se llegó al área rival. La mejor ocasión fue un lejanísimo disparo de Ferreira. Al menos, el entrenador tuvo el mérito de saber promocionar adecuadamente a un por entonces jovencísimo Alfredo, que terminaría de deparar muy gratas noticias en el futuro a la afición rojiblanca. Bustingorrri, en un incidente con Moya (autor del segundo gol y que a la larga recalaría en el club atlético), resultó expulsado. En el autobús de vuelta estuvimos viendo los resúmenes de la jornada en una televisión diminuta que portaba uno de los compañeros de viaje.
  2.- 5 de noviembre de 1995. Jornada 11ª de la Liga 95-96. Zaragoza -0-; At. Madrid -1- (Simeone). Primera vez que visitaba La Romareda. En ese año desconocía que poco tiempo después iba a fijar mi residencia en Zaragoza e iba a acudir a ella en muchas más ocasiones, la mayoría para disfrutar con el Aleti. También viaje cómodo, cercano, en autocar, con regreso en el día. Llegamos pronto, nos dejaron al pie mismo de la Basílica del Pilar para comer por nuestra cuenta y, más tarde, llevarnos ya al estadio. Fue el año del doblete. La gran marcha del equipo animó, además de a mí, a otros muchos aficionados colchoneros y prácticamente cubrimos un lateral completo. El regreso fue alegre y bullanguero, gracias a la victoria obtenida. El gol de Simeone plasma a la perfección tanto sus cualidades de llegador en veloz carrera desde el centro del campo como las de su asistente, Kiko, capaz de filtrar un pase en profundidad imposible para la mayoría de los mortales y dejar al argentino mano a mano frente al cancerbero zaragocista, Juanmi.   

  3.- 17 de marzo de 1996. Jornada 31ª de la Liga 95-96. Mérida -0-; At. Madrid -1- (Kiko). Esa misma temporada del doblete, de nuevo viaje organizado con peña atlética (creo recordar que era la peña Ovejero). En esta ocasión se planificó como fin de semana completo, con posibilidad incluso de hacer turismo. Salimos  a primera hora de la mañana, parando en Trujillo, para visitarlo y comer allí. Luego por la tarde se paró en Cáceres, llegando a la capital extremeña ya de noche. Como el partido era a la siete de la tarde, aún tuvimos tiempo toda la mañana del domingo de visitar la monumental y bellísima ciudad romana. En cuanto al encuentro en sí, me llamó la atención el gran número de seguidores rojiblancos que, además de los que viajamos desde Madrid, poblaban las gradas, procedentes de diferentes ciudades extremeñas, donde el sentimiento atlético está profundamente arraigado. El partido fue disputado, pero la gran calidad del equipo permitió acceder a la victoria, merced a un cabezazo bombeado desde el borde del área de Kiko, rematando un lejanísimo pase. La vuelta, de un tirón, totalmente de noche, nos hizo arribar a la capital del Reino, como se suele decir en estos casos, a altas horas de la madrugada.  
 4.- 20 de diciembre de 1997. Jornada 18ª de la Liga 97-98. Barcelona -3- (Luis Enrique -2- y Giovanni de penalti); At. Madrid -1- (Roberto). Invitado por mi amigo Quique, veterano seguidor colchonero, por entonces residente en la localidad barcelonesa de Capellades, visité por vez primera el Nou Camp. Tenía mucha ilusión por conocer tan monumental recinto. La verdad es que es precioso. Volé a primera hora de la mañana desde Madrid, me dí una muy placentera vuelta por la Ciudad Condal y quedé con mi amigo a media tarde, cerca del Corte Inglés de la Diagonal, en pleno bullicio pre-navideño. Yo tenía ya una edad, mesurada y reposada, en la que no solía indignarme con los arbitrajes como antaño. Pero en esta ocasión me indigné mucho. Y mi amigo más. Se puso a vociferar en contra del árbitro, un joven Pérez Lasa, aún si cabe más soberbio y prepotente que lo que es ahora, acusando de robo y similares, totalmente rodeados de aficionados culés que nos miraban con gesto adusto y desairado. Por cierto, me llamó la atención la visceralidad y radicalidad exacerbadas del público barcelonista. El partido se inició de forma prometedora. Un soberbio cabezazo de Roberto, ya cedido en el mercado de invierno a su antiguo club españolista, a la salida de un córner, adelantó a la muchachada rojiblanca. Pero en la segunda, tras el tempranero gol del asturiano Luis Enrique, llegó la exhibición del trencilla. Por un simple forcejeo, que además no pudo ver, porque ocurrió a sus espaldas, expulsó a Santi. Tampoco lo apreció ninguno de sus auxiliares. Tuvo que ser Guardiola el que, en tareas arbitrales, pegándose un llamativo sprint de sesenta metros, viniera a decirle que tenía que expulsarle. Luego el segundo gol llegó de penalti inexistente, en el que Pizzi se tiró a la piscina ante la salida de Molina, que encogió los brazos para no tocarle (y no le tocó) y el tercero en flagrante fuera de juego de Luis Enrique. Al menos las penas se mitigaron al día siguiente con un opíparo almuerzo en el puerto olímpico.   

  
 5.- 17 de enero de 1998. Jornada 21ª de la Liga 97-98. Valladolid -2- (Santi en propia meta y Peternac de penalti); At. Madrid -1- (Kiko). Segunda visita personal al Nuevo Zorrilla pucelano. Y segunda derrota. También acudí con viaje organizado para aficionados atléticos. Por última vez, dado que desde entonces en adelante los desplazamientos para presenciar partidos de mi equipo han corrido siempre por mi cuenta. En esta ocasión, siendo el partido un sábado por la noche y saliendo a primera hora de la mañana, sí que tuvimos ocasión de llegar con mucho tiempo por delante y disfrutar de la bella ciudad vallisoletana. El encuentro fue bastante flojo por ambas partes. No hicimos lo suficiente para ganar, pero lo cierto es que ellos tampoco. De hecho, en la prensa de la época se recalcó que el equipo blanquivioleta venció sin haber disparado vez alguna a palos en jugada. El primer gol fue en propia puerta de Santi tras un mal entendimiento con Molina, mediada la primera parte, igualó Kiko cinco minutos después y el segundo de penalti, excelentemente lanzado por el croata Peternac (como, por otra parte, solía hacerlo siempre), a media hora del final. El resto fue un quiero y no puedo atlético. 
  6.- 19 de septiembre de 1999. Jornada 4ª de la Liga 99-00, año del infausto descenso. Zaragoza -1- (Milosevic); At. Madrid -1- (Hasselbaink). A punto de fijar mi residencia en Zaragoza, ciudad a la que ya acudía de forma constante los fines de semana, presencié el segundo (tras el de 1995) de los muchos partidos más que luego iban a venir del equipo en la ciudad maña, acompañado por primera y única vez por mi entonces novia, hoy esposa. Reñido encuentro en el que el empate fue justo marcador. Los tantos de dos consumados goleadores. El serbio Milosevic, de certero cabezazo, batiendo a un Toni que inexplicablemente era titular por delante de un imperial Molina, y el holandés Hasselbaink, que anotó el primero de sus goles ligueros con uno de sus característicos disparos lejanos, poderoso y colocado.
  7.- 3 de enero de 2004. Jornada 18ª de la Liga 03-04. Zaragoza -0-; At. Madrid -0-. Tras dos años del Aleti en Segunda División, y uno más del Zaragoza, nueva experiencia en La Romareda. El encuentro fue soso y aburrido y con escasos disparos a puerta. Ciertamente ellos dispararon un poquito más, pero en la portería teníamos a un muy acertado Juanma. Desde el punto de vista personal, fue el primero de los partidos en que me hice acompañar por mis sobrinos Guillermo (que ya había asistido alguna vez al Calderón; éste era su primer partido a domicilio) y Álvaro (que con apenas cinco años era su primer partido atlético en términos absolutos, tanto en casa como a domicilio), los cuales, acompañados por sus padres y hermanos, nos habían rendido visita aprovechando las fiesta navideñas.

