miércoles, 6 de junio de 2012

ASTURIANOS POR EL MUNDO...ATLÉTICO


ASTURIANOS POR EL MUNDO…ATLÉTICO.

  Nací en Madrid. Allí, en diferentes barrios, discurrió toda mi infancia, adolescencia y primeros años de juventud. Desde hace más de una década vivo en Aragón. Ambas tierras, la natal y la de adopción, me parecen estupendas y maravillosas, y sus gentes generosas y acogedoras. El tópico acerca de Madrid de que allí nadie se siente de fuera me parece plenamente acertado. Cuando estoy mucho tiempo alejado de un sitio o del otro estoy deseando volver. Pero hay otro lugar en el Mundo con el que me siento plenamente identificado, en el que me encuentro especialmente a gusto, desconozco si por cuestiones genéticas (soy hijo de un natural de esa tierra) o nostálgicas (allí pasé muchos de mis veranos de niñez, en compañía de mis padres y hermanos; en cuanto nos daban las vacaciones en el colegio, a finales de junio, nos íbamos a pasar unas semanas). Y es Asturias. Sólo mentar su nombre hace que mi mente empiece a evocar con sentimentalidad y melancolía su aire, su olor, su color y su humedad. Cuando hace varios años que no he conseguido volver, siento que me falta algo y mi alma me pide acudir a la tierra de mis ancestros. Una prolongación más del cariño que profeso a la tierra asturiana, trasponiéndolo al ámbito futbolístico, es el especial afecto que me transmiten sus dos principales clubes, tanto el Oviedo como el Sporting de Gijón. Que me perdonen tanto los oviedistas como los sportinguistas, sé que es una aberración “contra natura”, pero me gusta que ambos equipos obtengan buenos resultados deportivos. Todavía no he conseguido inclinarme en beneficio de uno de ellos, lo que, en buena lógica, supondría la animadversión al contrario. Pero, como alguien muy sabio dijo, el corazón tiene razones que la razón no entiende.
  Y como otra de mis grandes inclinaciones, lo cual debe ser patente y notorio con la mera lectura de los artículos de este blog, es el Atlético de Madrid, el otro día me sorprendí a mí mismo reflexionando sobre el tema de intentar unir ambos afectos, el personal y el futbolístico. Y, obviamente, la mejor manera de hacerlo era intentar rememorar aquellos jugadores nacidos en Asturias que hayan desfilados por nuestro Club. Salvo error u omisión (al igual que en otros artículos, me agradaría en grado sumo que algún lector me pudiese aportar algún otro jugador que hubiera escapado de mi memoria) los que yo puedo recordar son los siguientes, por orden cronológico. Para mi sorpresa, no eran demasiados. Pensé en un principio, al plantearme este pasatiempo intelectual, que iban a aparecer muchos más.
  El primero del que tengo memoria es Alberto. Era un gran centrocampista, sobrio y eficaz, de mucho trabajo. Solidario en el esfuerzo y tremendamente regular. Y como colofón, sumamente deportivo. Alberto Fernández Fernández nació el diecinueve de noviembre de mil novecientos cuarenta y tres en la preciosa villa marinera de Candás, capital del concejo de Carreño. Uno de los recuerdos imborrables que tengo de mi infancia en tierras asturianas son las sardinas asadas que nos tomábamos en su puerto. Precisamente en uno de los bares allí enclavados tengo imágenes de haber visto gran cantidad de fotos colgadas en las paredes de Alberto, uno de los hijos ilustres del pueblo, y que provocó que gran parte de los candasines se hicieran aficionados  a nuestro club. Tras nueve temporadas en Segunda División, ocho en el Sporting de Gijón (desde la 60-61 a la 67-68) y otra más, la siguiente, en el Valladolid, fue fichado por el Aleti en 1969, debutando en Primera División en la temporada 69-70. Permaneció diez temporadas, hasta la 78-79, en las que disputó 277 partidos de Liga, según unas fuentes, 279, según otras, y 280 según otras más, anotando quince goles (aquí sí hay unanimidad). Hay que añadir también 45 encuentros más de Copa y 36 de Competiciones europeas. No fue internacional. En cuanto a su palmarés, obtuvo la totalidad de títulos de la gloriosa década de los 70, ya que fue la década completa en que permaneció con nuestros colores. Es decir: tres Ligas (69-70, 72-73 y 76-77), dos Copas (71-72 y 75-76) y la Copa Intercontinental de 1974-75. 
