miércoles, 7 de marzo de 2012

INDIOS Y VIKINGOS

INDIOS Y VIKINGOS.

 
  Al igual que en un anterior artículo escribí sobre las celebraciones en Neptuno, que no eran muy antiguas, sino relativamente recientes, hoy voy a dedicarme a otra cuestión que tampoco se pierde en la profundidad histórica, sino que es también cercana en el tiempo. Y no es otra sino la denominación de “indios” de los aficionados de nuestro equipo que, también de nuevo al igual que las anteriormente referidas celebraciones en Neptuno, está íntimamente unida y vinculada con la denominación de “vikingos” que le fue impuesta a los aficionados de nuestro eterno rival. Y de nuevo ellos fueron primeros y nosotros detrás.
  Que conste que lo que voy a relatar es una mera hipótesis o conjetura. A falta de otra explicación histórica convincente, voy a contar al menos la primera vez que oí de primera mano llamar “vikingo” a algún madridista, y la casi inmediata contestación por parte de un sector de sus aficionados que en forma correlativa empezó  a llamarnos a nosotros “indios”. 
  De todos es sabido que a primeros del siglo XX, cuando el fútbol se empezó a popularizar en nuestro país, los calificativos que se les impusieron a ambos equipos, que aún hoy en día están en uso, fue el de “merengues” y “colchoneros”, en gráfica plasmación del sabroso dulce de pastelería, totalmente de color blanco, los unos, y de los colchones de la época, a rayas rojas y blancas, los otros (si bien también hay que decir que en realidad la primera camiseta rojiblanca no fue vestida hasta 1911, cuando Juanito Elorduy, directivo y jugador tanto de nuestro equipo como de la casa matriz bilbaína, trajo desde Inglaterra camisetas de dichos colores para ambos equipos, compradas en Southampton, del equipo local, al no encontrar en cantidad suficiente las que había ido a buscar, del Blackburn Rovers,  a grandes rayas blancas y azules, que era los colores que por entonces portaban ambos equipos, tanto el Athletic de Bilbao como su sucursal madrileña; es más, dicha camiseta roja y blanca fue portada por nuestro equipo por primera vez en partido amistoso el día 22 de enero de 1911, poco antes de que fueran también usadas por los bilbaínos).
  Pero hoy en día la calificación que probablemente sea más usada no sea esa, sino la anteriormente relacionada de “indios” y “vikingos”. Y se utilizan tanto como adjetivos como sustantivos. La primera vez que yo personalmente oí  la palabra “vikingo” aplicada a un madridista fue el día cuatro de mayo de mil novecientos ochenta. Ese día se jugaba en el estadio Santiago Bernabéu la trigésimo segunda y antepenúltima jornada de la Liga 1979-80. El Real Madrid estaba disputando en estrecha competencia el campeonato de Liga a la Real Sociedad, que hasta entonces iba por delante en la clasificación. No fue hasta la jornada siguiente cuando, con los dos famosos goles de Bertoni, el equipo vasco cayó derrotado por 2 a 1 frente al Sevilla y el Real Madrid, al ganar por igual resultado en Las Palmas, obtuvo el liderato, que luego supo mantener en la última jornada para proclamarse campeón de Liga. Nuestro equipo, por el contrario, deambulaba por la zona gris y mediocre de la clasificación. Al final de esa temporada terminamos en la posición decimotercera. Por tanto, era un partido en el que nosotros apenas nos jugábamos nada, salvo el honor inherente a todo choque contra ese rival, mientras que ellos se estaban jugando el campeonato. Y dicha contraposición de intereses se tradujo clara y nítidamente en el marcador. Ganó el Real Madrid por cuatro goles a cero. Nos entrenaba por entonces, después de haber sido vuelto a fichar tras varios años sin trabajo, el francés Marcel Domingo, antiguo y glorioso guardameta de nuestro equipo. El partido es especialmente recordado por varias circunstancias, además de por el resultado: el madridista García Hernández se lesionó gravemente en un choque con nuestro cancerbero Navarro, el cual, en un alarde de deportividad, desdeñando la marcha de la jugada, abrazó en el aire al centrocampista adversario para evitar que llegara a impactar en mala posición con el terreno y se agravara su lesión; de los cuatro goles que ese día recibimos, todos ellos en la segunda parte, dos fueron autogoles, el segundo y el cuarto, anotados (ellos no querían) por Arteche y Sierra (el primero lo marcó Santillana, en uno de sus proverbiales cabezazos y el tercero Roberto Martínez, también de cabeza); y también existe una anécdota privada, que no llegó a trascender y que me relató un amigo mío madridista que presenció el partido desde el fondo sur, entre los aficionados ultras madridistas y nuestro extraordinario defensa brasileño Luiz Pereira, que posiblemente relate en el futuro artículo que sin duda tendré que dedicarle a éste.
Ángel Pérez García