  8.- 20 de marzo de 2005. Jornada 29ª de la Liga 04-05. Zaragoza -0-; At. Madrid -0-. Un año más, empate sin goles y sin grandes ocasiones. Me acompañó en esta ocasión tan sólo mi sobrino Guillermo, tras viaje en A.V.E. por mi parte de Zaragoza a Madrid y luego, ya recogido el niño, por parte de ambos de Madrid a Zaragoza, para quedarse luego en casa unos pocos días más aprovechando las vacaciones de Semana Santa, y mi suegro Pedro, espectador neutral dado su confeso madridismo. Tuvimos unas localidades muy bajas y mi sobrino, emocionado con la proximidad de los jugadores, no paró de hacerles fotos, sobre todo a Ibagaza, mientras calentaba delante nuestro antes de saltar al terreno de juego sustituyendo a Jorge.  
9.- 5 de febrero de 2006. Jornada 22ª de la Liga 05-06. Barcelona -1- (Larsson); At. Madrid -3- (Fernando Torres -2- y Maxi Rodríguez). Para celebrar mi cumpleaños, romántico fin de semana en Barcelona con mi esposa, y remate de fútbol el domingo por la tarde, en mi segunda visita personal al Nou Camp. Hasta la fecha, última victoria conseguida en el feudo blaugrana. Poco después iniciarían su época histórica e intratable. Con un mayúsculo Petrov, conseguimos manejar el encuentro con pericia y acierto. Las localidades, obtenidas por Internet, eran de fondo, bastante cerca de la portería. Dada mi anterior experiencia de visceralidad de los aficionados culés, no me identifiqué en exceso como seguidor adversario. Tan sólo, a título de apunte, puedo resaltar un breve y “osado” comentario que hice en voz alta, con motivo de un balón en posición de extremo derecho que el holandés Van Bommel se lanzó largo para medirse en carrera con nuestro velocísimo central Perea (y que, por supuesto, perdió): “no sabes con quién te has metido”. Mis compañeros de localidad se limitaron a asentir mi comentario laudatorio.
  10.- 18 de marzo de 2007. Jornada 27ª de la Liga 06-07. Zaragoza -1- (Diego Milito); At. Madrid -0-. Esta vez, con rápido viaje de ida y vuelta en el día, A.V.E. mediante, me vi acompañado de nuevo por mis dos sobrinos mayores, Guillermo y Álvaro, y por su padre Javier, acompañante dada su corta edad. Al llegar, pasamos la mañana en el parque de atracciones. De ahí al estadio y, tras el partido, vuelta a la estación de Delicias. El duelo estuvo rodeado de un magnífico ambiente festivo, dado que se conmemoraba el 75º aniversario del club maño. Y culminó la fiesta con victoria, en una temprana acción aislada de su delantero estrella. Luego se replegaron atrás y no se consiguió vulnerar su línea defensiva. En el tren de vuelta, coincidieron en la sala de espera con el propio equipo atlético, que también regresaba en A.V.E., y se hicieron fotos con Agüero, Mista y Luccin.
  11.- 6 de mayo de 2007. Jornada 33ª de la Liga 06-07. Español -2- (Moha y Pandiani); At. Madrid -1- (Petrov). Nuevo fin de semana turístico, con postre de fútbol incluido, en la hermosa ciudad de Barcelona. Esta vez, además de mi esposa y yo, se apuntaron suegros y tía política. Las entradas al Olímpico de Montjuich, morada provisional de los periquitos, las saqué por Internet, y me correspondieron dentro de un grupo nutrido de alemanes que debían de estar asistiendo a un congreso o similar, todos ellos con sus acreditaciones colgando del cuello. El Español fue netamente superior. Estaba además eufórico, dado que se acababa de clasificar para la final de la Copa de la U.E.F.A. de ese ejercicio, que disputaría y perdería a los penaltis contra el Sevilla. Anotó un gol tempranero y el Aleti no fue capaz de reaccionar. El segundo tanto, ya en la segunda parte, acabó de decantar el encuentro. Volvían tras sendas largas lesiones, a jugar al menos unos pocos minutos, Maxi y Petrov, curiosamente un ex y un futuro españolista.   
 
12.- 28 de octubre de 2007. Jornada 9ª de la Liga 07-08. Levante -0-; At. Madrid -1- (Forlán). Esta temporada fue especialmente fructífera en mis desplazamientos a domicilio, puesto que hasta en cuatro ocasiones tuve la oportunidad de llevarlos a cabo. Ésta fue la primera. Mi esposa y yo aprovechamos para viajar el fin de semana completo, visitar el sábado a nuestros queridos amigos valencianos Vicente y Mara, y sus trillizas de oro, en su localidad de Xátiva, degustar el domingo una inolvidable paella del “señoret” en La Malvarrosa de nuevo en su compañía y acudir más tarde al estadio levantinista tan sólo los caballeros. Vicente tuvo el detalle de acompañarme, dado que es furibundo valencianista y no suele frecuentar mucho ese estadio. Se venció con menos holgura en el marcador que la demostrada sobre el terreno. El gol de Forlán, mediada la primera parte, fue espectacular, en una de sus proverbiales voleas, tras recibir el cuero en dejada desde el pecho de Agüero y pase largo desde la profundidad de la línea defensiva de Zé Castro. Ya lo hicimos en su momento pero desde aquí quiero reiterar nuestra gratitud por el maravilloso trato dispensado por nuestros amigos anfitriones, por si alguna vez tienen a bien leer estas líneas. ¡Lo pasamos siempre estupendamente con vosotros, chicos!.
 
13.- 10 de febrero de 2008. Jornada 23ª de la Liga 07-08. Racing de Santander -0-; At. Madrid -2- (Forlán-2-). Segundo desplazamiento particular de la temporada. Una vez más para festejar mi cumpleaños, mi esposa y yo pasamos un magnífico y romántico fin de semana en la bellísima ciudad santanderina. El domingo por la tarde, conocí un nuevo campo, el del Sardinero (me encanta siempre descubrir estadios nuevos, juegue el Aleti o no; si juega, mejor, por supuesto) y mi mujer reposó en el hotel. Me encantó el ambiente. El equipo cántabro estaba desarrollando una espectacular campaña. Incluso en las gradas oí de primera mano conversaciones sobre las futuras e hipotéticas posibilidades de competición europea. También me agradó especialmente la emotividad de la canción popular “La fuente del Cacho”, entonada antes del comienzo por toda la hinchada racinguista, bufandas al viento. Impactante. Tras una primera parte igualada, en la continuación fuimos superiores y dos certeros disparos de Forlán desde el borde del área (como es característico en él, uno con la diestra y otro con la siniestra), a los que estábamos tan bien acostumbrados, resolvieron la contienda. Abbiati bajo palos hizo un partido sobrio y eficaz. Emocionante la ovación del sector atlético de gradas a Miguel de las Cuevas, que regresaba tras un largo calvario de lesiones, al menos a la convocatoria y a calentar en la banda, aunque no llegó a salir.
 
14.- 24 de febrero de 2008. Jornada 25ª de la Liga 07-08. Osasuna -3- (Sola, Vela y Héctor Font); At. Madrid -1- (Forlán). Desplazamiento breve en autobús de línea desde Zaragoza. Muy temprano, gran madrugón. Me dio tiempo a sacar la entrada en taquilla y luego a hacer un muy agradable recorrido turístico en solitario por Pamplona antes de por la tarde acudir al Reino de Navarra. Con dos goles en cinco minutos los osasunistas sentenciaron prácticamente el encuentro. Fue una de esas salidas con caraja incorporada. Y ya no se pudo rectificar. Me agradó mucho conocer un estadio nuevo, que destila fútbol por todos sus poros, pese a lo adverso del resultado.
  15.- 8 de marzo de 2008. Jornada 27ª de la Liga 07-08. Zaragoza -2- (Pablo en propia meta y Diego Milito de penalti); At. Madrid -1- (Simao). Una vez más mis dos sobrinos mayores, Guillermo y Álvaro, todavía acompañados por su padre, vinieron desde Madrid a Zaragoza a pasar el fin de semana en casa y acudir al partido en La Romareda. El prometedor gol inicial del portugués Simao presagiaba mayores réditos, pero al poco tiempo el autogol de Pablo, en una fulgurante e inexplicable cuesta abajo, igualó el marcador, roto cerca del final por un penalti muy bien fingido por Sergio García.
  16.- 9 de noviembre de 2008. Jornada 10ª de la Liga 08-09. Osasuna -0-; At. Madrid -0-. Por segundo año consecutivo, repetí exactamente el mismo programa de madrugón mayúsculo y traslado a Pamplona en autobús de línea. La única diferencia estribaba en que en esta ocasión mi cónyuge decidió acompañarme, por lo que la mañana turística fue aún mucho más placentera que la del año anterior. Si bien no acudió al partido. Se fue al cine. En cuanto al duelo, el resultado fue más favorable que la derrota del año anterior, pero no así el juego. Estuvimos todo el encuentro a merced de los rojillos, sin aparecer por el área rival ni para darnos a conocer. El veterano cancerbero francés Coupet, en su única temporada rojiblanca, en su último encuentro liguero, hizo una prodigiosa parada a tiro de penalti de Portillo. Comoquiera que el Zaragoza este año penaba en Segunda División, ésta fue mi única visita a domicilio de la temporada.
 
