miércoles, 27 de marzo de 2013

ESPAÑA EN EL CALDERÓN

ESPAÑA EN EL CALDERÓN

  Diez encuentros. Cinco amistosos, todos menos uno frente a equipos sudamericanos y cinco oficiales, todos clasificatorios para fases finales de Mundiales o Eurocopas. Siete victorias y tres empates. Nunca, por consiguiente, se ha padecido la derrota. Las tres igualadas por idéntico tanteador: uno a uno y en partidos oficiales. Seis seleccionadores se sentaron en sus banquillos: Kubala (tres veces), Santamaría (una), Clemente (una), Sáez (una), Luis Aragonés (dos) y Del Bosque (dos). Este es el acelerado resumen de todos aquellos partidos en los que nuestro querido estadio Vicente Calderón ha sido anfitrión de la Selección española, de “La Roja”. Como buenos anfitriones, se le ha sabido tratar siempre con respeto, admiración y cariño. Nunca le ha faltado el aliento desde las gradas. En este artículo vamos a repasar someramente todos esos partidos. Todos los viví. De todos ellos guardo recuerdos y vivencias personales. Dos los presencié en el mismo estadio. Los ocho restantes, por televisión.
  Antes de entrar en el prometido repaso, tres aclaraciones previas: la primera es que de todos y cada uno de los partidos se ofrecerá tan sólo la alineación del conjunto español, no la del rival, si bien se hará alguna mención aislada a sus componentes. Se señalará también quién debutaba en ese partido. La segunda es que dado el carácter del blog en el que está incardinado, se profundizará especialmente en la aportación rojiblanca. Y la tercera es que a los jugados habría que añadir tres más pendientes de jugar. En el Mundial de España 82, el primer equipo del grupo de Valencia, donde disputó España la fase preliminar, pasaba a jugar en Madrid, en el estadio Vicente Calderón. Todo parecía indicar que esa selección sería España. Pero la floja primera fase provocó que pasara como segunda de grupo, al estadio Santiago Bernabéu, junto a Inglaterra y Alemania (más correctamente República Federal de Alemania), pasando los germanos de ronda. Los tres equipos que disfrutaron del estadio de la ribera del Manzanares fueron Francia, que pasó a semifinales, Irlanda del Norte, que ocupó el lugar “a priori” destinado para nuestros colores, y Austria, tras el celebérrimo “biscotto”, junto a Alemania, en el Molinón de Gijón. Precisado todo esto con carácter previo, comencemos.
  PRIMER PARTIDO.- 23 de mayo de 1972. Amistoso. España -2- (Valdez y Gárate); Uruguay -0-. Este encuentro ha aparecido ya en este blog en diferentes ocasiones. En los artículos dedicados a Gárate, Irureta o mi tío Frutos. En este último caso, porque fue el primer partido “serio” que pude disfrutar a pie de grada, y fue él el que me llevó. Lo viví por consiguiente, en las primeras filas, grada de lateral, oliendo a césped y linimento, con la intensidad y emoción con que todo niño puede llegar a disfrutar de tamaño acontecimiento, especialmente relevante en su trayectoria “deportiva”.
  Era además la inauguración oficial del estadio, después de múltiples años de obras. Dado el carácter amistoso y semi-festivo del evento, el seleccionador Kubala resucitó una inveterada costumbre que estaba ya en desuso, y que desde entonces acá ha caído ya en el olvido, característica de los primeros años de la historia de la selección española, y que no era otra que, para complacer a la afición local, convocar a un grupo de jugadores del equipo propietario del terreno. Por esa razón, los primeros internacionales rojiblancos de la historia fueron el defensa Pololo, el centrocampista Fajardo y el extremo izquierdo Luis Olaso, con motivo del primer encuentro disputado en sede rojiblanca, nuestro antiguo campo de O´Donnell, el día dieciocho de diciembre de mil novecientos veintiuno, frente a Portugal, con victoria española por tres goles a uno.
  Jugaron por España: Iríbar; Sol, Gallego, Tonono, Calleja (De la Cruz); Irureta (Uriarte), Claramunt, Asensi; Ufarte, Gárate y Valdez. Por parte de Uruguay podemos destacar a jugadores que a fecha del encuentro, o antes o después, jugaron en España, como Montero Castillo en el Granada, Espárrago en el Sevilla, Lattuada en el Hércules y  Morena en el Rayo Vallecano. Debutaron Irureta, la primera de sus seis internacionalidades y el hispano-argentino valencianista Valdez, la primera de sus nueve.
  El Atlético de Madrid aportó a Calleja, que ofició de capitán, a modo de homenaje, ya que no retornaba a la selección desde la final de la Eurocopa de 1964. Completaba así su decimotercera y última internacionalidad. Al debutante Irureta. Y a dos delanteros. El extremo derecho Ufarte, nacido en Pontevedra pero criado futbolísticamente en Brasil, en la que sería el decimocuarto de sus dieciséis entorchados. Y el ariete Gárate, nuestro mítico delantero centro, que sumaría el décimo de sus dieciocho, anotando además el segundo gol (el último de los cinco que conseguiría con la zamarra roja)         
  SEGUNDO PARTIDO.- 24 de abril de 1976. Cuartos de final Eurocopa. España -1- (Santillana); R.F.A. -1- (Beer). Esta fue la última edición en que la Eurocopa se disputó bajo este formato. Sería aquella en que la entonces Checoslovaquia derrotaría en la final a la propia R.F.A. (por consiguiente, huelga decir quién pasó ronda) en la tanda de penaltis, con el legendario y auténtico penalti de Panenka, tras concluir el tiempo reglamentario y prórroga con empate a dos goles. Tras disputar una fase de grupos, en la que tan sólo pasaba el equipo campeón, y en el que España apeó a Escocia, Rumania y Dinamarca, se ventilaban los cuartos de final a doble partido, en casa y fuera. Éste sería el de ida. En la vuelta se caería por dos a cero, por lo que Alemania Federal pasaría al auténtico torneo final, con tan sólo cuatro equipos, que en este caso serían además la ya mentada Checoslovaquia, Holanda y la anfitriona Yugoslavia.
  Alineación española, con Kubala una vez más de seleccionador: Iríbar; Sol, Migueli (Alabanda), Benito, Capón; Camacho, Villar, Del Bosque; Quini (Satrústegui), Santillana y Churruca. En el equipo teutón permanecía el grueso de la selección campeona del Mundo dos años antes, como Maier, Vogts, Beckenbauer, Bonhof o el innombrable en la historia atlética Schwarzenbeck.