  Pese a la intrascendencia del choque para nuestros colores, fuimos muchos los jóvenes aficionados atléticos que acudimos a presenciar el encuentro en directo. Como jóvenes que éramos, no disponíamos de mucho dinero, así que sacamos las entradas más baratas, las del tercer anfiteatro, también conocido como “gallinero”. Había que estar allí. ¡Mira que si les ganábamos!. ¡Habría luego que contárselo a nuestros nietos!. Mediada la primera parte, con todavía empate a cero en el marcador, hubo una muy fuerte entrada del lateral derecho madridista Pérez García a nuestro extremo izquierdo Rubio, cerca de la línea de banda, justo por debajo (aunque muy por debajo) de la posición que ocupaba en unión de otros hinchas rojiblancos. Y de repente uno de ellos, poco mayor que yo, que había estado todo el partido animando sin parar, lanzó el grito que entonces oía por primera vez, y que luego se ha repetido con profusión: ¡Vikingos no, vikingos no, vikingos no!. Ángel Pérez García era un jugador español y madrileño de la cantera del Real Madrid. Jugó esa temporada y dos más en el primer equipo, para luego desplazarse a Elche y Murcia. Es especialmente recordado por el extraordinario marcaje que le hizo al inglés Kevin Keegan, jugador del Hamburgo alemán, en la ida disputada en casa de la eliminatoria de semifinales de la Copa de Europa de esa temporada, donde ganaron por dos goles a cero. La final se disputaba en el estadio Santiago Bernabéu, por lo que los madridistas estaban particularmente interesados en alcanzarla. Pero perderían la vuelta por cinco goles a uno, con lo que sería el equipo alemán el que llegara a ella, para perderla por uno a cero, gol del escocés Robertson, ante el Nottingham Forest inglés. La principal característica física de Pérez García era su pelo rubio intenso, tan claro y brillante que casi parecía albino. Por tanto, quiero creer, salvo que alguien me contradiga y me relate otro origen distinto, que al calificar de esa forma, identificando el color de su pelo con la raza vikinga, un aficionado anónimo en forma espontánea con ánimo peyorativo a un contrincante esa fue la mecha que prendió el reguero de dinamita que luego se extendería con rapidez y que terminaría aplicando el calificativo a la totalidad de la afición de ese equipo. Además, a ello contribuiría igualmente el hecho de que en años recientes hubieran también jugado allí el alemán Netzer, con su larga melena rubia, o el danés Jensen (que, por tanto, por nacimiento, era el único que podría ser calificado en forma genuina de vikingo).
  Y como toda acción entre estos dos equipos tan íntimamente vinculados durante tantos años exige una reacción, ellos empezaron poco después a tildarnos a nosotros de “indios”. Desconozco el momento y la razón exacta de ello, pero intuyo que (lejos del chiste fácil que algunos de ellos cuentan de que somos pocos y estamos junto al río) estaría en función de la gran cantidad de jugadores sudamericanos (sobre todo, argentinos y brasileños; también algún paraguayo) que por aquellos tiempos y en los años inmediatamente anteriores figuraban en nuestro equipo. Por tanto, parece evidente el ánimo ofensivo, cuando no de tintes racistas, que destilaba dicha respuesta.            
  Y sin embargo, dichas denominaciones que fueron surgidas en forma espontánea con ánimo de molestar y ofender, fueron alegremente recogidas por ambas hinchadas y adoptadas como señas de identidad propias. Es una de las características del pueblo madrileño al que ambas aficiones pertenecen. Algo que en principio puede parecer ofensivo o peyorativo, se admite con toda naturalidad, desvirtuando su carácter inicial para convertirse en meramente identificativo. Cambiando de tercio, es lo que ha pasado en el mundo de la música con canciones como “Pongamos que hablo de Madrid”, “Madrid se quema” o “Aquí no hay playa”. Inicialmente provistas de cierta carga crítica y perjudicial, fue el propio pueblo madrileño el que, con diversión y sencillez, las adoptó alegremente y las popularizó,
  Por consiguiente, hoy en día nadie se ofende porque sea calificado como “indio” o “vikingo”. De hecho, la mascota oficial del equipo, presente en todos y cada uno de los partidos que el equipo disputa en el Vicente Calderón, se llama precisamente “Indy”, y es un mapache nativo norteamericano ataviado con un largo penacho de plumas rojas y blancas. Uno de los gritos de ánimo de la afición, sobre todo de los más jóvenes, imita el grito de guerra indio. En la otra acera, una de sus principales peñas se denomina “Orgullo vikingo”.
  Concluyo reiterando algo que ya escribí al principio. Todo lo relatado es una mera hipótesis extraída de mis vivencias y reflexiones personales. Si alguien pudiera suministrarme algún tipo de dato o información añadida, estaría encantado de poder recibirla.