17.- 31 de octubre de 2009. Jornada 9ª de la Liga 09-10. Athletic de Bilbao -1- (Javi Martínez); At. Madrid -0-. De nuevo aprovechando un fin de semana fuera de casa (en esta ocasión puente, dado que el dos de noviembre, lunes, era fiesta, trasladada desde el día de Todos los Santos), en Bilbao, entre Casco Viejo, Gran Vía, txakolís y Guggenheim, tuve la tremenda fortuna de poder conocer un estadio tan emblemático como el de San Mamés antes de su prevista demolición. Debut en el banquillo de Quique Sánchez Flores. Otro partido de visitante con tono gris, sin crear mucho peligro en la primera parte. Tampoco se permitió que nos lo hicieran, pero un único gol fue suficiente. En la segunda atacamos más, nos topamos dos veces con los postes, se creó mucho más peligro, tuvimos al público bilbaíno enmudecido pero, una vez más, a casa de vacío.
  18.- 7 de marzo de 2010. Jornada 25ª de la Liga 09-10. Zaragoza -1- (Jarosik); At. Madrid -1- (Ibrahima). Al ser el partido el domingo por la noche, mis sobrinos, que tenían clase al día siguiente, no tuvieron este año ocasión de desplazarse. Fue un partido muy disputado. Siempre lo recordaré como aquel en el que Reyes recibió miles de faltas, que encima le eran reprochadas por el público, como si fuera culpa suya el que le dieran patadas, y en el que acabó expulsado por empujar a un rival tras la enésima zancadilla. El muy madrugador gol del checo Jarosik, de cabeza a la salida de un córner, parecía que iba a ser definitivo cuando ya en el tiempo de descuento un medido pase de Jurado desde la banda izquierda lo cabeceó el joven delantero senegalés Ibrahima, en una de las escasas acciones positivas que pudo aportar al club. La emotividad del gol me hizo, en contra de mi costumbre y a despecho de mi integridad física (es broma; el público de la Romareda es uno de los más tolerantes con los rivales que he podido apreciar en mi larga “carrera” de espectador), gritar el gol de forma clara y rotunda.
  Y 19.- 19 de febrero de 2011. Jornada 24ª de la Liga 10-11. Zaragoza -0-; At. Madrid -1- (Agüero). Por primera vez mis sobrinos solos, que para eso ya eran mayores, se desplazaron de Madrid a Zaragoza en A.V.E.. Como siempre, bien recibidos en casa. Jugaron mucho con nuestro hijo mayor, Pedro (que ya es socio no abonado del Aleti) que por aquel entonces tenía siete meses. Mi último encuentro de foráneo, tanto en La Romareda en particular como en general con los demás equipos. En este caso, primera victoria desde que soy residente en la capital del Ebro (espero que vengan más, y que yo pueda verlas). Fuimos netamente superiores y el gol de Agüero, a poco de empezar la segunda parte, en una de sus características y recordadas arrancadas desde la banda derecha, con disparo escorado incluido, fue suficiente. A destacar el estreno como titular de un jovencísimo Koke, que desde entonces hasta ahora ha progresado muy adecuadamente.

  Para concluir, al igual que hice en el anterior artículo de mis partidos como visitante, centrado en exclusiva en el Real Madrid, recapitulemos brevemente mi estadística particular con el resto de rivales. Nueve diferentes estadios. Diecinueve partidos presenciados (la mayoría como colofón de un estupendo fin de semana). Seis victorias, cinco empates y ocho derrotas. Dieciséis goles a favor y diecinueve en contra. No siendo tan negativo como contra el Real Madrid (lo cual es obvio, al ser un rival mucho más poderoso que la mayoría de los demás rivales) no es favorable. Pero al igual que concluí allí, resaltar ahora que particularmente todas las victorias me hicieron disfrutar con mi equipo y sentirme orgulloso de él. Y encima con todas estas visitas un dato añadido más. Me permitieron disfrutar de unos días maravillosos, casi siempre con mi esposa, en ciudades todas ellas estupendas y “coleccionar” experiencias en nuevos estadios de fútbol (alguna de ellas, como la de San Mamés, pronto será irrepetible). Espero que en el futuro vengan muchas más. Y me encantaría que, si ellos quieren, me pudieran acompañar, además, mis hijos, todavía pequeños.                                  


JOSÉ MIGUEL AVELLO LÓPEZ

jueves, 18 de abril de 2013

CAMINERO

CAMINERO


  Hay jugadores que pasan a la inmortalidad de un determinado club por acciones determinantes para el marcador final, como una parada imposible, un gol trascendente o un corte milagroso. Centrándonos en nuestro club, todos estaremos de acuerdo por ejemplo con que Milinko Pantic, además de sus connaturales capacidades, será siempre recordado por su gol de cabeza en la final de Copa de 1996 contra el Barcelona. Caminero ha pasado a la inmortalidad atlética por un regate. Simple y llanamente. El que, pegado a la cal de la banda izquierda, le hizo a un extraordinario defensa como era el barcelonista Miguel Ángel Nadal en el mismísimo Nou Camp, el día veinte de abril de mil novecientos noventa y seis, en la 37ª jornada de la Liga 95-96, la que concluiría con el glorioso e inolvidable doblete rojiblanco (¿había utilizado alguna vez en anteriores artículos tales adjetivos para calificar a tamaño acontecimiento?). Para dicha conquista fue crucial la victoria por un gol a tres en este encuentro. Y a su vez para dicha victoria fue decisivo el regate de Caminero, que concluyó en el primer gol del partido, obra de Roberto. Más tarde empató Jordi Cruyff y ya en la segunda parte decidieron Vizcaíno y Biagini.
  Cierto es que el regate de marras probablemente haya entrado en la categoría de legendario merced a que la jugada culminó en gol. De otra manera, es posible que hubiera caído en el olvido de muchos. También contribuye a su “santificación” el hecho de que haya escalado las cotas del Séptimo Arte, dado que, tal y como ya reseñé en el artículo denominado “Una de cine”, fue incluido en la película de Almodóvar “Carne trémula”. En cualquier caso, me incluyo entre los muchos fieles seguidores atléticos para los que es realmente inolvidable e imperecedero el amago, sin tocar el esférico, hacia el interior, que provoca la reacción de Nadal, cómo el rojiblanco cambia bruscamente de dirección, lo que causa la caída desequilibrada del blaugrana, dejando el exterior libre para escaparse en dirección hacia la portería, burlando incluso al árbitro Prados García, que por allí se encontraba molestando, y culminar con el decisivo pase de la muerte para que Roberto batiera a Busquets (Carlos, no Sergio, que ese llegaría años después). Todo bellísimo. Yo lo tengo grabado en mi videoteca particular, pero cualquier otro interesado puede encontrarlo fácilmente en la red de redes.