  Un único debutante y un único atlético. El primero, el bético Alabanda, que disputaría su primer y único partido internacional. El segundo, nuestro bigotón lateral izquierdo Capón (emplazamiento a futura entrada a él dedicada), en la octava de sus trece internacionalidades. Ese día jugó en el puesto en que lo hacía en el Aleti, porque en la mayoría de sus partidos tenía que desplazarse al lateral derecho para dejar el izquierdo a Camacho. En un primer tiempo convincente, el gol de Santillana (esta vez con el pie, no con la cabeza) y un fluido juego auguraban un futuro éxito. Pero el de Beer (¡buen apellido para un alemán!) en la segunda parte aguaba los ánimos, que se terminarían de extinguir con la vuelta en Alemania.   
  TERCER PARTIDO.- 26 de octubre de 1977. Clasificación para el Mundial de Argentina 78. España -2- (Leal y Rubén Cano); Rumania -0-. Este encuentro también ha aparecido en este blog en algún momento, en las entradas dedicadas a Leal y a Marcelino. Era un partido decisivo. Si no se ganaba, era seguro que no adquiríamos billete para Argentina. Y luego, todavía quedaba la que sería legendaria confrontación en Yugoslavia, por la que muchos niños faltamos al colegio, con el mítico gol en semifallo de Rubén Cano. En mi historia particular tiene su importancia, dado que fue el primer partido que se vio en casa en una nueva y flamante televisión en color. Se ventilaba el grupo de clasificación contra las dos mentadas selecciones, Rumania y Yugoslavia, y el tropiezo en campo de los rumanos, con derrota por un gol a cero, con autogol del madridista Benito, el día que debutaban Leal y Rubén Cano, había complicado en grado sumo la clasificación.
  Con Kubala todavía de seleccionador, por España jugaron: Arconada; Benítez (Marcelino), Pirri, Migueli, Camacho; Leal, Asensi, Churruca (Satrústegui); Juanito, Rubén Cano y Dani. En Rumania destacaban importantes figuras de la época como el portero Christian, que en el partido de Rumania hizo un encuentro prodigioso, parando lo parable y lo imparable, Boloni, Crisan y Georgescu. Debutó tan solo nuestro inolvidable lateral derecho Marcelino, supliendo por lesión al bético Benítez. El primero de sus trece entorchados. La contribución atlética se completaría con el centrocampista Leal, que aportaba la calidad en el centro del campo, en el tercero de sus también trece partidos, y el ariete hispano-argentino Rubén Cano, también en el tercero de sus en este caso doce internacionalidades.
  Y la aportación sería mayor dado que precisamente serían estos dos últimos los goleadores. El primero culminando una jugada de combinación con un seco disparo en posición lateral al primer palo, su único gol internacional, y el segundo peinando ligeramente con la cabeza una falta botada desde la izquierda por el madridista Pirri. Tan ligeramente que éste reclamaba luego para sí la autoría del gol. En todo caso, fue el segundo de sus cuatro goles con la selección.
  CUARTO PARTIDO.- 18 de febrero de 1981. Amistoso (único frente a una selección europea). España -1- (Juanito de penalti); Francia -0-. Uno de los múltiples amistosos que bajo las órdenes del seleccionador Santamaría se disputó por nuestra selección para preparar la importantísima cita del Mundial de España 82. Se ganó escuetamente por un penalti cerca del final cometido sobre Santillana tras pase de la muerte de Rubio, que transformó el madridista Juanito. Estuve a punto de poder acudir al partido, porque en el colegio un compañero prometió invitaciones, pero a última hora no llegó a conseguirlas.
  Por España: Arconada; Camacho, Alesanco, Tendillo, Gordillo; Joaquín (Quique), Solsona, Zamora; Juanito, Santillana y Rubio. Todos ellos excepto, curiosamente, los dos atléticos, Quique y Rubio, más el valencianista Solsona, estarían en ese Mundial. En Francia, destacaban ya muchos de los que harían al año siguiente un inolvidable torneo: Bossis, Tigana, Platini (que hoy en día parece ser que manda algo en el mundo del fútbol) y Six. También Larios, que se rumoreó que podía fichar por nuestro equipo y que al parecer fue luego vetado en el combinado francés por la estrella Platini por cierto lío de faldas.
  Debutaron ese día los dos atléticos, nuestro extremo izquierdo Rubio, en el que sería su único partido. Al menos, se dio el gustazo de disfrutar en su casa y participar en la jugada del gol. Y el mediocampista Quique (Ramos), que llegaría a un total de cuatro entorchados, cerrado el paso del combinado nacional por Gordillo y Julio Alberto.       
  QUINTO PARTIDO.- 20 de septiembre de 1995. Amistoso. España -2- (Pizzi y Guerrero); Argentina -1- (Ortega). Muchísimos años después, debido al “secuestro” que Sevilla hizo del equipo de todos (parece que en el resto del país no se le podía proporcionar el suficiente calor), con Clemente de seleccionador, se retornaba al Calderón en un amistoso de preparación para la Eurocopa de Inglaterra 96, para la que ya se estaba virtualmente clasificado.
  Por España: Zubizarreta; Ferrer, Abelardo, Alcorta, Sergi; Manjarín, Donato (Luis Enrique), Fran (Guerrero), Nadal, Caminero (Hierro); y Pizzi (Alfonso). En los argentinos destacaban nombres conocidos como el cancerbero Burgos o el mediocampista Simeone (¿les suenan?), amén de Chamot, otro futuro atlético, Zanetti, Ayala o Batistuta. Como curiosidad, el primer gol lo anotó un hispano-argentino, Pizzi, que no celebró.
  Ningún debutante. Un solo atlético, Caminero, puesto que Donato militaba ya en el Deportivo de la Coruña y Sergi arribaría años después. Disputó el decimoquinto de sus veintiún encuentros internacionales.   
  SEXTO PARTIDO.- 30 de abril de 2003. Amistoso. España -4- (De Pedro y Morientes-3-); Ecuador -0-. En esta ocasión, bajo las directrices del seleccionador Sáez, amistoso para preparar la fase de clasificación para la Eurocopa de Portugal 04, a la que acabaríamos accediendo vía repesca ante Noruega, tras quedar segundos en el grupo de clasificación tras Grecia (futuro y sorprendente campeón del torneo) y por delante de Ucrania, Irlanda del Norte y Armenia. Sorprendió la tremebunda presencia de aficionados ecuatorianos en las gradas, a los que se les oía en un principio incluso más que a los españoles.

