miércoles, 15 de febrero de 2012

BENEGAS

BENEGAS.

  En el artículo de hoy voy a referirme a uno de los jugadores del Aleti de la década de los 70 que, siendo uno de mis favoritos, no goza ahora ni gozaba entonces del reconocimiento y popularidad que estimo se merece: Benegas. A finales de dicha década, cuando ya el jugador no estaba en nuestra plantilla, en la “Revista del Atlético de Madrid”, que era uno de los escasos medios de comunicación oficiales del club (lejos entonces de existir Internet o redes sociales) se popularizó una encuesta masiva: “El mejor Atlético de la Historia”. Se trataba de, sobre la base táctica del 4-3-3, confeccionar cada uno de los encuestados (socios del club, directivos, famosos aficionados, etc.) dos diferentes alineaciones, denominadas A y B, en las que se debían por consiguiente incluir los, a juicio del interpelado, veintidós mejores jugadores que hasta entonces habían defendido la camiseta rojiblanca. Había gente de mucha edad que respondía incluyendo a jugadores de los años 20, como Fajardo, Luis Olaso o Pololo, que era la primera vez que oía citar. La mayoría incluía a los grandes jugadores campeones de las décadas siguientes, sin duda más recientes para ellos, desde los 40 hasta los 70. Como se hicieron muchas encuestas, se barajaron muchos nombres, algunos de ellos perfectamente olvidables. Sin embargo, ni uno sólo incluyó a Benegas, lo que a mi juicio, era una tremenda injusticia. Me propuse a mí mismo, desde mi óptica de joven adolescente rebelde y contestatario ir contracorriente (al fin y al cabo, ¿por qué somos atléticos?; para ir contracorriente de los demás y ser diferentes del resto de la gente, ¿no?), y que si alguna vez llegaba a tener la oportunidad de contestar a dicha encuesta, iba a subsanar tamaño desafuero incluyendo en mis alineaciones como uno de los defensas centrales (eso sí, en la B; los puestos de la A estaban reservados para Aparicio y Luiz Pereira) a Benegas.
  Domingo Benegas Jiménez nació en Capiatá (Paraguay), el día cuatro de agosto de 1946. Históricamente nuestro equipo ha fichado a muchos jugadores sudamericanos, la mayoría procedentes de Argentina o Brasil, pero apenas a paraguayos. Además del que hoy nos ocupa, tan sólo puedo recordar a los también defensas centrales, que llegaron a coincidir en la misma temporada, Gamarra y Ayala. Al delantero Benítez. Y a otro buen delantero, González, que se fichó para el segundo equipo y que nunca llegó a debutar con el primero. Si alguno recuerda a alguno más, que me lo indique, por favor. Llegó a nuestro club, procedente del Libertad de Asunción, a principios de la temporada 1969-70. No jugó absolutamente nada en sus dos primeras temporadas. Figuraba oficialmente en la plantilla (si alguien desea comprobarlo, puede consultar la obra “60 años de Campeonato Nacional de Liga”, volumen segundo, año 1988, de Universo Editorial), pero no llegó a disputar encuentro oficial alguno. Se limitaba a entrenar, pero ninguno de los entrenadores del club le hizo debutar, al considerarlo como un joven jugador inexperto y que aún no estaba preparado para jugar en la dura Liga española. Ante la falta de minutos, fue cedido al Burgos, entonces en Primera División, en la temporada 1971-72. Allí sí que dispuso de regularidad, jugando veintisiete encuentros de Liga (de los treinta y cuatro que entonces se disputaban, al ser dieciocho los equipos del torneo), anotando dos goles y, sobre todo, demostrando sus grandes cualidades. Todo ello le valió retornar al Aleti a la temporada siguiente, 1972-73, llegando a jugar en nuestro club seis, hasta la 1977-78. Al  año siguiente volvió al Burgos, donde apenas disputó ocho encuentros más. En total, disputó con la elástica rojiblanca 108 partidos de Liga, anotando un solo gol, en su primera temporada.
  Benegas es por tanto, dado su nacimiento en tierras paraguayas, uno de los muchos jugadores que arribaron a España a finales de los 60 y primeros de los 70 como “oriundos”. Recordemos que, dados los pobres resultados obtenidos por la Selección Española, la Federación prohibió el fichaje de jugadores extranjeros hasta la temporada 1973-74, cuando admitió de nuevo dos por equipo. Sin embargo, sí se podían fichar a “oriundos”, es decir, hijos o nietos de españoles, nacidos fuera de España. Eso dio lugar a abusos y falsificación de papeles, permitiendo la llegada de sudamericanos que en realidad no disponían de dicha condición de oriundos. Es famosa la anécdota del que, recién llegado y preguntado por los periodistas de qué ciudad eran sus abuelos, respondió que de “Celta”.
  Por lo que se refiere a su palmarés, obtuvo la mayoría de los títulos que nuestro equipo obtuvo en esa década. Fue dos veces campeón de Liga (temporadas 1972-73 y 1977-78) y una de Copa (temporada 1975-76). Jugó la final de la Copa de Europa de 1974 (el segundo partido, el de desempate) y también los dos partidos (ida y vuelta) de la final de la Copa Intercontinental de 1975, el 12 de marzo en Buenos Aires y el 10 de abril en Madrid.