  Solía salir al terreno con el número “11”. Pero no profesaba de extremo izquierdo. Es más, no recuerdo siquiera que fuera zurdo. Por el contrario, creo recordar que era diestro. Por consiguiente, se trata de una clara manifestación más de que en los años 70 los periódicos seguían dando las alineaciones bajo el esquema táctico del 3-2-5, que ya había quedado nítidamente anticuado. La realidad es que la mayoría de los equipos ya jugaban con un 4-3-3, cuando no un 4-4-2 (incluso pasaba eso ya en los años 60; el que pueda hacerse con una grabación de la final de la Eurocopa de 1964 entre España y U.R.S.S. podrá comprobar de primera mano como nuestra selección jugaba claramente con este último esquema) . Éste era también el caso de Alberto. Pese a su habitual dorsal, era un mediocampista más, que se incrustaba en el centro del campo para ayudar a sus compañeros de línea, dejando el ataque para Gárate, Ufarte, Becerra o Ayala. Incluso otros centrocampistas, como Luis o Irureta, eran más ofensivos que él. No es que fueran incompatibles, pero su posición en el equipo titular la alternaba en muchas ocasiones con Salcedo, otro enorme centrocampista que aportaba más clase y calidad pero menos trabajo.
  El siguiente que recuerdo por orden cronológico es otro ilustre candasín (¿será mera casualidad o tendrá algo que ver el ejemplo de Alberto?), Julio Alberto, extraordinario lateral izquierdo, circunstancialmente centrocampista por esa banda, sobre todo en la selección, cuando coincidía con Camacho. Era tremendamente rápido, lo que le permitía lucir tanto en aspectos defensivos como ofensivos, ya que se sumaba con frecuencia  al ataque, aportando en todo caso sus características garra y laboriosidad, que contagiaba al resto de compañeros. Y tenía además un duro disparo. Julio Alberto Moreno Casas nació en Candás el día siete de octubre de mil novecientos cincuenta y ocho. Fue formado directamente en nuestra cantera, llegando a jugar en el primer equipo unos pocos partidos sueltos en las temporadas 77-78 (tres) y 78-79 (seis, anotando incluso un gol, en la cuarta jornada de Liga, contra el Zaragoza en La Romareda, derrota por cuatro a tres). Por consiguiente, en estos años coincidió en la primera plantilla con su paisano Alberto. La temporada siguiente fue cedido al Recreativo de Huelva, en Segunda División, para foguearse adecuadamente. Volvió en la 80-81, para ser ya el indiscutible lateral izquierdo titular del equipo, jugando veintinueve encuentros y anotando otro gol más, en la segunda jornada de Liga, contra Las Palmas en El Insular, empate a uno. A la siguiente, otros treinta encuentros. Sus destacadas actuaciones en estas dos temporadas (las dos de Alfonso Cabeza en la Presidencia) provocaron que, en unión de su íntimo amigo Marcos, fuera fichado por el Barcelona, con harto dolor por parte de la afición atlética. En particular, por los niños, que no entendían ese cambio de equipo de sus ídolos. Yo, que ya no era tan niño, no tuve un “shock” tan traumático. En algún artículo anterior ya escribí que para mí ese golpe lo sufrí con el traspaso de Irureta al Athletic de Bilbao. No consiguió título alguno con nuestro equipo.
  Sí que logró engrosar su palmarés en las filas del Barcelona. Con dos Ligas, tres Copas y una Recopa. Fue treinta y cuatro veces internacional, todas con Miguel Muñoz de seleccionador, desde 1984 hasta 1988 (por tanto, ninguna de ellas mientras defendía la casaca rojiblanca), disputando las fases finales de la Eurocopa de 1984 y Mundial de 1986.