  Alineación: Cañizares (Casillas); Míchel Salgado (Gabri), Helguera (César), Marchena, Aranzábal (Raúl Bravo); Joaquín, Xabi Alonso (Sergio), Baraja (Guti), De Pedro; Valerón y Morientes (José Mari). En los ecuatorianos, nombres relevantes como De la Cruz, Tenorio, Aguinaga o Kaviedes.
  Ese día debutaban dos jugadores con muy opuestas trayectorias posteriores. Gabri, que se quedaría en tres entorchados. Y Xabi Alonso, que ya lleva más de cien (y sumando). Representación atlética: un solo jugador, José Mari. Baraja ya se había ido al Valencia y Valerón al Deportivo de la Coruña. José Mari, tras tres temporadas en las filas colchoneras, había retornado esta temporada 02-03, cedido por su club, el Milán. Disputó el último de sus cuatro entorchados.
  SÉPTIMO PARTIDO.- 7 de septiembre de 2005. Clasificación para el Mundial de Alemania 06. España -1- (Raúl); Serbia -1- (Kezman). Bajo la sabia batuta de Luis Aragonés, se ventilaba el partido decisivo del grupo para clasificarse para el Mundial. La victoria equivalía al pase. El empate o la derrota nos llevaban a la repesca. El resto del grupo, Bélgica, Bosnia, Lituania y San Marino ya no contaban.
  En un estadio repleto con ambiente indescriptible se alinearon por España: Casillas; Míchel Salgado, Marchena, Puyol, Del Horno; Joaquín (Luis García), Xabi Alonso, Xavi, Vicente (Luque); Raúl y Fernando Torres (Tamudo). En los serbios militaban un gran número de jugadores que lo hacían (o lo harían) en la Liga española, tales como el bético Vidic, el sevillista Dragutinovic, el racingista Zigic, el realista Kovacevic y, sobre todo, el atlético Kezman, en la única temporada que figuró en filas atléticas, que logró en la segunda parte el empate en “su” estadio, igualando el obtenido inicialmente en la primera parte por Raúl, a través de un cabezazo en difícil escorzo.
  No hubo debutantes. El equipo propietario del terreno contribuía con un único jugador, Fernando Torres, que alcanzaba la internacionalidad número veintidós de las más de cien que lleva en la actualidad (y otro que sigue sumando). Luis García, que pasaría por las filas rojiblancas antes y después, se encontraba en su etapa del Liverpool.    
  OCTAVO PARTIDO.- 12 de noviembre de 2005. Repesca para el Mundial de Alemania 06. España -5- (Luis García-3-, Torres de penalti y Morientes); Eslovaquia -1- (Nemeth). Al no haber vencido a los serbios, tuvimos que jugárnosla al cara o cruz de la repesca, contra Eslovaquia, poco más de dos meses después. Este es el segundo partido al que asistí “in situ”. Mis sobrinos se encargaron de sacar los boletos e hicimos una expedición familiar. Acudimos mis sobrinos Guillermo y Álvaro, su padre, mi cuñado Javier, mi hermano Tito, mi esposa y yo. Las localidades eran, al igual que en el otro partido que presencié, más de treinta años antes, de las primeras filas, en esta ocasión en el sector opuesto, de preferencia. Una pertinaz lluvia no nos abandonó durante todo el transcurso del encuentro y, a pesar de que esa zona del campo dispone de visera de protección, ésta no alcanzaba a las primeras gradas, por lo que nos chorreamos (nos chipiamos, palabra aragonesa que aquí viene que ni pintada) en condiciones, apenas protegidos por unos chubasqueros de llamativos colores apresuradamente adquiridos ante la adversidad, modelo “bolsa de basura” que la verdad es que no protegían nada. Dejando aparte el inconveniente de la lluvia (que mi mujer se encarga de recordarme de tanto en cuanto) lo pasamos estupendamente. Detrás de nuestras filas había un grupo de jóvenes que se pasaron todo el partido haciendo divertidas bromas y chascarrillos que alegraban el ambiente. Gracias a ellos me enteré de que a nuestro bravo defensa central Puyol se le conocía con el sobrenombre de “Puyi” (para ellos, “Magic Puyi”).
  Tengo que confesar que, después de tantísimos años de espectador asiduo a los estadios de fútbol, este partido logró crear una atmósfera especial. Recinto completo, “hasta la bandera”. Un ambiente electrizante, espeluznante. Una comunión de la grada en su totalidad (apenas había eslovacos), de una pluralidad de españoles provenientes de muy variados lugares de España. En el caso de mi cónyuge y mío, ya residíamos en Zaragoza. La incesante lluvia no consiguió aguar unos muy encendidos ánimos, preludio de lo que pocos años después estaba por llegar y disfrutar.
  Obviamente bajo las órdenes, dado el escaso margen de tiempo transcurrido, del mismo entrenador, Luis Aragonés, que eligió de nuevo el Calderón ante la satisfactoria respuesta del encuentro ante Serbia, salieron por España: Casillas; Míchel Salgado, Pablo, Puyol, Del Horno; Luis García (Morientes), Albelda (Xabi Alonso), Xavi, Reyes (Vicente); Raúl y Fernando Torres. Ningún eslovaco es conocido por el gran público, salvo si acaso, el delantero Vittek, que creo recordar que jugó en el Betis.
  Por el mismo reseñado motivo del escaso margen, los componentes eran prácticamente los mismos que en el encuentro anterior. Fue el gran partido de Luis García. Posiblemente uno de los mejores de su carrera e indudablemente el mejor con la selección. Tres goles, tres, de todas las maneras posibles: de disparo lejano, de cerca y con la cabeza. Culminaron Fernando Torres, anotando un penalti (en aquella época, que parece tan lejana, en la que se le confiaban este tipo de lanzamientos) de violento disparo por el centro de la portería y Morientes, en uno de sus proverbiales remates de cabeza ante uno de sus igualmente proverbiales centros medidos desde la izquierda de un Vicente en su mejor forma.
  Una vez más, dada la trascendencia del encuentro, no hubo debutantes. Por parte atlética, a Fernando Torres, en su entorchado número veinticinco, se le añadió el excelente defensa central Pablo, en su mejor época insuperable, que había arrebatado por méritos propios la titularidad a Marchena y defendía la elástica española por sexta vez, de sus veintitrés totales. Reyes arribaría a la orilla del Manzanares años después. El posterior empate a uno en tierras eslovacas nos selló el pasaporte a la cita mundialista germana.
  NOVENO PARTIDO.- 14 de noviembre de 2009. Amistoso. España -2- (Xabi Alonso-2-, uno de penalti); Argentina -1- (Messi de penalti). Por segunda vez en la historia, se recibía en amistoso a la selección albiceleste. Y de nuevo mordieron el polvo. Ya clasificados holgadamente, olvidándonos de repescas, nos preparábamos para un glorioso e inolvidable Mundial de Sudáfrica 10.
  Ya dirigía al combinado nacional el “marqués” Del Bosque, que alineó a: Casillas (Reina); Sergio Ramos, Piqué, Puyol, (Albiol), Capdevila; Busquets; Silva (Negredo), Xavi (Fábregas), Xabi Alonso, Iniesta (Jesús Navas); y Villa (Mata). Todos ellos, a excepción de Negredo, serían brillantes campeones del Mundo pocos meses después. La alineación ese día titular, con la permuta del barcelonista Pedro por Silva, sería la misma de la final ante Holanda.
  En los argentinos, como catorce años antes, destacaban futbolistas conocidos de sobras por la Liga española, como Coloccini, Demichelis, Heinze, Maxi Rodríguez, Mascherano, Gago, Di María, Higuaín y Messi. Maxi y Coloccini, recordemos, con pasado rojiblanco.
  Del partido recuerdo especialmente, además del baño que les metimos con el juego combinativo característico español,  el penalti que a poco del final convirtió Xabi Alonso. El tolosarra encasquetó un disparo tremendo, violentísimo, que entró como una exhalación por la mismísima escuadra, limpiando las telarañas, que dirían los clásicos. Es el mejor penalti que haya visto en mi vida.         
  Debutó el sevillista Jesús Navas, una vez superados sus problemas de ansiedad, que tanta importancia habría de tener en la consecución del campeonato del Mundo y, en general, en la posterior trayectoria de la Selección. En esta ocasión, por primera y de momento única vez, ningún rojiblanco jugó “en casa”.
  DÉCIMO PARTIDO.- 16 de octubre de 2012. Clasificación para el Mundial de Brasil 14. España -1- (Sergio Ramos); Francia -1- (Giroud). El más reciente y fresco en la memoria. De nuevo los galos, por primera vez de forma oficial, visitaban el Calderón. El empate complicó algo la clasificación, aún pendiente de resolver.
  Del Bosque seleccionador y España: Casillas; Arbeloa (Juanfran), Busquets, Sergio Ramos, Jordi Alba; Xavi, Xabi Alonso, Iniesta (Fernando Torres); Pedro, Fábregas y Silva (Cazorla). En los franceses descollaban Benzema y Ribery.
  Ningún debutante. Por parte del Atlético de Madrid, un único representante, Juanfran. Fernando Torres ya se encontraba en el Chelsea londinense, vía Liverpool. El lateral suplió en la segunda parte, por lesión, al madridista Arbeloa. Completó la cuarta de, por el momento, sus cinco internacionalidades. De todos es recordado que, fuera ya de tiempo, un desliz suyo permitió el empate francés. Estoy seguro que, si Del Bosque sigue confiando en él, alcanzará muchos más entorchados y paliará con creces el error cometido.