  José Luis Pérez Caminero nació en Madrid el 8 de noviembre de 1967. Criado en el “más allá” de Leganés, fue subiendo paulatinamente escalones en los diferentes equipos de cantera del Real Madrid, donde participaba en posiciones ofensivas. Llegó como cúspide de su progresión madridista al Castilla. Nunca llegó a jugar con el primer equipo (ellos se lo perdieron). Debutó en Primera División en la temporada 1989-90, defendiendo la blanquivioleta camiseta del Valladolid. Allí permaneció en esta primera etapa durante cuatro campañas, la última en la Segunda División, pero consiguiendo de inmediato el ascenso a la categoría reina perdida en la anterior. En el equipo pucelano fue retrasando su posición en el terreno de juego, llegando su consagración como mediocentro defensivo y defensa central. Recuerdo un encuentro de competición europea en el que estuvo sublime en este último puesto, despejando esférico tras esférico, merced sobre todo a su sobresaliente juego aéreo.
  Es fichado por el Atlético de Madrid para la temporada 93-94. Similitudes con el genio gaditano Kiko, que arriba ese mismo ejercicio. En ambos casos su mejor rendimiento se alcanzaría dos años después, campaña 95-96, la del maravilloso, glorioso e inolvidable (no me canso de calificarlo así) doblete. La diferencia estriba en que la adaptación de Caminero es más rápida que la de Kiko y ya en sus dos primeras temporadas demuestra su magnífico nivel. De hecho, el mejor partido que recuerdo haberle visto jugar jamás a Caminero no tuvo lugar con ocasión de título alguno, sino en el trance amargo de luchar por la permanencia. En las dos Ligas anteriores al doblete, 93-94 y 94-95, el equipo estuvo pugnando por la salvación hasta las últimas jornadas. En algún momento se vio el panorama muy negro. Los jugadores exprimieron entonces su máximo potencial y se consiguió evitar tamaño desastre (que, como de todos es desgraciadamente sabido, se materializaría pocos años después).
  En uno de esos partidos al límite, jornada 37ª y penúltima de la Liga 94-95, frente al Zaragoza, Caminero estuvo excelso. Se veía que cogía el balón y hacía con él lo que quería. Templaba, mandaba, se escapaba, regateaba, daba pausa al juego cuando era necesario, se veía perseguido por un rival tras otro sin que osaran siquiera arrebatarle el cuero. El partido se ganó al final, tras no poco sufrimiento, por dos goles a cero. El primero, de penalti cometido sobre nuestro protagonista de hoy y convertido por Geli, mediada la primera parte y el segundo, de Manolo, que había sustituido a un inoperante (como casi siempre) Tren Valencia, a dos minutos de la finalización. Sería su último gol como rojiblanco, ya que abandonó la plantilla al concluir esa temporada. A un minuto del final, el entrenador, Carlos Aguiar, reemplazó a Caminero por Paulino, con el fin de que recibiera una de las ovaciones más sincera y agradecida que he podido constatar jamás en el Calderón. En la última jornada, un empate a dos en el Sánchez Pizjuán contra el Sevilla (¿con “biscotto” incluido?) rubricó la permanencia.

  Cuando llegó a la plantilla rojiblanca, Caminero modificó su posición sobre el terreno de juego. En un año convulso para el banquillo, por el que desfilaron Jair Pereira, Heredia, Emilio Cruz, Ovejero, Romero y D´Alessandro, todos ellos contaron con el madrileño para posiciones ofensivas. Desde el principio comenzó a jugar y a rendir satisfactoriamente bien como segundo punta, bien como centrocampista ofensivo, o bien por la banda, tanto derecha como izquierda, pero siempre con más vocación atacante que defensora. Dejando para ocasiones especiales, por necesidades del equipo, sus antiguas posiciones vallisoletanas. Por ese motivo, resulta incongruente que Jesús Gil vendiera el fichaje como el relevo natural y perfecto del hispano-brasileño Donato, traspasado en ese mismo ejercicio al Deportivo de la Coruña, para evitar así protestas del público por dejar salir a uno de los principales activos de la plantilla, que efectivamente jugaba en los mismos puestos de mediocentro defensivo o defensa central. Como si fueran ambos incompatibles. Y no lo eran en absoluto.
  Toda la etapa rojiblanca de Caminero se traduce en un jugador sumamente comprometido con los compañeros, con el espectáculo y con la afición. Su tremendo corpachón parecía incapaz de destilar tanta habilidad con el balón en los pies. Su aportación al equipo fue siempre mayúscula, colaborando tanto en la creación del juego, como buen centrocampista que era, como en la culminación, llegando por sorpresa y desde atrás a rematar con precisión y elevado acierto, tanto con el pie como con la cabeza, los servicios de sus compañeros. Todo ello con el aditamento de su rendimiento defensivo que, sin embargo y según algunos, no era muy destacado (típico e injusto sambenito que muchos jugadores de calidad deben arrastrar de forma inmerecida). Al contrario, defendía y luchaba como el que más. No en vano por ello su cántico entre la afición era, mezclando un típico dicho madrileño con la melodía del “Soy minero” de Antonio Molina, “Caminero, más cojones que el caballo de Espartero”.

  Caminero permaneció a orillas del Manzanares cinco temporadas, hasta la 97-98, cuando el entrenador Arrigo Sacchi, ya fichado para la siguiente, manifestó públicamente que no contaba con él. Regresó al Valladolid, donde todavía disputaría a gran nivel seis más, hasta la 03-04, todas en Primera División. Defendió la zamarra rojiblanca un total de 186 partidos, repartidos en 149 ligueros (desglosados a su vez en 26, 31, 37, 30 y 25), 22 de Copa del Rey (1, 5, 10, 4 y 2) y 15 de Competiciones europeas (11 de Copa de la U.E.F.A., 3 en la 93-94 y 8 en la 97-98, y 4 de Champions League, en la 96-97). Sus goles totales anotados son 48, 40 de ellos de Liga (6, 9, 9, 14 y 2), 5 de Copa (2 tanto en la 93-94 como en la 94-95 y 1 en la 96-97) y 3 más en la Copa de la U.E.F.A. 97-98 (última de sus temporadas en la que, curiosamente, anotó más goles en esta competición, con  muchos menos encuentros disputados, que en la Liga). Todo ello salvo error u omisión y sin perjuicio de que otras fuentes consultadas contradigan estos datos (de hecho alguna lo hace, pero no quiero abrir aquí una guerra de cifras).
  De entre todos estos goles anotados, probablemente el que esté más grabado en la memoria del colectivo atlético es, curiosamente, el primero de ellos, el marcado el día treinta de octubre de mil novecientos noventa y tres, en la novena jornada de la Liga 93-94. Culminaba la recordada remontada frente al Barcelona de Johann Cruyff, el “Dream Team”, más “Dream Team” que nunca. Tras llegar al descanso con derrota por tres goles a cero, todos ellos del astro brasileño Romario, en la segunda parte los dos goles del polaco Kosecki, el de Pedro y el postrero de Caminero, en larga galopada desde la defensa a un minuto del final, motivaron el resultado final de cuatro a tres, la locura colectiva y orgiástica en el estadio Vicente Calderón y un hito para la Historia.
  Su palmarés atlético queda reducido, como otros muchos compañeros de generación (Molina, Kiko, Geli, Santi, Penev, Simeone o Pantic) a dos títulos oficiales: la Liga 95-96 y la Copa del Rey del mismo ejercicio. Ese fue el maravilloso e inolvidable añito del doblete (¿lo había mencionado antes en alguna ocasión?). En la final de Zaragoza del día diez de abril de mil novecientos noventa y seis, con entrada propia anterior en este blog, partió como titular y disputó íntegros los ciento veinte minutos, prórroga incluida. Gran número de seguidores atléticos aún recuerdan, al cabo de tantos años, como en un final de intensísima emoción, prolongó la angustia en un malogrado mano a mano frente a Busquets, que parecía sencillo y que hubiera sentenciado la final, ya en los últimos instantes y con el que sería resultado definitivo de uno a cero ondeando en el marcador, con el celebérrimo gol de cabeza de Pantic. Muchos de los que allí estuvimos casi saltamos al terreno de juego a estrangularle en vivo y en directo.
  Con la selección española disputó veintiún encuentros, todos ellos con Clemente de seleccionador y todos ellos mientras defendía la camiseta rojiblanca del Atlético de Madrid. Debutó el día ocho de septiembre de mil novecientos noventa y tres (es decir, recién estrenado con su nuevo club), en partido amistoso contra Chile, celebrado en el estadio Rico Pérez de Alicante, en el que se venció por dos goles a cero, ambos de Julen Guerrero, uno de ellos de penalti. Sustituyó en la posición de mediocentro a Guardiola. Su convincente actuación motivó que el seleccionador contara desde entonces en adelante con su participación. No ya como suplente, sino como titular en la mayoría de los partidos.