  El siguiente que podemos citar es nuestro actual gerente, Clemente, que en los primeros ochenta defendió nuestros colores como defensa lateral, tanto por la derecha como por la izquierda, con igual eficacia, pese a ser diestro. Era regular, sobrio y contenido, sumamente difícil de sobrepasar. Clemente Villaverde Huelva nació en Cangas de Onís el día ocho de febrero de mil novecientos cincuenta y nueve. Llegó al primer equipo a mediados de la temporada 81-82, procedente igualmente de la cantera, tras haber defendido al filial, Atlético Madrileño, durante tres temporadas. Disputó esa y cinco más, dejando la plantilla al final de la 86-87, habiendo disputado un total de 101 partidos (9, 19, 25, 14, 25, 9). No obtuvo gol alguno. A continuación se fue al Málaga, donde aún figuró durante tres temporadas más, la primera en segunda División y las dos restantes ya en Primera. Ganó la Copa de la temporada 84-85, en la que fue titular como lateral izquierdo, y la Supercopa de la siguiente. No fue internacional.
  Pasando al siguiente asturiano que defendió nuestros colores recuerdo a Morán. Enrique Morán Blanco nació en Pola de Lena el quince de octubre de mil novecientos cincuenta y tres. Fue un excelente delantero, desde posición de extremo derecho, sumamente vertical y con un gran sentido de la colocación y de la anticipación. Todo ello coronado por un potente disparo y un más que aceptable remate de cabeza, llegando casi siempre por sorpresa. Pero cuando llegó a nuestro Club ya habían pasado sus mejores días. Había cuajado tres magníficas temporadas con el Sporting de Gijón, desde la 76-77 hasta la 78-79 (además de dos partidos episódicos en la 73-74). Sus notables actuaciones, compartiendo delantera con dos monstruos como Quini y Ferrero, motivaron su traspaso al Betis, donde siguió creciendo e hizo dos temporadas esplendorosas. Consecuencia: fichaje por el Barcelona, durante tres más. La primera de ellas mantuvo su progresión. Las dos siguientes fueron bastantes decepcionantes. Finalmente fichó por el Aleti en la 84-85, a punto de cumplir treinta y un años. Levantó mucha expectación entre los aficionados, dadas sus innegables cualidades (tristemente apreciadas de primera mano en el encuentro que luego reseñaré) y las buenas prestaciones que recientemente habían ofrecido otros ex-barcelonistas como Reina o Landáburu. Pero el rendimiento no fue el esperado. Apenas jugó once partidos de Liga, en los que anotó un solo gol, contra el Hércules, en la jornada sexta (eso sí, muy emotivo, victoria por uno a cero en el minuto 91), y cuatro más de Copa, también con un solo gol, contra el Parla (el 0-1 del 2 a 3 final, ida de la segunda ronda), casi todos al principio de  temporada. Pasadas las fechas, su rendimiento menguó y prácticamente dejó de contar para el entonces entrenador, Luis Aragonés, que le suplió en las alineaciones con el hispano-argentino Cabrera, que empezó a demostrar por el contrario por aquel entonces su mejor rendimiento.
  Cabe recordar en suma como su mejor encuentro en el estadio Vicente Calderón uno que disputó defendiendo los colores verdiblancos del Betis. El día ocho de febrero de mil novecientos ochenta y uno, jornada vigésimo tercera de Liga, el Betis arrasó el Calderón obteniendo un holgado triunfo por cuatro a cero. Morán y Diarte (recientemente fallecido y que más tarde, al paso de los años, sería entrenador tanto del filial como del primer equipo) hicieron un portentoso partido y anotaron dos goles cada uno de ellos. Por eso creo que, al dejar tan buen recuerdo, la afición recibió el fichaje, que fue por sorpresa, con enorme ilusión. Sin embargo, pronto se desvaneció. Ese año no obstante el Aleti ganó la Copa, por lo que se puede decir que tiene ese único título en su palmarés atlético. Fue cinco veces internacional, todas ellas mientras defendía al Betis.