JOSÉ MIGUEL AVELLO LÓPEZ  .


jueves, 21 de marzo de 2013

MANOLO




MANOLO

  Uno de los privilegiados a los que la grada le recordaba aún años después de abandonar al Aleti. Pero casi mejor, por el contexto, que así no hubiera sido. La razón, aparte por supuesto del imborrable poso que nos dejó a todos y que es el aspecto positivo con el que debemos quedarnos, es el cántico con el que era jaleado por el sector más juvenil de la afición y que en realidad no lo era a él solo. Llevaba un complemento, un añadido. Un rival. Con motivo del trofeo pichichi al máximo goleador liguero que Manolo consiguió en la temporada 91-92, anotando veintisiete goles, mantuvo un apasionante mano a mano con el madridista Hierro, que fue su más cercano rival. Esa temporada jugaba en una posición más adelantada de lo que solía hacerlo, casi de mediapunta, y concluyó con veintiún goles. La mentada grada juvenil parió la cancioncilla de marras que, dejando aparte su sección laudatoria hacia el jugador rojiblanco, incluía una mención bastante desafortunada en mi opinión no tan sólo hacia el rival blanco en sí sino también, lo que considero más grave, hacia un grupo de población en constante peligro de exclusión social. “Hierro ***, Manolo pichichi”. Se siguió cantando durante años, con evidente falta de buen gusto, más allá de la retirada de Manolo, cada vez que el madridista regresaba a jugar con su equipo al Calderón.
  Manuel Sánchez Delgado nació en Cáceres el día diecisiete de enero de mil novecientos sesenta y cinco. Destacó en equipos de su ciudad natal, particularmente, en época de juveniles, en el club Deportivo Diocesano. Más tarde en el principal combinado de la población, el Cacereño, donde debutó con apenas dieciséis años. De ahí al Sabadell, dos temporadas, y luego al Murcia, en Segunda División, temporada 85-86, donde consiguió el ascenso a Primera, manteniéndose allí las dos siguientes, dando a conocer al fútbol español su oportunismo, brega y lucha constante.
  Su calidad no pasó desapercibida y recaló en la plantilla rojiblanca en la campaña 88-89. Era la segunda temporada de Jesús Gil en la Presidencia. La primera no había ido como él había deseado y para la siguiente volvió a contratar a un gran número de novedades. La principal, el delantero centro brasileño Baltazar, procedente del Celta, el cual, tras una primera excelente temporada, disminuyó su rendimiento en las siguientes. También el centrocampista Orejuela y el defensa central Luis García, procedentes del Mallorca. El lateral Torrecilla, del Valladolid. Otro central, Sergio Marrero, de Las Palmas. El delantero centro Carlos, del Oviedo. El brasileño Donato, en circunstancias un tanto peculiares ya reveladas en su correspondiente artículo de este blog, al que remito para evitar repeticiones innecesarias. Y Manolo, quien fue en realidad entre todos ellos (con permiso de Donato) el que conseguiría labrar una trayectoria atlética más fructífera.
  En sus primeros años rojiblancos, su labor era más sacrificada. Era el punta que debía trabajar más, ayudando al centro del campo, en beneficio de las estrellas del equipo, Baltazar y Futre. Su lucha constante, capacidad de sacrificio y visión del juego hacían que los astros brillaran. Muchos pases al hueco a ellos dos culminaron en goles. En cualquier caso, también pudo lucir su oportunismo, colocación, duro disparo, tanto con la pierna derecha como con la izquierda, y su remate de cabeza, nada desdeñable pese a su no muy elevada estatura. En cuanto a su capacidad de disparo con ambas piernas es muy ilustrativo el partido de ida de la eliminatoria de octavos de final de la Recopa de la temporada 91-92 (sin duda alguna, su mejor año) contra el Manchester United, celebrado en el Vicente Calderón el día veintitrés de octubre de mil novecientos noventa y uno. Llegaba uno de los equipos más poderosos del continente y se le barrió del terreno de juego. Victoria por tres goles a cero, de Futre los dos primeros y el tercero, apoteosis total en el último minuto, de Manolo. Diestro como era, saca un duro disparo (como casi todos los suyos) desde el borde del área con su pierna izquierda. El cancerbero danés Schmeichel, por aquella época el mejor del mundo, lo detiene primorosamente. La violencia del disparo hace que vuelva con rapidez inusitada al delantero que arma de inmediato la misma pierna, la izquierda, para volver a rematar de nuevo desde el borde del área y, ahora sí, encontrar las redes. La vuelta, catorce días después en el mítico Old Trafford, con un jovencísimo Giggs enfrente, se saldó con empate a uno, igualando Schuster en la segunda parte con uno de sus magistrales lanzamientos de falta el madrugador y preocupante gol de galés Hughes. En la siguiente ronda nos apearía no obstante el Brujas belga, de forma inexplicable porque el Aleti fue netamente superior en toda la eliminatoria.      
  Con el paso de los años fue recabando galones en la plantilla y, tras la salida de Baltazar y el no muy afortunado paso del austriaco Rodax, terminó por convertirse en el jugador más adelantado del equipo. Era el que portaba la enorme responsabilidad de culminar toda la tarea ofensiva de sus compañeros. Pero todo ello sin desdeñar su personalidad. No esperaba arriba los balones en forma estática sino que, al contrario, se ofrecía de continuo, participaba desde abajo en la elaboración de las jugadas y contagiaba su laboriosidad y entusiasmo al resto de jugadores. No estaba, sino que llegaba. Se convirtió posiblemente en el primero, o en uno de los primeros, falsos “9” del fútbol español, veinte años antes de que tanto el Barcelona como la Selección española de Del Bosque adoptaran esa misma solución. Todo ello, sumado además al estado de gracia por el que pasan todos los jugadores en un determinado momento de su trayectoria y a la responsabilidad añadida de asumir los lanzamientos desde el punto de penalti, culminaron en el trofeo pichichi al que se ha hecho referencia con anterioridad, anotando la nada desdeñable cifra de veintisiete goles en la temporada 91-92. Su rendimiento, sobre todo desde el punto de vista goleador, no desde el del sacrificado trabajo en pro del equipo, disminuyó algo en los ejercicios siguientes, tanto en encuentros jugados como en capacidad goleadora, como se comprobará claramente acto seguido al examinar sus números y estadísticas.
  Manolo defendió la camiseta rojiblanca durante siete temporadas, desde la 88-89 hasta la 94-95. Dejó el club inmediatamente antes de que se obtuviera el inolvidable doblete. Disputó 219 encuentros ligueros (35, 34, 37, 36, 27, 25 y 25) anotando 76 goles (9, 12, 16, 27, 5, 4 y 3). Treinta y dos de Copa del Rey, con nueve tantos. Veinte de competiciones europeas (Copa de la U.E.F.A. y Recopa), con ocho aciertos. Y un encuentro oficial más, la vuelta de la Supercopa de España de la temporada 92-93, frente al Barcelona, con derrota por un gol, por él anotado, a dos, de Beguiristain y Stoichkov, que no hicieron sino agrandar la diferencia que ya, en la ida del Nou Camp, había sido de tres goles a uno.
  El palmarés rojiblanco de Manolo incluye, al igual que el de muchos compañeros de generación (por ejemplo, Futre, el más destacado de todos ellos) las dos Copas de Rey de los primeros años 90. La victoria por un gol a cero frente al Mallorca en la 90-91, con el recordado gol de Alfredo. Y por dos a cero en la siguiente, 91-92, frente al Real Madrid, con los más recordados aún si cabe goles de Schuster.y Futre. Ambos encuentros en nuestro estadio fetiche para ganar Copas, en el Santiago Bernabéu. Ya han aparecido repetidamente en este blog, incluso como entradas propias, al ser finales a las que pude asistir personalmente, así que a dichos artículos me remito ahora. Manolo disputó ambas como titular, participando en la primera los ciento veinte minutos (recuerdo que hubo prórroga) y en la segunda setenta y siete, siendo sustituido por el cordobés Toni. No consiguió tanto alguno en estos encuentros finales pero contribuyó en las rondas previas con dos goles en el primer año y con cuatro en el segundo.
  Manolo, por supuesto, fue internacional con la Selección española. Veintiocho veces. Hasta su aparición, durante años y años el internacional rojiblanco con mayor número de entorchados había sido nuestro legendario lateral derecho, Revilla, con veintiséis. Llegó a “La Roja” de manos del seleccionador Luis Suárez, con el que jugó los primeros veinte encuentros internacionales. Siguió contando para Miera en su único año de seleccionador, sumando siete más. Y el último fue ya con Clemente a los mandos del combinado nacional, el único que con él disputó.
  Debutó con la casaca roja el día dieciséis de noviembre de mil novecientos ochenta y ocho, en partido clasificatorio para el Mundial de Italia 90, celebrado en el Benito Villamarín de Sevilla. Se ganó a Eire por dos goles a cero, marcando él el primero y completando el marcador con el segundo Butragueño. Fue sustituido por el sevillista Ramón, con harto regocijo de un sector de la prensa que acudió prontamente al chiste fácil del “duo dinámico” para referirse a ambos delanteros, titular y sustituto, Manolo y Ramón. Se hizo de inmediato con la titularidad y durante muchos partidos la delantera de la Selección española recayó en los pies de Manolo y Butragueño, dos delanteros bajitos, móviles y hábiles. Su último encuentro, el vigésimo-octavo, único con Clemente, tuvo lugar también en partido de fase clasificatoria para un Mundial, en este caso el de Estados Unidos 94, en Belfast, contra la otra Irlanda, la del Norte, el día catorce de octubre de mil novecientos noventa y dos. Un triste empate a cero. Compartió delantera con Claudio y fue sustituido por Alfonso.
  Con el equipo de España anotó nueve goles. Acudió siendo titular a la cita del Mundial italiano, pero fue uno de los que pagó el pato de un primer partido decepcionante, empate a cero frente a Uruguay. El no tener el peso suficiente dentro del vestuario hizo que fuera uno de los sacrificados. En ese mismo primer partido fue sustituido por Rafa Paz para no volver a jugar un solo minuto en los tres encuentros más que allí se disputaron, cediendo la titularidad a Julio Salinas.
  Tras dejar al Atlético de Madrid, recaló en un conjunto de su tierra extremeña, el Mérida, por aquel entonces flamante equipo de Primera División. Pero no pudo llegar a defender su camiseta en partido oficial. Se lesionó muy gravemente en la pretemporada y esa misma grave lesión forzó su retirada definitiva.
  Con su sempiterno número 7 a la espalda, bien ganado por su constante titularidad, en una época en la que no existían dorsales fijos para toda la temporada y en la que los jugadores salían al terreno de juego con la numeración clásica, del 1 al 11, Manolo es recordado por muchos como un jugador sobresaliente, pese a no ser sobresaliente en ninguna de las facetas del juego, sino cumplir sobradamente (lo que no es poco) en todas ellas. Pero donde sí que no admite comparación alguna es en su entrega por sus colores, garra, coraje, lucha y pundonor. Cuando en años posteriores muchos echamos en falta esas cualidades en algunos futbolistas que defendieron la camiseta del Atlético de Madrid, teníamos que acordarnos inexcusablemente del tremendo ejemplo que durante tantos años nos ofreció el extremeño Manolo.                
                