 Su primer gol, de los ocho que anotaría como internacional, llegaría poco después. El trece de octubre de mil novecientos noventa y tres, en partido clasificatorio (y decisivo; o se ganaba o no había nada que hacer. Todavía quedaba además otro más decisivo aún, el definitivo, el mes siguiente frente a Dinamarca) para el Mundial de Estados Unidos 94 frente a Irlanda en el legendario estadio dublinés de Landsdowne Road. Victoria española por tres goles a uno. El primero, de Caminero, con una violentísima volea. Los dos siguientes, de Julio Salinas, “a su estilo”. Todo ello antes de la primera media hora, dejando el encuentro ya sentenciado. El irlandés Sheridan descontó en la segunda parte. Este partido se recuerda como inconmensurable de Nadal, el que casi tres años después sería víctima del mítico regate con el que hemos abierto este artículo. Cortaba todo lo cortable, con el pie o sobre todo con la cabeza (los irlandeses abusaron de su tradicional juego aéreo) para luego salir además con el balón jugado con una majestuosidad nunca vista hasta entonces (ni después) en este jugador, dejando tirados a sus rivales incapaces de arrebatarle la pelota.
  Participó en las fases finales del reseñado Mundial de Estados Unidos 94, donde jugó en cuatro de los cinco partidos allí celebrados, contra Corea del Sur, Alemania, Bolivia (marcando dos goles) e Italia (anotando un gol más, antes de que Julio Salinas marrara una clarísima ocasión solo ante el portero y que Tassotti le arreglara la nariz a Luis Enrique), y de la Eurocopa de Inglaterra 96, donde colaboró en tres de los cuatro, contra Bulgaria, Francia (marcó el gol español) e Inglaterra, que nos eliminó en cuartos de final a los penaltis. Éste sería su último entorchado. No volvería a la selección, pese a que continuaba ofreciendo un mayúsculo rendimiento en su equipo.

  Con el paso del tiempo, ha retornado al club en el que se convirtió en leyenda, en el puesto de Director deportivo. Desde aquí le deseamos muchísima suerte en su cometido. Si le va bien, es obvio que le irá también bien a nuestro querido club.  


JOSÉ MIGUEL AVELLO LÓPEZ

jueves, 11 de abril de 2013

EN RUTA: REAL MADRID


EN RUTA: REAL MADRID

  En anteriores artículos repasé todas aquellas finales del equipo a las que asistí personalmente. Voy a rememorar también todos aquellos otros encuentros a domicilio a los que igualmente acudí. Costumbre muy extendida en otros países, aquí no tanto, al menos hasta épocas recientes. La lista de los partidos caseros sería abrumadora. La de los vistos por televisión, casi interminable. Una forma de repasar, siquiera ligeramente, la historia del club es repasar estos partidos foráneos, distribuidos a lo largo de los años. Para que no resulte de excesiva extensión, me limitaré al hecho concreto de los datos objetivos (fecha, resultado y poco más), con alguna breve pincelada personal. En estas líneas me dedicaré al equipo eterno rival y vecino del Real Madrid y su estadio Santiago Bernabéu, sin duda alguna el recinto adversario por mí más visitado, por evidentes razones de proximidad, dejando para un futuro artículo todos los encuentros de los demás equipos, que precisaron de desplazamiento. En muchas ocasiones, como es lógico, los partidos estarán conectados con otras entradas del blog, en las que se analizaron en su día aspectos diversos, a las que haré la oportuna referencia. Comencemos.