  El siguiente es Pirri, uno de los héroes del “doblete” rojiblanco. Francisco Javier Mori Cuesta, conocido futbolísticamente con el sobrenombre de Pirri (creo que en honor al Pirri gloria madridista) nació en Cangas de Onís (¡magnífico puente romano, de donde cuelga en ocasiones especiales la cruz de la Victoria!) el día diez de noviembre de mil novecientos setenta. Tras jugar la temporada 92-93 en Primera División con el Oviedo, cuajando una excelente trayectoria, fichó por nuestro equipo a la siguiente, 93-94, donde permanecería en total tres, hasta la 95-96 (la del “doblete”). Era un jugador magnífico de banda, zurdo, poderoso, veloz y penetrante, de fuerte disparo y grandes dosis de trabajo y sacrificio. Una zurda exquisita. Pero como otros tantos y tantos jugadores fichados con grandes expectativas, no logró responder plenamente a las levantadas.
 Parece ser que la noche le confundía, sobre todo en los años que compartió plantilla con el polaco Kosecki. Nunca llegó a alcanzar la internacionalidad. Su rendimiento fue menguando con el paso de los años. Radomir Antic parecía contar mucho con él al principio, pero luego fue confiando en otros jugadores. En sus tres temporadas atléticas disputó un total de 74 encuentros ligueros, repartidos en treinta y cuatro en la primera (sin duda alguna la mejor), veintiuno la segunda y diecinueve la tercera, anotando respectivamente cinco, cuatro y un goles. Hay que añadir trece más de Copa (dos, cinco y seis), con tres goles (cero, dos y uno), y tres encuentros más de competición europea en su primer año. Su primer gol liguero, y posiblemente el más recordado se lo hizo en el Luis Casanova a Sempere, segunda jornada de Liga, empate a dos. Una impecable falta por toda la escuadra. Y su último, y único de su temporada final, se lo hizo al Betis, en certero cabezazo, en la jornada trigésimo sexta. Ese día el equipo verdiblanco nos hizo pasillo, porque veníamos de ganar la final de Copa entre semana en La Romareda al Barcelona, con el inolvidable cabezazo de Pantic. De nuestro Club pasó luego a jugar una temporada en el Compostela y dos más en el Mérida, para retirarse prematuramente. En su palmarés luce la Liga y la Copa de su año final.         

  Saltamos a los dos añitos del infierno de la Segunda División, temporadas 00-01 y 01-02. Y al único portero. Sergio Sánchez Sánchez nació en Carbayín, Siero, el veintiocho de abril de mil novecientos setenta y siete. Tras destacar en las dos temporadas anteriores en Segunda División con el Sporting de Gijón, se le fichó como un guardameta contrastado en la categoría, sobrio, eficiente y sin alharacas. Apenas jugó. En sus dos temporadas fue suplente, la primera de Toni y la segunda de Burgos. En total disputó quince partidos de Liga (doce y tres) y cinco de Copa (cuatro y uno). Siguió perteneciendo a nuestro Club tres temporadas más, pero fue cedido al Español una, donde debutó en Primera División y al Getafe dos, donde tras lograr el ascenso, jugó la siguiente también en Primera. Luego pasó por el Hércules y retornó al Sporting.
  Y para finalizar, Adrián. Tiene un futuro tan esplendoroso que poco puedo escribir ahora sobre él. Le espera un brillante porvenir atlético (si no termina por abandonar el club por otro de superiores aspiraciones deportivas y/o económicas). Adrián López Álvarez nació en Teverga el ocho de enero de mil novecientos ochenta y ocho. Fichado muy jovencito al Oviedo por el Deportivo de La Coruña en la temporada 2006-07, desde entonces jugó allí, con dos cesiones intercaladas en la 07-08 al Alavés, en Segunda División, y la 08-09 al Málaga, en Primera. De todos son conocidas las circunstancias de su arribada al Manzanares, con harto enojo de Lendoiro. Tan sólo voy a reseñar que veo en él las características de un jugador diferente, de esos de los que la afición espera siempre una genialidad cuando le llega el esférico. Salvando las distancias, me recuerda a otros magos del balón de los que también pudimos disfrutar portando la elástica rojiblanca, como Kiko o Valerón. El tiempo lo dirá. Ojalá que dentro de unos años pueda decir en un artículo similar a éste que ha sido el mejor asturiano que haya jugado jamás en el Atlético de Madrid.       


JOSÉ MIGUEL AVELLO LÓPEZ

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