JOSÉ MIGUEL AVELLO LÓPEZ

jueves, 14 de marzo de 2013

LOS UNIPARTIDOS

 LOS UNIPARTIDOS

  Con el palabro “unipartidos”, que me acabo de inventar, quiero hacer referencia a todos aquellos jugadores que en el Atlético de Madrid han sido y que han tenido que conformarse con portar su sacrosanta camiseta una única vez. En su mayor parte jóvenes de la cantera a los que se ha acudido en un determinado y concreto (concretísimo más bien) momento para cubrir alguna emergencia, o como recompensa en torneos ligueros a punto de concluir o en primeras e intrascendentes rondas de competiciones coperas. Y en muchas ocasiones ni siquiera han llegado a jugar ese único partido completo, sino tan sólo unos breves minutos. Seguro que muchos de ellos quedaron decepcionados al no poder seguir sumando encuentros. Pero en el fondo habrán tenido la inmensa alegría y satisfacción, de las que jamás podrá disfrutar el común de los mortales, de haber jugado al menos una vez con el Aleti. Como se suele decir en estos casos, se lo podrán contar a sus nietos.  Ellos también son Historia de nuestro club y a ellos quiero hacer un sencillo y breve homenaje mediante el presente artículo. Un mero recordatorio.
  En el bien entendido de que me refiero a partidos oficiales. Los amistosos, excluidos. También hay que precisar que son todos los que están, pero no están todos los que son. De acuerdo con los principios inspiradores del presente blog, me voy a limitar a recordar a aquellos de los que tengo memoria, en función de las fuentes consultadas. Es evidente que a lo largo de toda la larga y fecunda historia rojiblanca habrán existido muchos más jugadores en esa misma situación, pero esta serie de artículos está dedicada a mis recuerdos y vivencias atléticas personales.
  Y una última precisión. De la lista excluiré al equipo de aficionados y juveniles que venció por tres a cero al Osasuna en la famosa jornada de huelga de los futbolistas profesionales. La segunda de la temporada 84-85, celebrada el día nueve de septiembre de mil novecientos ochenta y cuatro. Su resultado es oficial, pero la forma de alcanzarlo es meramente circunstancial, por lo que, en su caso, el recordatorio se limitará a la mera mención de su nombre. Ese día jugaron de rojiblanco: Arévalo; Mendiondo, Rivas, Ortega, José Luis; Carlos Guerrero, Rodolfo, Pedro Díaz (Parejo); Morgado (Fernández), Antelo y Miguel. Este último anotó el primer gol y Antelo los dos siguientes. La oficialidad del partido hace que el lateral izquierdo José Luis sea el más joven debutante en la historia atlética y Miguel el más joven goleador. El defensa central Rivas fue el único que llegó a participar más tarde en el primer equipo. Los demás, con una excepción de unipartido que enseguida veremos, nunca repitieron experiencia.
  Comencemos, pues, por orden estrictamente cronológico. En este caso, el reseñado orden es bien claro: lo marca la fecha del único partido oficial disputado.
  PEDRO DÍAZ. Pedro Antonio Díaz González. Centrocampista de gran despliegue físico, no exento de clase. La anunciada excepción del día del Osasuna, el único que repitió en una sola ocasión más. En el filial coincidió con su hermano gemelo Juan Díaz, poderoso defensa central y lateral izquierdo. Nacido en Ciempozuelos (Madrid) el 20 de julio de 1964. Bajo las órdenes de Luis Aragonés, su único partido, traducido en un único minuto, en el que relevó a Quique, fue el día 29 de mayo de 1986, partido de vuelta en casa de la eliminatoria de cuartos de final de la Copa de la Liga 85-86 frente al Sestao (que la disputaba con los equipos de Primera por ser campeón el año anterior de la Copa de la Liga de Segunda B). Victoria por dos goles a cero, de Sergio y Llorente. Luego recaló en el Toledo.  
  JULIÁN. Julián Romero Nieto. Delantero centro móvil, de clase exquisita y certero remate. Nació en Madrid el 25 de febrero de 1969. Ya traté sobré él en el segundo de los artículos dedicado a los jugadores del filial. En la primera y única temporada de Menotti, 87-88, primera también de la era Gil, el entrenador contó con él, promocionándole directamente desde el juvenil, haciendo ver a los técnicos de la casa que le tenían desaprovechado, pero tan solo para entrenamientos y amistosos. Su único encuentro oficial corresponde a la 38ª y última jornada de Liga, ya con Menotti cesado y Briones en el banquillo, contra el Cádiz en el Carranza, el 22 de mayo de 1988. Salió de titular y disputó los noventa minutos. Consiguió además el primer gol del empate a tres final. Los otros dos fueron de López Ufarte y Rivas. Tras permanecer el año siguiente completo en el filial, recorrió diferentes equipos de Segunda División, como Las Palmas, Racing de Santander y Getafe.
  GONZALO. Gonzalo Fernández de Córdoba. Nacido curiosamente en esa misma ciudad de Córdoba el 8 de noviembre de 1970. En el filial era un centrocampista fino y elegante, preferentemente por banda izquierda. Pero en el único encuentro en que se contó con él, siendo entrenador Pastoriza, jugó de lateral derecho, titular e íntegramente, ante las bajas en defensa, que no exactamente en ese puesto, dado que el habitual lateral derecho, Tomás, jugó de central. Fue el día 17 de febrero de 1993, partido de vuelta de los octavos de final de la Copa del Rey, en el Nou Camp frente al Barcelona, con sonrojante derrota por seis goles a cero que se sumaba a la de la ida, que había sido por cero a cinco. Continuó carrera en Tarrasa y Córdoba.  
  RAJADO. Jorge Alberto Rajado Martín. Centrocampista de banda izquierda, rápido y vertical. Nacido en Ciempozuelos (Madrid), el 15 de noviembre de 1969. Formado en la cantera madridista, recaló de rebote en el Atlético Madrileño en la temporada 92-93. Reclamado para el primer equipo por Heredia en la jornada 29ª, contra el Celta en el Calderón, el 11 de abril de 1993. Reemplazó en el minuto 75 al delantero Alfaro. Empate a uno, goles de Lukic y Gil. Prosiguió su trayectoria en equipos de la categoría de plata como el Almería o el Leganés. 
  VALLE. Óscar García Valle. Lateral izquierdo rápido y trabajador. Nacido en Madrid, el 11 de febrero de 1973. La falta de jugadores en su puesto motivó que Heredia le hiciera jugar contra el Zaragoza en la Liga 93-94, en la Romareda, en la 10ª jornada, el 6 de noviembre de 1993. Derrota por dos a uno. El gol colchonero de Caminero. Fue titular, sustituido por Kiko a los 84 minutos. Continuó carrera en equipos de por entonces Segunda División, como Osasuna  y Villarreal.
  CORDÓN. David Cordón Mesa. Lateral izquierdo fuerte y ofensivo. Internacional en categorías inferiores, parecía presentar un muy prometedor futuro, que quedó truncado. Nacido en Madrid, el 12 de noviembre de 1975. Participó en los fastos del año del doblete, 95-96, al figurar oficialmente en la plantilla. Pero su aportación se limitó al partido de vuelta de segunda ronda de Copa del Rey frente al Almería, con la eliminatoria ya resuelta en la ida en la ciudad andaluza. El 8 de noviembre de 1995 partió como titular y jugó los noventa minutos. Victoria por dos goles, de Penev y Correa, a uno. Luego desfiló por Sevilla, Recreativo de Huelva y Eibar, en Segunda División, y Cacereño, Zamora y Real Unión de Irún, en Segunda B.    
  RICARDO. Ricardo López Felipe. Portero sobrio, eficaz y con una categoría inmensa. La pena es que un fuera de clase como Molina le cerrara el paso. Nació en Madrid, el 30 de diciembre de 1971. Curiosamente, pese a su enorme categoría, solamente una vez se puso la camiseta de titular. Suplente sin jugar un solo minuto en la temporada del doblete, su único partido tuvo lugar a la siguiente, ya finalizando. Jornada 40ª de la 96-97, el 2 de junio de 1997. Victoria frente al Zaragoza en la Romareda por dos goles, de Morientes e Higuera, a tres, de Esnáider, Pantic y Caminero. Titular y partido íntegro. Tras disputar la temporada siguiente con el Atlético B en busca de minutos, recorrió diversos equipos como el Valladolid, el Manchester United, el Racing de Santander y el Osasuna. En todos ellos (con la excepción de los ingleses) titular indiscutible y dejando inequívocas muestras de sus tremendas clase y personalidad. Dos veces internacional absoluto.
  YORDI. Jorge González Díaz, "Yordi". Delantero centro a la antigua usanza. Tanque. Generoso en el esfuerzo. Particularmente poderoso en el juego aéreo. Nacido en San Fernando (Cádiz) el 14 de septiembre de 1974. Procedente de la cantera del Sevilla, con el que llegó a debutar en Primera División, recaló en el Atlético de Madrid B, en Segunda, en la temporada 96-97, donde, compartiendo línea delantera con el navarro Ezquerro, se hinchó a meter goles en una campaña inolvidable. Obtuvo recompensa en la 42ª y última jornada de Liga, 23 de junio de 1997, cuando Antic le hizo jugar veintiocho minutos sustituyendo a Biagini. Se perdió contra el Tenerife por cero goles a tres. Luego militó muchos años más en Primera División, en el Zaragoza, donde su fuerza y pundonor le hicieron ídolo de la afición, con una intercalada cesión al inglés Blackburn Rovers, Getafe y Mallorca, y en Segunda en el Xerez y Córdoba.    