  1.- 22 de abril de 1979. Jornada 28ª de la Liga 78-79. Real Madrid -1- (Santillana); At. Madrid -1- (Rubén Cano). Recientemente tratado en este blog, bajo el título “Mi (auténtica) primera vez”, al que me remito para evitar repeticiones innecesarias.
  2.- 4 de mayo de 1980. Jornada 32ª de la Liga 79-80. Real Madrid -4- (Santillana, Arteche en propia meta, Roberto Martínez y Sierra en propia meta); At. Madrid -0-. Tras una primera parte igualada, los blancos se desmelenaron en la segunda y nos golearon merecidamente. De este partido resaltan en mi memoria tres circunstancias: los dos autogoles, hecho nada frecuente, el bailecito de Luiz Pereira dedicado al fondo sur, al que me referí en la entrada dedicada al astro brasileño, y el espontáneo grito de “vikingos no”, dirigido a Pérez García tras violenta entrada a Rubio, primera vez que lo oía y, al menos para mí, origen de tal calificativo para los madridistas, tal y como ya relaté en la entrada denominada “Indios y vikingos”.
  3.- 26 de septiembre de 1981. Jornada 2ª de la Liga 81-82. Real Madrid -2- (Santillana y Stielike); At. Madrid -1- (Quique). Típico partido de esta época. Jugamos mejor que ellos y perdemos. Tras una primera parte con ligera superioridad madridista y gol (esta vez con el pie) de Santillana, Quique iguala de cabeza a la salida de un córner, recién iniciada la segunda, y empezamos a apabullarles hasta el final. Pero un lejanísimo disparo del alemán Stielike deshace el empate. De ahí a la conclusión, acoso total sin derribo.
  4.- 3 de febrero de 1982. Esa misma temporada, ida de los cuartos de final de la Copa del Rey. Real Madrid -0-; At. Madrid -0-. Acudimos un numeroso grupo de compañeros de clase, del entonces C.O.U, mezclados atléticos y madridistas. Portentosa exhibición del cancerbero canterano Mejías, que prácticamente debutaba ese día. Buen resultado para la vuelta. Pero un error en ella (el único en toda la eliminatoria) del propio Mejías permitió a Gallego anotar el gol que nos apeaba.           
  5.- 26 de septiembre de 1982. Jornada 4ª de la Liga 82-83. Real Madrid -3- (Ito, Isidro y Pineda); At. Madrid -1- (Rubio). Disputadísimo e intensísimo encuentro por ambas partes. Tras vernos dos a cero abajo, reaccionamos admirablemente pero la remontada quedó frustrada con su tercer gol. De este encuentro recuerdo especialmente la tremenda deportividad entre los contendientes, alejada de la conflictividad de otros derbis, y el enorme encuentro del semi-debutante Pedraza.
  6.- 30 de octubre de 1983. Jornada 9ª de la Liga 83-84. Real Madrid -5- (Metgod, Juanito, Santillana, Stielike y Ángel); At. Madrid -0-. Nada que objetar. Fueron muy superiores y esta vez nos barrieron, haciendo el marcador más lacerante por los dos últimos goles, muy cerca del final. Acudí también en grupito con antiguos compañeros de C.O.U.. Ese día Luis decidió confiar en el suplente Cabrera, pero su flojo rendimiento le privó de la titularidad hasta bastante tiempo después.
  7.- 15 de junio de 1985. Partido de vuelta de la final de la Copa de la Liga de la temporada 84-85. Real Madrid -2- (Stielike y Michel); At. Madrid -0-. En la jornada 32ª de Liga el Aleti había defenestrado a los blancos en el Bernabéu por cero goles a cuatro. No pude asistir por encontrarme con la facultad en Italia de viaje de paso del Ecuador. Me enteré del resultado en Roma y lo celebré profusamente en el hotel. Por consiguiente, en esta campaña mi visita al estadio blanco se redujo a la final de la extinta Copa de la Liga. Tras un apretado tres a dos en la ida, caímos, y perdimos la final por dos goles  a cero. Una vez más, el marcador fue generoso con ellos y rácano con nuestros merecimientos. Fui con mi hermano, habitual acompañante, y mi hermana, esporádica acompañante (se pueden contar con los dedos de una mano, y sobran dedos, los partidos de fútbol a los que acudió).
  8.- 6 de octubre de 1985. Jornada 6ª de la Liga 85-86. Real Madrid -2- (Valdano y Santillana); At. Madrid -1- (Ruiz). ¿Recuerdan lo de jugar más y mejor que ellos y perder?. Pues en este partido fue sangrante. Valdano y Ruiz anotaron sendos goles al principio. El cancerbero Ochotorena despejó con el puño fuera del área, lo que hoy sería expulsión. Todo el juego y el peso del partido eran de rayas rojas y blancas. Los blancos ni se acercaban. Hasta que a cinco minutos del final centra Butragueño y volea “made in” Santillana. Nueva derrota que no responde a los merecimientos sobre el terreno de juego.
  9.- 26 de marzo de 1987. Jornada 33ª de la Liga 86-87. Real Madrid -4- (Sanchís, Martín Vázquez -2- y Butragueño); At. Madrid -1- (Julio Salinas). Esta vez sí. Fueron muy superiores y con la “Quinta del Buitre” en pleno apogeo nos barrieron. Sin paliativos. El gol postrero atlético, muy al final, no hizo sino maquillar el resultado. Martín Vázquez adquirió la titularidad de Valdano, recién enfermado de la hepatitis que le retiraría del fútbol, para ofrecer su mejor rendimiento y no soltarla en mucho tiempo.
  10.- 3 de junio de 1987. En la misma temporada, ida de la semifinal de la Copa del Rey. Real Madrid -3- (Hugo Sánchez -2- y Butragueño); At. Madrid -2- (Quique y Marina). Las cosas pintaban muy negras. A falta de un cuarto de hora, derrota por tres goles a cero. Arranque de genio atlético y dos goles finales dejaban la eliminatoria en el aire. En la vuelta, la victoria por dos goles, de Uralde y Marina, a cero, dieron el paso a la final contra la Real Sociedad en La Romareda, con empate a dos y derrota en los penaltis.
  11.- 7 de noviembre de 1987. Jornada 10ª de la Liga 87-88. Real Madrid -0-; At. Madrid -4- (Julio Salinas, Futre y López Ufarte -2-). Uno de los recuerdos más imborrables de todo atlético asiduo visitante del Bernabéu. Les mojamos la oreja bien mojada. En la primera temporada de Jesús Gil en la Presidencia, sin duda su mayor alegría. Y de paso la de los demás atléticos. Venían de eliminar al Oporto en la Copa de Europa, con actuación estelar del ex-atlético Paco Llorente incluida, y nuestro equipo ofreció una exhibición absoluta, con el “achique de espacios” de Menotti y una veloz salida al contragolpe. Maravillosos Arteche y Goicoechea en defensa y Futre y López Ufarte arriba. Y por encima de todos ellos, en mi modesta opinión, el centrocampista Eusebio.
  12.- 3 de diciembre de 1988. Jornada 14ª de la Liga 88-89. Real Madrid -2- (Julio Llorente y Martín Vázquez); At. Madrid -1- (Manolo). Durante mucho tiempo a este partido se le conoció entre los atléticos con el sobrenombre de 3D. Y todos sabíamos a los que nos referíamos. Otro partido imborrable, en este caso por muy distintas razones. Sobre todo, por la vergonzante actitud, poco ejemplar, nada edificante y exenta totalmente de compañerismo, del guardameta Buyo, de la que durante mucho tiempo después los madridistas, incluso los más recalcitrantes, se avergonzaban. Provocó la injusta expulsión de Orejuela. Tan injusta, que no recibió sanción alguna posteriormente. El gol de Martín Vázquez, en el descuento. Para más detalles, consultar la entrada de este blog dedicada a Futre.
  13.- 21 de junio de 1989. Real Madrid -1- (Butragueño); At. Madrid -0-. Una vez más, semifinal de la Copa del Rey en casa blanca. En este caso, partido de vuelta. La ida en el Calderón había zanjado prácticamente la eliminatoria, con victoria merengue por dos goles a cero. Con Briones en el banquillo, dirigido remotamente por el entrenador fichado para la próxima temporada, Clemente (cosas de Gil), fue un quiero y no puedo. Pasaron merecidamente.