JOSÉ MIGUEL AVELLO LÓPEZ

2 comentarios:

  1. Dicen los expertos, que yo no lo soy, que a raiz de que el R. Madrid ganara su quinta Copa de Europa consecutiva en la final contra el Eintracht de Frankfurt (de esas que los envidiosos, y hablando de racistas, llaman en blanco y negro) el diario londinense The Times en 1960 publicó el siguiente titular: "El R. Madrid se pasea por Europa como antaño se paseaban los vikingos, arrasándolo todo a su paso".
    En cuanto al Atlético de Madrid:

    Hay dos teorías que forman el origen de semejante apodo. La más extendida tiene que ver con que en los años 60 y 70 el Atlético de Madrid realizó muchos fichajes de origen sudamericano. Despectivamente, se les denominó 'indios' por sus rivales. Lo cierto es que esos fichajes le dieron un resultado fabuloso al Atlético de Madrid.

    Ya en los ochenta, especialmente, a raíz del fichaje del mexicano Hugo Sánchez por el Real Madrid avivó la polémica entre los dos equipos. Corría la temporada 85/86, Hugo había fichado por el Atlético de Madrid el año anterior, consiguiendo el título de máximo goleador. Para sus rivales, Hugo era el 'indio' hasta que se entrometió el Real Madrid y le fichó. Eso dolió en la filas rojiblancas. En esa época fue en la que los seguidores del Atlético de Madrid empezaran a tomar como estandarte aquello de... 'indios', hasta el punto de que su mascota 'Indy' lo refleja.

    La segunda es que su campo, el Estadio Vicente Calderón está situado junto al río Manzanares como si fuera una tribu india, van vestidos a rayas y odian a los 'blancos' (en relación al Real Madrid).

    Ni que decir tiene, que a parte de colchoneros e indios hay otra acepción, que aunque a los del "aleti" no les gusta es la famosa de "el pupas":
    La trayectoria del Atlético de Madrid ha estado siempre relacionada con la emoción, con lo inverosímil y lo inesperado. Hasta el punto de que siempre que tenía una oportunidad en que jugar una final, ganar un partido decisivo para bien o para mal la suerte siempre le era esquiva.
    El apelativo de 'pupas' le viene especialmente, desde la Final de Copa de Europa de 1974. Luis Aragonés adelantó al Atlético de Madrid con un tiro de falta directa. Y a 30 segundos del final del partido, Schwarzenbeck empató el partido con un tiro lejano que sorprendió a Reina. Lo tenían en su mano y se les fue la oportunidad. Con este resultado, se jugó un partido de desempate, el 17 de mayo de 1974, donde el equipo español se presentó totalmente desmoralizado y mermado físicamente, siendo derrotado por 4-0 por los alemanes.

    Y para otro día la de culés, que también tiene su "miga"...

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  2. Muy buen artículo y muy buen blog. Hablas del Real Madrid tratándolo de vecino y desde el respeto (los pocos artículos que he leído), lo cual debería prevalecer entre estas dos aficiones que rara vez conviven en paz.
    Un abrazo y que hoy gane el espectáculo.
    Un madridista.

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