  CRISTIAN DÍAZ.  Cristian Fabián Díaz Sichi, “Camioncito Díaz”. Defensa central argentino sobrio y contundente (como casi todos ellos). Nació en Buenos Aires el 18 de mayo de 1976. En el filial la campaña 97-98 iba sobrado. Su categoría era muy superior a la Segunda División. Una vez más la falta de efectivos para un puesto concreto en un encuentro concreto hizo que Antic, contase con él. En este caso ni más ni menos que para toda una semifinal europea. La correspondiente a la Copa de la U.E.F.A. de esa temporada, frente a la Lazio. Vuelta en el Olímpico de Roma el día 14 de abril de 1998. Salió de titular, completando un partido excelso, sin fallo alguno. Suplido por Paunovic a quince minutos del final, ante la necesidad de marcar. Empate a cero que, sumado a la victoria lazial en Madrid con un único gol del futuro atlético Jugovic nos apeó de la final. Al igual que muchos de estos unipartidos atléticos se mantuvo en equipos de Segunda, como Málaga, Elche, Salamanca, Sporting de Gijón, Ciudad de Murcia y Granada 74. 
  PEPE DOMINGO. José Domingo Juárez Ramiro. Extremo izquierdo. Entraba por la banda con velocidad, trazando diabólicas diagonales hacia la portería. Nacido en Madrid, el 3 de julio de 1977. Su único encuentro fue el 2 de febrero de 2000, contra el Real Unión de Irún, en la vuelta de los octavos de final de la Copa del Rey, con victoria por dos goles a cero, de Njegus y Marcos Márquez. Ese día estuve en el estadio y le vi debutar. Suplió a Lardín, que ocupaba su misma posición, en el minuto 62. Continuó jugando en Segunda División, en Salamanca y Extremadura. 
  MARCOS MÁRQUEZ. Marcos Márquez Lebrero. Delantero centro de rápidos movimientos, más que aceptable técnica y sobresaliente juego aéreo. Nació en Sevilla, el 23 de julio de 1977. Coincidió en único encuentro con Pepe Domingo, sustituyendo en este caso, en el mismo minuto 62, a Mena. Poco después, marcaba el dos a cero definitivo. También peregrinó por diferentes conjuntos de Segunda, como Córdoba, Las Palmas y Salamanca.
  DEL PINO. Javier Del Pino González. Nacido en Madrid el 10 de julio de 1980. En la época en que despuntaba en el filial y mereció la llamada de Luis Aragonés para jugar en el primer equipo era un delantero centro vivaz y habilidoso. Fue el 6 de abril de 2002, en la jornada 35ª de la Liga 01-02, en casa frente al Murcia, con el equipo desgraciadamente en Segunda División, a punto de conseguir el ansiado ascenso. Sustituyó en el minuto 85 al portugués Dani. Victoria por cuatro goles a dos, los atléticos de Diego Alonso en tres ocasiones y Aguilera. Luego se trasladó a equipos de Segunda como Xerez y Numancia, donde, particularmente en este último, retrasó su posición al centro del campo, siempre con vocación ofensiva.    
  ROMERO. Iván Romero Mingo. Lateral izquierdo, rápido y fibroso. Nacido en Madrid, el 21 de julio de 1980. En su única temporada en el filial, 03-04, fue requerido por el entonces entrenador del primer equipo, Gregorio Manzano, ante la falta de efectivos en su posición. Y ni más ni menos que para jugar en Liga en el Nou Camp. Jornada 24ª, el 15 de febrero de 2004. Salió de titular y fue reemplazado por Arizmendi a los 75 minutos. Derrota por tres a uno. El gol atlético de Nikolaidis. Luego recaló en diversos equipos de Segunda y Segunda B.
  MANÉ. José Manuel Jiménez Ortiz, “Mané”. En los años del Atlético B despuntaba en Majadahonda como un centrocampista de banda izquierda sumamente técnico y ofensivo. Nacido en Tarifa (Cádiz) el 21 de diciembre de 1981. En dicha posición disputó su único encuentro de rojiblanco, titular e íntegro. Siendo Ferrando entrenador, el veinte de enero de dos mil cinco. Partido de vuelta de octavos de final de la Copa del Rey de la temporada 04-05, contra el Lorca en el Calderón. La ida en la ciudad murciana dejó zanjada la eliminatoria, con victoria atlética por uno a tres. En este encuentro se selló el pase con otra victoria por dos goles a cero, ambos de Braulio. Su recorrido posterior le ha llevado por equipos como el Ciudad de Murcia, Almería y Getafe, los dos últimos en Primera División, retrasando su posición a la de lateral izquierdo, desde donde despliega sus habilidades ofensivas.   
  POLLO. Adrián José Hernández Acosta “Pollo”. Centrocampista bregador, de enorme lucha y recorrido. Nacido en Mogán (Las Palmas), el 2 de mayo de 1983. Disputó muy escasos minutos, apenas los del descuento, porque a las órdenes de Javier Aguirre suplió a Galetti en el 90 de la jornada 17ª de la Liga 06-07, el 6 de enero de 2007, en un triste empate a cero en casa frente al Gimnastic de Tarragona. Siguió jugando en equipos de su tierra, como Las Palmas o el Universidad de Las Palmas.
  JACOBO. Jacobo María Ynclán Pajares. Mediapunta habilidosísimo, sumamente técnico y atractivo para el espectador. Al igual que Julián, también fue referenciado en el segundo de los artículos dedicado con anterioridad a jugadores destacados, en mi opinión, del filial. Nacido en Madrid el 4 de febrero de 1984. Su único encuentro se plasma en un solo minuto. Jornada 18ª de la Liga 06-07, 14 de enero de 2007, con el mexicano Javier Aguirre en el banquillo, frente al Celta en Balaídos. Victoria por un gol a tres, dos de Fernando Torres y el tercero de Agüero. Sustituyó a Galetti. Luego probó fortuna en otros equipos, incluso del extranjero, como el belga Mouscron, el Alavés, el Guadalajara, el Alcalá y el austriaco Wolfsberger.   
  JOSHUA. Joshua Zapata González. Centrocampista de clase y técnica no exento de garra. Sumamente ofensivo. Solía dejarse caer a banda izquierda. Nacido en Madrid, el 28 de enero de 1989. Javier Aguirre le concedió el premio, guiño a la cantera, de poder disputar unos escasos minutos en la 38ª y última jornada de la Liga 07-08, frente al Valencia en Mestalla, el 18 de mayo de 2008. Entró por Raúl García a quince del final. El encuentro, en el que se retiró Cañizares, se perdió por tres goles, del griego Seitaridis en propia meta y dos de Villa, a uno, de Agüero. Continuó ruta tras permanecer dos temporadas más en el Atlético B en otro filial, el Zaragoza B.  
  CEDRIC. Cedric Gerard Mabwati. Extremo rápido, potente y escurridizo, de baja estatura. Comenzó a jugar partidos con el filial con apenas quince años. Nacido en Kinshasha (República del Congo) el 8 de marzo de 1992. El primer año de Quique Flores, 09-10, cuando reemplazó a Abel ya iniciada la temporada, contó con él en varias convocatorias. Pero tan sólo disputó el encuentro de ida de la eliminatoria de octavos de final de Copa del Rey contra el Recreativo de Huelva, el 6 de enero de 2010, con la vergonzante derrota por tres goles a cero que luego sería remontada en casa con el inolvidable gol de falta directa de Simao. El entrenador le sacó de titular. Pero luego le privó de toda confianza al sustituirle a los apenas veintitrés minutos por Antonio López. De nuestro club se trasladó al Numancia, donde aún sigue.     
  MOLINO. Jorge Molino Baena. Delantero centro peleón y correoso. No excesivamente goleador. Nació en Madrid, el 4 de marzo de 1988. Convocado en varias ocasiones desde el filial en la campaña 09-10 por Quique Flores para calentar banquillo, le dio su oportunidad en forma de cuatro efímeros minutos, sustituyendo a Simao, en la jornada trigésima, el 4 de abril de 2010, contra el Deportivo de la Coruña en el Calderón. El placentero resultado, tres a cero, anotados por Juanito, Forlán y Tiago, impulsaron su breve oportunidad. Como curiosidad, salió al terreno de juego con el dorsal número 59. Salvo que alguien me contradiga, creo que el más elevado jamás portado por ningún jugador del primer equipo del Atlético de Madrid. Tras cesión al Murcia, recaló en el Palencia, ambos equipos de Segunda B.
  BORJA. Borja Bastón Tomás. Delantero centro. Goleador, de duro disparo y elevada calidad. Nacido en Madrid el 25 de agosto de 1992. Hijo del mítico portero Miguel Bastón, que jugara tantos años en el Atlético Madrileño. Su único partido fue el 15 de mayo de 2010, en la 38ª y última jornada de la Liga 09-10, en la que nos derrotó el Getafe por cero goles a tres, siendo entrenador Quique Flores. Acabábamos de regresar de Hamburgo, de conquistar brillantemente la primera Europa League. Y mayor desgracia imposible. Sustituyó en el minuto 58 a Tiago y apenas ingresado en el terreno de juego se lesionó gravísimamente, siendo reemplazado a su vez poco después por Rubén Pérez (otro unipartido). Tras recuperarse, se ha ido fogueando paulatinamente en el Atlético B y en cesiones al Murcia y al Huesca. De su todavía juventud es de esperar que recupere el tono físico y pueda retornar por la puerta grande.
  RUBÉN PÉREZ. Rubén Salvador Pérez del Mármol. Mediocentro elegante que aúna las complicadas cualidades de distribuir con eficacia el juego y cortar el adversario cuando es pertinente. Nacido en Écija (Sevilla) el 26 de abril de 1989. Su único encuentro fue exactamente el mismo que el de Borja Bastón, dado que fue quién le reemplazó, como ya ha quedado dicho, a doce minutos del final tras su infortunada lesión. Cedido en sucesivas temporadas a Deportivo de la Coruña. Getafe y Betis, siempre en Primera División, es aún joven y puede regresar a completar la plantilla. En mi humilde opinión, sería un valioso elemento para auxilio de la posición de centrocampista organizador y a la vez defensivo.
  Los dos últimos, al estar cedidos, es posible que regresen al redil rojiblanco, y puedan aumentar el número de partidos jugados. Así lo esperamos todos, sobre todo si redunda en beneficio del equipo. En cualquier caso, para ellos y todos los demás, valgan estas breves líneas como signo de reconocimiento. Hubo una vez (literalmente) que jugaron con el Atlético de Madrid.  
            