  14.- 30 de noviembre de 1989. Vuelta de los cuartos de final de la Copa del Rey. Real Madrid -2- (Hugo Sánchez -2-); At. Madrid -0-. Una eliminatoria copera más, en este caso en una ronda anterior. Tras la ida, cero a cero, todo se resolvió en el Bernabéu. Fueron mejores y poco hay que objetar. Un único pero: el primer gol, de lanzamiento libre, fue producto de una inexistente falta.
  15.- 6 de enero de 1990. Jornada 18ª de la Liga 89-90. Real Madrid -3- (Martín Vázquez -2- y Schuster); At. Madrid -1- (Bustingorri). Tras los dos goles iniciales recién comenzado el encuentro el navarro Bustingorri marcó su único gol atlético para sentenciar luego Schuster, que a la temporada siguiente cambiaría de acera. Típico partido planteado por Clemente, con mucho músculo en el centro del campo. La consecuencia fue que nos presentamos poco por el área rival. Caprichosa decisión de alinear al guardameta Elduayen, excelente por otra parte, pero despojando con ello de la titularidad a un por entonces inconmensurable Abel.
  16.- 12 de enero de 1991. Jornada 18ª de la Liga 90-91. Real Madrid -0-; At. Madrid -3- (Manolo, Juanito y Rodax). La gran alegría rojiblanca en feudo blanco de la década de los 90. Un partido para enmarcar. Ataque con precisión y peligro. Y, por encima de todo, una defensa mayestática, que hacía casi inexistente la necesidad de reclamar ayuda a Abel. Este partido se incardina dentro del legendario record de imbatibilidad de éste, como ya se relató en la entrada a él correspondiente. Contribuyó indudablemente su ex-compañero Hugo Sánchez, que marró un penalti en forma lastimera, con un horripilante disparo que salió cerca del banderín de córner. Menos de un mes después, ida de los octavos de final de Copa, con empate a uno y Rodax partiéndose literalmente la cara al chocar con Sanchís. Se pasaría de ronda y ello permitiría ganar la Copa de 1991. No obstante, no pude acudir personalmente a este último por razones profesionales.
  17.- 16 de mayo de 1992. Jornada 35ª de la Liga 91-92. Real Madrid -3- (Luis Enrique, Butragueño y Maqueda); At. Madrid -2- (Manolo y Aguilera). Una vez más, el viejo adagio de jugar mejor y perder. Era un partido además especialmente trascendente, dada su proximidad al fin de Liga, que ambos equipos se disputaban junto al Barcelona. La derrota nos descolgó. Y los madridistas lo harían luego en Tenerife. 0-1, empate y tras nuestro segundo gol, quedaron “groggy” por completo. No existían. Pero a falta de juego dos ramalazos de garra (que eso nunca hay que negárselo al rival blanco) de Butragueño y Maqueda (en el que posiblemente sea su único gol como madridista) dieron el vuelco final. Poco después nos vengaríamos en la inolvidable final de Copa del 92 (remisión a su correspondiente entrada) pero, dado que pese a celebrarse en su estadio era terreno neutral, como toda final, no se debe incluir en este artículo.
  18.- 12 de junio de 1993. Jornada 37ª y penúltima de la Liga 92-93. Real Madrid -1- (Hierro); At. Madrid -0-. La victoria les era imprescindible para ganar la Liga. A la semana siguiente la volverían a perder en Tenerife. Nosotros nada nos jugábamos. El resultado era, pues, evidente. Me agradó mucho en nuestro equipo el joven Acosta, excelente centrocampista que sin embargo no llegó a triunfar plenamente con nuestros colores.
  19.- 4 de enero de 1994. Ida de los octavos de la final de la Copa del Rey. Real Madrid -2- (Zamorano y Míchel de penalti); At. Madrid -2- (Caminero). Impresionante partido de Caminero, que anuló por completo a todo el centro del campo adversario. De nuevo merecimos mejor resultado. En la vuelta, vencieron por dos a tres, pasando la eliminatoria.
  20.- 19 de febrero de 1994. Jornada 24ª de la Liga 93-94. Real Madrid -1- (Morales); At. Madrid -0-. Una vez más, siento ser tan repetitivo, ganaron sin ser mejores. De este encuentro destacan tres hechos básicos: el impresionante partido de nuestro defensa central López, en mi opinión el mejor jamás por él jugado, el gol cerca del final del efímero Morales, que desapareció del mapa tan rápido como irrumpió, y un tercero, ya apuntado de soslayo en el artículo dedicado a Luiz Pereira, el deleznable y denigrante espectáculo racista centrado en nuestro centrocampista costamarfileño Maguy, al que todo el estadio vituperaba imitando el tristemente célebre grito del mono. Perdón. Rectifico. Todo el estadio no. Un pequeño sector no lo hacía. Simplemente reía la gracia. En la época actual todo ello hubiera acarreado gravísimas consecuencias.
  21.- 18 de noviembre de 1995. Jornada 13ª de la Liga 95-96. Real Madrid -1- (Raúl); At. Madrid -0-. Incluso en el glorioso añito del doblete perdimos siendo mejores que ellos. El tempranero gol de Raúl no pudo ser igualado, a pesar de que atacamos más y mejor. Se consumó la primera derrota de la temporada, en un momento en el que llegábamos mucho más en forma que los blancos. Pero, en fin, bien está lo que bien acaba.
  22.- 14 de junio de 1997. Jornada 41ª y penúltima de la Liga 96-97. Real Madrid -3- (Raúl, Hierro y Mijatovic); At. Madrid -1- (Esnáider). Con este triunfo el Real Madrid ganaba la Liga, con Capello en el banquillo. Fuimos meros convidados de piedra al éxito merengue, en un partido de celebración en el que, no obstante, se pitó por parte del público local a su centrocampista argentino Redondo.
  23.- 30 de agosto de 1997. Jornada 1ª de la Liga 97-98. Real Madrid -1- (Seedorf); At. Madrid -1- (Juninho). La enésima vez que no obtenemos la victoria pese a desplegar sobre el terreno de juego mejor fútbol. Debutaban con nuestra zamarra dos estrellas: Juninho, autor del gol inicial a pase magistral (como todos los suyos) de Kiko, que demostró sus superlativas cualidades pre-Salgado, y Vieri, que ese día se hartó de fallar goles, para mofa, chanza y escarnio de la hinchada rival, que profetizaban el fracaso del fichaje. Terminaría la temporada siendo pichichi. Los madridistas consiguieron el empate con el inolvidable disparo del holandés Seedorf desde el centro del campo.
  Y 24.- 17 de enero de 1999. Jornada 18ª de la Liga 98-99. Real Madrid -4- (Mijatovic, Morientes -2- e Iván Campo); At. Madrid -2- (Juninho y Correa). Trepidante partido en el que en esta ocasión sí que fueron superiores. Al menos con su sello tradicional de ritmo vertiginoso, desdeñando el centro del terreno. Morientes anotó dos tantos tras varios meses de sequía goladora. E Iván Campo…¡marcó gol!. Nuestro equipo debe de ser el único que puede afirmar que le endosó uno.
  Y fin. Poco después fijé mi residencia en Zaragoza y desde entonces no he vuelto a asistir a derbi alguno en el Santiago Bernabéu. Sí que he visitado mucho La Romareda para ver al Aleti. Pero esa es otra historia, que se relatará en un futuro artículo.
  Como colofón, puedo recapitular brevemente mi estadística particular en partidos de visitante en el estadio madridista. Veinticuatro encuentros presenciados. Dos victorias, cuatro empates y dieciocho derrotas. Veinticuatro goles a favor y cincuenta en contra. Nada alentador, desde luego. Pero las dos victorias ahí quedan. Perdurarán para la posteridad, por su brillantez, claridad y por lo bien que nos lo hicieron pasar.                