  En cuanto a su demarcación y características técnicas, me he llevado la sorpresa, al consultar bibliografía para este artículo, de que es calificado en diversos lugares como centrocampista. Yo lo recuerdo como un estupendo defensa central, duro y contundente, pero a la vez elegante y limpio, acompañando habitualmente en el centro de la zaga a Luiz Pereira, que ejercía de defensa libre. Era un duro marcador, pero alejado de la fama de violento que, justa o injustamente, seguía a otros defensas nuestros sudamericanos de la época como Ovejero o Panadero Díaz. Recuerdo especialmente tanto sus rapidísimas salidas al corte, similares a los que ahora disfrutamos de Perea, como su capacidad para quedarse limpiamente en sus pies con el balón con que el delantero de turno intentaba regatearle. La verdad es que, pese a jugar gran número de partidos, nunca llegó a ser titular indiscutible, puesto que en sus primeros años tenía que compartir titularidad con Iglesias, y en los demás con el extremeño Eusebio. Es posible que en sus inicios en nuestro club pudiera llegar a jugar efectivamente en el centro del campo, pero desde luego más tarde jugó como un espléndido defensa central. En todo caso, estimo que dicha ubicación es también fruto de la manera de reflejar la prensa de la época las alineaciones. A pesar de que claramente los sistemas tácticos eran ya entonces 4-3-3 o incluso 4-4-2 (Alberto o Salcedo, que nítidamente eran centrocampistas, salían a jugar con el número 11 a las espaldas), los periódicos seguían plasmando las alineaciones con el antiguo sistema de 3-2-5. Por tanto, uno de los dos centrocampistas solía ser Benegas (y habitualmente junto a nuestro ilustre capitán Adelardo) pero en realidad su posición era la de la línea defensiva, en compañía de los otros tres defensas “oficiales”.
  Como se ha podido apreciar con anterioridad en sus datos ligueros, no era especialmente goleador. Y sin embargo, desde mi punto de vista personal, es particularmente recordado por dos goles, los únicos “europeos” que marcó, ambos en la Copa de Europa, ambos en la temporada 1977-78, la última en el equipo, y ambos vividos y celebrados en casa a través de la radio. El primero de ellos lo anotó el día 28 de septiembre de 1977, en la vuelta de los dieciseisavos de final, frente al Dinamo de Bucarest. En la ida, el 15 de septiembre, se había perdido por 2 a 1, habiendo anotado Luiz Pereira el gol atlético, en un duro partido en el que casi al final fueron expulsados el propio circunstancial goleador y el centrocampista Robi. Por tanto, en la vuelta, en Madrid, bastaba con marcar un gol y, por el valor doble de los goles en campo contrario, se eliminaría al rival rumano. Pero el gol no llegaba. Ataque tras ataque, la defensa rumana despejaba todo balón. Ayala desperdició un penalti a los quince minutos. Y cuando ya el público empezaba a desesperarse, a los veintidós minutos de la segunda parte, un cañonazo de Benegas desde el centro del campo rival, recogiendo un rechace de su defensa, introdujo el esférico por toda la escuadra. ¡Gooooool!. Pero ahora había que defender. Un gol de ellos nos eliminaría. Y ahí surgió un portentoso Benegas, atajando con facilidad, contundencia y elegancia a partes iguales todo ataque rival. Rubén Cano amplió ventaja catorce minutos después. Y de nuevo a defender. Y de nuevo Benegas inconmensurable, defendiendo el 2 a 0 final. Fue el héroe de la eliminatoria.
  Y el segundo de los goles anteriormente relacionados fue igualmente emotivo, pero desafortunadamente el resultado final no fue igual de alegre. Tras haber eliminado en esa misma competición en octavos de final al Nantes francés (1-1 en Francia y 2-1 en Madrid), nos correspondió en cuartos de final el Brujas belga (el equipo del que Bernabéu dijo que tan sólo le daba miedo de él su nombre). Se perdió en la ida, el 1 de marzo de 1978, por dos goles a cero. Tocaba remontar de nuevo. Y esta vez era más difícil. Pero casi se logra. En la vuelta en Madrid, el 15 de marzo, nos llegamos a poner dos a cero en el marcador, igualando la eliminatoria. El primero lo anotó Benegas a los veintidós minutos, cabeceando magníficamente un centro de Aguilar al saque de una falta. A los treinta y dos minutos, gol de Marcial. Descanso y eliminatoria igualada. Euforia incontenida en el estadio. Y mía en mi casa, oyendo todo por la radio. Había que tener cuidado con los ataques contrarios, que además obtendrían el premio añadido del valor doble. Y la euforia se disipó de repente. Llegó a su gol a los doce minutos del segundo tiempo. Replicó de nuevo Marcial al minuto siguiente, pero ellos sentenciaron la eliminatoria y obtuvieron el 3-2 final a los veintitrés minutos. No se volvieron a jugar partidos de Copa de Europa en el estadio Vicente Calderón hasta la temporada 1996-97, tras haber obtenido el “doblete” (y ni siquiera, porque ya eran partidos de “Champions League”).

JOSÉ MIGUEL AVELLO LÓPEZ


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