JOSÉ MIGUEL AVELLO LÓPEZ

jueves, 7 de marzo de 2013

TOMÁS

TOMÁS

  Al machacón soniquete de “Muy bien, Tomás, muy bien, Tomás” (por cierto, que es la misma musiquilla con la que en la actualidad se anima al turco Arda Turan), canción con lo que el dúo infantil Enrique y Ana torturó a los niños españoles de finales de la década de los setenta, y con la que era jaleado por el sector más animoso de la hinchada rojiblanca, fue amo y señor de la banda derecha (tras pasar en primer término por la izquierda) durante largos años, jugando partido tras partido para acabar convirtiéndose en el segundo jugador en toda la longeva historia atlética en número de encuentros oficiales disputados (tras Adelardo y por delante de Aguilera, tal y como ya quedó conveniente reseñado en la entrada a éste dedicada). Nadie podía escaparse de él. Tenía el cuerpo y musculatura del lateral perfecto. Su fuerza, velocidad, anticipación, dureza y contundencia (aunque, reconozcámoslo, en ocasiones, estas dos últimas cualidades llegaban a ser excesivas) hacían que no existiera extremo alguno capaz de sobrepasarle. Bajito, rápido de movimientos, con centro de gravedad bajo y poderosas y musculadas piernas, reaccionaba de inmediato cuando alguno osaba tan siquiera llegar a concebir tan peregrina pretensión. Era en suma un consumado defensor. Por el contrario, sus cualidades ofensivas no eran especialmente significativas. Salvo con sus poderosos saques de banda, que se convertían en una jugada ensayada de ataque más.
  Tomás Reñones Crego nació en Santiago de Compostela el día nueve de agosto de mil novecientos sesenta. Tras convertirse en destacado futbolista en los equipos de su ciudad natal, fue captado por los servicios técnicos del Atlético de Madrid. Pese a su ya casi avanzada edad por aquel entonces (veintidós años) para recalar en un equipo filial, su falta de rodaje en categorías superiores hizo que de entrada su primer año en el club (temporada 82-83) la disputase en el Atlético Madrileño, por esos años en Segunda División, donde pudo desplegar y perfeccionar sus innegables cualidades. Por consiguiente, no puede catalogarse como un jugador de cantera atlética al cien por cien, salvo que llamemos canterano a todo aquel jugador que haya jugado en algún equipo filial, con independencia de su procedencia anterior. A propósito, que no veo por qué no debería ser así. Al fin y al cabo, en mayor o menor medida, se está contribuyendo a completar su formación e incardinar las virtudes y valores de su nuevo club. Pero eso es otra historia.
  En cualquier caso, lo cierto e innegable es que ese primer año rojiblanco valió para que a los espectadores asiduos del equipo filial nos llamara poderosamente la atención la enorme valía de ese lateral bajito, peleón y corredor infatigable. Completó una temporada espectacular. Tampoco pasó desapercibida para los estamentos técnicos del club.
  Para la siguiente, 83-84, él y otro destacado del Madrileño, el delantero centro Víctor (remisión al artículo de este blog titulado “Jugadores del filial-uno”), fueron promocionados a la primera plantilla. Comoquiera que, pese a entrenar de continuo bajo las órdenes de nuestro legendario entrenador Luis Aragonés, éste no le encontraba de momento acomodo en el equipo, continuó jugando una temporada más con el Atlético Madrileño. En esta segunda coincidió en la plantilla con otro jugador de nombre de guerra Tomás. El centrocampista y circunstancialmente defensa central Tomás González Rivera, que luego haría importante carrera en equipos de Primera División como el Oviedo y el Valencia, siendo su principal cualidad el poderoso golpeo de balón que le llevaría a conseguir un elevado número de goles desde el centro del campo (remisión ahora a otra entrada de este blog, la titulada “En Nochevieja”). Desconozco de quién sería la “brillante” idea, pero para diferenciar en las alineaciones a ambos “Tomases”, se les añadió a su nombre futbolístico los numerales romanos I (a Tomás Reñones, por ser el más veterano en el equipo) y II (a Tomás González, por lo contrario). Esta forma de citar a los jugadores ha sido tradicional en el fútbol español (Gonzalvo I, II y hasta III; Lesmes I y II; Claramunt I y II; Rojo I y II, Mejías I y II…), pero referida siempre a hermanos y, por consiguiente, al apellido. Fue la primera vez, y creo que continúa siendo la única. que se usara para designar a dos jugadores sin parentesco alguno, refiriéndose además al nombre de pila. Recuerdo haber leído entrevistas a nuestro personaje de hoy en las que, recordando el pasaje, explicaba que les preguntaban por la calle si eran hermanos (¿dos hermanos con el mismo nombre?).
  Pero esa temporada fue decisiva en su trayectoria. No la culminó jugando en el filial, sino en el primer equipo. Y convenció tanto al míster que desde entonces ya prácticamente jamás se apeó de la alineación titular. Fue en la desaparecida Copa de la Liga. Los más jóvenes desconocerán esta competición, porque tuvo una vida efímera, importada desde el fútbol inglés. Apenas cuatro temporadas, desde la 82-83 hasta la 85-86. Consistía en una competición que se disputaba una vez concluida la Liga por sistema de eliminación pero, a diferencia de la Copa del Rey, única y exclusivamente entre los equipos que ese año militaban en una misma categoría concreta. Así, existía la Copa de la Liga de Primera División, la de Segunda, la de Segunda B y hasta la de Tercera División. Paréntesis: nuestro primer equipo no ganó ninguna. Disputó la final contra el Valladolid en la segunda edición, la de 83-84, empatando en primer lugar en casa a cero (la final era a doble partido) y cayendo derrotados en la ciudad pucelana por tres goles a cero. Curiosamente, sí que el Atlético Madrileño conquistó la de la primera edición, 82-83, frente al Deportivo de la Coruña, al vencer en casa por tres a uno y perder en Riazor tan sólo por un gol a cero. Remisión de nuevo al mismo artículo “Jugadores del filial-uno”, en el que se trató a Juanín, el capitán que levantó la Copa. Dos años después, se alcanzaría de nuevo la final, para caer ante el Oviedo. Fin del paréntesis.
  Por consiguiente, en esa inicial temporada con el primer equipo, 83-84, Tomás se había limitado a jugar tres encuentros de Copa del Rey de primeras rondas, contra Tarancón y Portmany. Hasta el mes de mayo. Entre mayo y junio jugó como titular y completos los ocho encuentros de la Copa de la Liga, las idas y vueltas contra el Athletic de Bilbao (octavos de final), Español (cuartos de final), Barcelona (semifinal) y Valladolid (final). Todos como lateral izquierdo, dado que el derecho era propiedad del alemán de origen checo Votava (remisión a su correspondiente entrada), salvo curiosamente el primero de todos ellos, en que lo hizo por la derecha, siendo Clemente el lateral izquierdo.            