JOSÉ MIGUEL AVELLO LÓPEZ

jueves, 4 de abril de 2013

CAPÓN

CAPÓN

  El recuerdo más vívido que tengo de Capón, quizá por ser el más reciente en el tiempo, es el de su partido homenaje. Y no es especialmente agradable. Más bien triste. Tras más de diez años defendiendo la elástica rojiblanca (por ese motivo, tal y como era preceptivo en la época, adquirió derecho a dicho encuentro) se celebró en el estadio Vicente Calderón el día 25 de noviembre de 1980. El que hiciera unos meses que había abandonado el club, el poco atractivo del rival (la selección de la U.R.S.S., muy potente pero con poco reclamo popular; al menos en esos años, donde ya militaba bajo palos un tal Dasaev), la noche entre semana con niebla, frío, lluvia y viento y el hecho de que se retransmitiera por Televisión Española (por aquel tiempo, la mejor de España) provocó que las gradas apenas estuvieran pobladas, lo que descorazonó en grado sumo al protagonista. En diversas entrevistas muchos años después, confesó que incluso llegó a llorar lágrimas de rabia y frustración. Por esa razón, recuerdo que apenas iniciado el encuentro, al segundo minuto, recibió un balón pegado a la banda derecha, que ese día defendía, y, sin hacer ademán de jugarlo, lo cogió con sus manos y lo ofreció al escaso público asistente. Fue sustituido por Marcelino. Concluía así, con un poso de tristeza y amargura, una brillante trayectoria atlética, un lateral que defendió bravamente los colores rojiblancos por la sencilla razón de que era “su” equipo y optó por permanecer en él durante muchos años. No sé si será casualidad, pero es posible que lo desangelado del espectáculo, lejos de otros partidos de esas características míticos en el Calderón, como el de Luis o el de Gárate, contribuyera a que fuera el último partido homenaje que haya ofrecido el Club. Por cierto, para rematar la faena, se perdió por cero a tres.
  José Luis Capón González nació en Madrid el día 6 de febrero de 1948. Castizo, del barrio de Legazpi. Perdió a su padre siendo niño. Desde muy pequeño, las influencias familiares y de su barrio, profundamente rojiblanco, motivan que dichos colores se incardinen marcadamente en su sentimiento. Y todos los buenos aficionados sabemos que cuando eso pasa ya no hay marcha atrás. Destacó a finales de los años sesenta en el centro del campo del equipo madrileño del Plus Ultra, antecesor del Castilla. Por entonces no era exactamente un equipo filial del Real Madrid, pero sí era cierto que el equipo blanco tenía derecho preferencial sobre sus jugadores. Por consiguiente, concluyendo la temporada 68-69, quieren incluirle, en unión de su compañero de equipo Salcedo, en su plantilla. Pero las fuertes y profundas convicciones rojiblancas de ambos protagonistas, dos de los más destacados bigotes atléticos de la década de los setenta, provocaron que rechazasen tal oferta y se decantasen por la de la acera de enfrente.
  Capón arribó a nuestra plantilla, por consiguiente, en la temporada 69-70. E inició la ardua tarea de todo joven jugador procedente de las categorías inferiores: hacerse un hueco en un equipo plagado de estrellas. El primer año fue destinado al Reyfra Atlético, filial colchonero antecesor del Atlético Madrileño. Sus convincentes actuaciones permiten el ascenso al primer equipo para la temporada siguiente, 70-71. Pero no consigue la confianza del entrenador de entonces, Marcel Domingo, y apenas juega. No obstante, existe un hito destacado en ese ejercicio, curiosamente un partido amistoso, patrocinado por la Asociación de la Prensa: el 6 de enero de 1971, despunta poderosamente en la confrontación entre un combinado de los equipos de Madrid, reforzado por el malaguista Viberti, y el Dinamo de Zagreb. Juega extraordinariamente de centrocampista, anota un golazo lejano y se da a conocer al gran público. En la obra de Universo Editorial, S.A., “Equipos con historia. Atlético de Madrid”, el mismo Capón lo rememora como decisivo en su trayectoria, aparte de confundir al rival (cita al Dukla de Praga) y recordar con sorna la anécdota de cuando fue preguntado Marcel Domingo sobre la destacada actuación de su pupilo y éste contestó que “ese del bigote no sé quién es; no juega en el Atlético”.
  Al menos ese partido le sirvió para que el técnico francés reparara en él. Al final, en esa primera campaña juega en cinco encuentros de Liga y dos de Copa de Europa. Su debut oficial tuvo lugar el día 17 de enero de 1971 (poco después de su “descubrimiento”), en la jornada 18ª de Liga, frente al Zaragoza en casa. Victoria por tres goles a cero, anotados por Gárate y en dos ocasiones Irureta. Sustituye a Ufarte. En la misma obra anteriormente reseñada, Capón recuerda de nuevo erróneamente que el debut fue en la siguiente, 19ª, frente al Celta en Balaídos. Sustituyó a Salcedo, recordando con gracejo que el campo estaba anegado y que su impetuosidad hace que casi se ahogue en un gran charco. Su único partido completo fue contra el Granada, en la jornada 26ª, donde ya retrasa su posición al lateral derecho.
  La temporada siguiente, 71-72, es cedido al Burgos, entonces en Primera División, para completar su formación, en unión de otro defensa central o centrocampista defensivo que también haría luego importante carrera atlética, Benegas, tal y como ya se relató en la entrada de este blog a él correspondiente. Juega espectacularmente bien todos los partidos menos dos (los dos frente al Aleti, por contrato). Su mayúsculo rendimiento permite su regreso por la puerta grande en la 72-73, adquiriendo de inmediato la titularidad en el lateral izquierdo, pese a ser diestro (pero con un gran manejo también de la zurda) heredando la posición, el dorsal número 3 e incluso la taquilla de Calleja, recién retirado y uno de sus ídolos de infancia.
  Y ya no perdería dicha titularidad hasta la temporada 79-80. Casi siempre en el lateral izquierdo, pero a veces también el derecho, cuando dejaba libre el opuesto para Quique o Panadero Díaz. Su última temporada ya disputó algún encuentro menos, compartiendo posición con el joven Sierra. En total defendió la elástica rojiblanca en 269 encuentros oficiales: 200 de Liga (por una vez, y sin que sirva de precedente, las diferentes fuentes consultadas coinciden en tan bonito y redondo número), repartidos en sus ocho campañas tras el regreso en 22, 24, 27, 31, 29, 27, 21 y 14 (si bien aquí, en este reparto, sí que hay diferencia entre fuentes; algunas reducen su primera temporada a 4 y añaden uno más, 28, en su tercera tras el retorno), además de otros 34 de Copa (en su caso, del Generalísimo y del Rey), 33 de competiciones europeas y 2 de la final de la Copa Intercontinental. Fue uno de los primeros laterales modernos, defendiendo su parcela, derecha o izquierda, con sobriedad y contundencia, intimidando a los rivales por su velocidad y anticipación (y es posible que algo también por su poblado mostacho), pero sabiendo sumarse al ataque cuando fuera menester, colaborando con un buen puñado de goles para ser defensa lateral (6, 7 u 8 de Liga, aquí curiosamente sí que hay discrepancia entre fuentes, y 1 en Copa de Europa, en la temporada 72-73, el año que llegamos a la final, en la vuelta en casa frente al Dinamo de Bucarest de los octavos de final, 7 de noviembre de 1973, consiguiendo el definitivo empate a dos, el otro gol de Ayala, que permitía el pase de ronda tras la victoria por cero goles a dos en Rumania). Es posible que a todo ello contribuyera su pasado de mediocampista de clase y recorrido. Durante muchos años, los niños aficionados del Aleti disfrutamos de dos laterales excelentes y adaptados a los tiempos modernos como Marcelino y Capón. Tras abandonar la ribera del Manzanares recaló en el Elche, en Segunda División, donde jugó una temporada más a muy alto nivel.
  Su palmarés rojiblanco incluye dos Campeonatos de Liga (temporadas 72-73 y 76-77; algunas fuentes incluyen también el de la 69-70, pero ese año fue jugador oficialmente del filial y no disputó encuentro alguno con el primer equipo, como ya hemos visto). Una Copa (la última del Generalísimo, 75-76, con el inolvidable gol de Gárate de cabeza en plancha a Junquera, su último gol, en el Bernabéu frente al Zaragoza), en la que disputó la final como titular e íntegramente en el lateral izquierdo. En la conquistada en la 71-72 frente al Valencia, también el Bernabéu, estaba cedido en el Burgos. Y la Copa Intercontinental de la campaña 74-75, tras doble partido frente al Independiente, 12 de marzo de 1975 en Avellaneda, con derrota por un gol a cero, y 10 de abril siguiente en el Calderón, con la recordada victoria por dos a cero, mediante los míticos goles de Irureta y Ayala. Fue titular en ambos encuentros en el lateral izquierdo, dejando el derecho a Melo. Idéntica circunstancia de doble titularidad en ese lateral, dejando el opuesto al mismo jugador, Melo, se produjo en la “casi”, la dramática derrota en la final de la Copa de Europa del año anterior frente al Bayern de Munich, tras dos encuentros, el primero empate a uno y el de desempate con victoria germana por cuatro a cero.               
   Por supuesto su elevado nivel hizo que alcanzara los fastos de la internacionalidad. Lo fue en trece ocasiones, todas ellas con Ladislao Kubala de seleccionador. Durante mucho tiempo, toda la parte central de la década de los 70, desde que se dejara de contar con Ufarte, Gárate e Irureta y hasta que se empezara a hacerlo con Marcelino, Leal y Rubén Cano, fue la única aportación atlética a la Selección española.  De esos trece entorchados citados, seis (sobre todo los primeros) lo fueron en la posición de lateral izquierdo y siete (sobre todo los últimos, a partir de la llegada de Camacho) en la de lateral derecho. Es decir, que en contra de lo usual en su club, Capón jugó en la Selección más veces por la derecha que por la izquierda, ya que la coincidencia con el madridista Camacho, zurdo cerrado, provocaba el cambio de banda del atlético, más versátil y capaz de adaptarse, dado que, al fin y al cabo, recordemos, era diestro.
  Debutó el día 24 de noviembre de 1973, en amistoso frente a la República Federal Alemana celebrado en el Neckarstadion de Stuttgart. Derrota por dos goles a uno. El español, de Claramunt. Sustituyó a Sol en el lateral derecho. Por cierto, que sería la única vez que no disputó el encuentro completo. En sus otras doce internacionalidades, disputó el partido como titular e íntegro. El único atlético que compartió alineación con él fue Gárate, en una de sus postreras convocatorias. Su último encuentro fue contra Rumania en Bucarest, en partido clasificatorio para el Mundial de Argentina 78, el 16 de abril de 1977, con derrota por uno a cero con autogol de Benito. Esto nos dificultaría sobremanera la clasificación, la cual finalmente se obtendría con el mítico tanto de Rubén Cano frente a Yugoslavia en Belgrado. Ese día en tierras rumanas debutaban precisamente el hispano-argentino y Leal, y poco después Marcelino, ofreciendo el anteriormente anunciado relevo atlético en “La Roja”.
  La ofensividad de Capón le permitió incluso anotar un gol como internacional. En su séptimo entorchado, partido frente a Dinamarca en Barcelona, en el viejo Sarriá, clasificatorio para la Eurocopa de 1976, el día del Pilar, 12 de octubre de 1975, se venció por dos goles a cero. El primero de Pirri. Y el segundo de Capón, a cinco minutos del final, culminando una elaborada jugada de ataque de todo el equipo. En una reciente entrevista de la página web de la Federación Española de Fútbol, recuerda como su partido internacional más destacado el celebrado en el Sánchez de Pizjuán de Sevilla el día 10 de octubre de 1976, frente a Yugoslavia, en la misma fase de clasificación para Argentina 78 anteriormente reseñada. Se venció por un gol a cero, anotado por Pirri de penalti cometido sobre Juanito, pero los yugoslavos nos superaron con creces en juego y merecieron mejor resultado. La línea defensiva, entre ellos Capón, que tuvo una actuación excelente, tuvieron que redoblar esfuerzos. Y cuando los defensas no llegaban, atrás, en la portería, se encontraba un magistral e inconmensurable Miguel Ángel, que cuajó un partido legendario. Sin duda alguna, su mejor encuentro como internacional.
  En definitiva, Capón plasma todo lo que el buen seguidor rojiblanco le pide, ahora y siempre, a sus jugadores: compromiso, lealtad, identificación con los colores y lucha sin fin. En todo ello iba sobrado. No en vano se trataba de un defensa “de bigotes”.      


JOSÉ MIGUEL AVELLO LÓPEZ