  Su debut liguero, una vez obtenida en forma indubitada la titularidad, tuvo lugar por consiguiente en la primera jornada de la temporada siguiente, 84-85, el uno de septiembre de mil novecientos ochenta y cuatro. Empate a cero en el viejo Sarriá, frente al Español. El último partido, en la cuadragésimo-segunda y definitiva jornada de la Liga 95-96, año del glorioso doblete, veinticinco de mayo de mil novecientos noventa y seis, día del alirón ante el Albacete, con los inolvidables goles de Simeone y Kiko, cuando suplió a falta de diez minutos al lateral derecho que en ese ejercicio le había arrebatado la titularidad, Geli, a petición de la grada y a modo de postrero homenaje. Entremedias, un porrón de encuentros. Computada la inicial, a lo largo por tanto de trece temporadas. Trescientos sesenta y siete de Liga. Su análisis campaña a campaña denota su tremenda regularidad, otra de sus principales virtudes: 0, 32, 32, 41 (año del play-off), 37, 37, 31, 33, 32, 26, 25, 29 y 12. Es decir, con un ligero descenso en sus últimas cuatro temporadas, más acusado en la última, jugaba prácticamente todo. Sesenta y cuatro de Copa del Rey. La mitad exacta, treinta y dos, de diferentes competiciones europeas (Copa de la U.E.F.A. y Recopa; nunca llegó a jugar Copa de Europa, como era conocida en su época). Dieciséis de Copa de la Liga. Y, finalmente, cuatro de la Supercopa de España (todos frente al Barcelona). Un total de 483 encuentros oficiales, frente a los 531 (399 ligueros según unas fuentes, 384 según otras y 401 según otras) de Adelardo, que le conceden la medalla de plata en el hipotético podio de la historia rojiblanca.
  Y en todos esos partidos tan sólo marcó tres goles. Dos ligueros, ya apuntados en la entrada titulada “Con nueve basta” y otro copero. Como son tan escasos, hagamos un breve repaso. El primero aconteció el día ocho de enero de mil novecientos ochenta y nueve, jornada decimo-séptima de la Liga 88-89. Empate a uno frente al Murcia en La Condomina. Tomás abrió el marcador con un lejanísimo e inverosímil zurdazo desde la posición de lateral derecho, que entró como una exhalación por la escuadra del cancerbero Amador. Igualó más tarde el gaditano Mejías II (¿recuerdan lo de los numerales romanos?). El siguiente, en Copa. Misma temporada. Veintidós de febrero de mil novecientos ochenta y nueve. Vuelta de los octavos de final, en casa frente al Español. Tres a cero. El suyo fue la guinda final, tras los dos primeros de Manolo y Marina. Se pasó ronda, dado que en la ida se había empatado a cero. Y el tercero y último, el día dos de diciembre de mil novecientos noventa. Jornada decimotercera de la Liga 90-91. Como ya se analizó pormenorizadamente  en la citada entrada, un partidazo inolvidable, en el que nos expulsaron a Futre y a Juan Carlos. Aún así, se goleó al Zaragoza por cuatro a cero. Rodax de penalti, Manolo en dos ocasiones y el de Tomás, el tres a cero, entremedias de los dos del extremeño. Recordemos que los tres últimos fueron facilitados por un estelar Sabas (sin duda alguna, su mejor partido de rojiblanco). En esta ocasión, pase desde la derecha, tras sortear a diversos adversarios y Tomás, que se había colocado de lateral izquierdo ante la tarjeta roja a Juan Carlos, dejando el derecho a Pizo Gómez, llega en veloz carrera desde atrás para empujar con su pierna diestra a escasos centímetros de la línea de gol. La trascendencia y la rareza del gol hicieron que lo celebrara en forma próxima al paroxismo.
  Su palmarés roiblanco incluye seis títulos oficiales. La Liga 95-96, año del doblete y de su despedida, en la que, como hemos visto, participó en doce partidos. La Supercopa de la 85-86, en la que se venció al Barcelona en el Calderón por tres goles (Cabrera, Ruiz y Da Silva) a uno (Clos), el nueve de octubre, para luego, en la vuelta del Nou Camp, caer derrotados por un solitario gol de Alesanco, el treinta del mismo mes. En ambos encuentros disputó los noventa minutos. Y cuatro Copas del Rey. Las de las temporadas 84-85 (dos a uno frente al Athletic de Bilbao), 90-91 (uno a cero frente al Mallorca), 91-92 (dos a cero frente al Real Madrid) y 95-96 (uno a cero frente al Barcelona). De nuevo es el atlético con más Copas ganadas, por debajo una vez más tan sólo de Adelardo, que tiene cinco. En la primera, tras haber sido titular en todas las eliminatorias anteriores, no pudo jugar la final por sanción, haciéndolo Clemente en su lugar. En la última, tampoco disputó la final, al tener ya la condición de suplente. Sí disputó cinco encuentros de las rondas previas. El último, la ida de los octavos de final frente al Betis. Y en la segunda y en la tercera, sí que disputó íntegramente todos los minutos de las finales, ocupando en ambos casos el lateral derecho de líneas defensivas compuestas por cinco miembros.  
  Por lo que concierne a la selección española, defendió la casaca roja en diecinueve ocasiones, todas ellas con Miguel Muñoz de seleccionador, excepto la última, en que lo fue ya con Luis Suárez. Participó en las fases finales del Mundial de México 86 y de la Eurocopa de Alemania 88. En el primero, jugó los cinco encuentros que allí celebró España como titular y casi íntegramente (tan sólo fue sustituido en el último, de cuartos de final, ante Bélgica, por Señor cerca del final). En la segunda, fue de nuevo titular en los tres encuentros de España, en este caso sin sustituciones. Debutó el día veinte de noviembre de mil novecientos ochenta y cinco. Amistoso frente a Austria en La Romareda de Zaragoza. Empate a cero. Primero de los amistosos para conjuntar el equipo, una vez conseguida la clasificación para el Mundial del 86. Ese mismo día debutaron también Míchel, Setién (otro ilustre atlético) y Eloy. Todos ellos acudirían a la cita mexicana. Su decimonoveno y último encuentro internacional tuvo lugar el día trece de diciembre de mil novecientos ochenta y nueve. Llevaba más de un año, desde la Eurocopa del 88, sin acudir a la selección. Había perdido la titularidad en beneficio de Chendo y de Quique Flores, que se turnaban en el puesto de lateral derecho. De hecho, en este último encuentro, otro amistoso ante Suiza en Tenerife, jugaría de lateral izquierdo, sustituyendo al sevillista Jiménez. Se venció por dos goles, de Michel de penalti y Felipe, que debutaba precisamente ese mismo día, junto a Luis Manuel y Moya (otro ilustre atlético más), a uno, de Knup.
  En suma, contemplando con la distancia que proporciona el paso del tiempo toda la trayectoria de Tomás Reñones en el club Atlético de Madrid, sólo se me ocurre una expresión que, parafraseando al ilustre e insigne poeta, pueda sintetizarla adecuadamente: ¡Muy bien, Tomás!.    
          

JOSÉ MIGUEL AVELLO LÓPEZ