miércoles, 29 de febrero de 2012

ALEMAO

ALEMAO.
  Fue el último fichaje de Vicente Calderón. Con ello, dejaba un gran legado para el club. Los atléticos disfrutamos de su excelente juego apenas quince meses. Pero a todos nos dejó un recuerdo imborrable. Probablemente haya sido uno de los jugadores de nuestro equipo que haya calado más hondo en la memoria colectiva habiendo permanecido menos tiempo. Para el gran público, Alemao se dio a conocer en el Mundial de México 86, que disputó desde el medio del campo de la selección de Brasil. Y más concretamente, en el primero de sus partidos, el que el uno de junio de mil novecientos ochenta y seis les enfrentó en Guadalajara, bajo el arbitraje del australiano Bambridge, a la selección española, el día del célebre no-gol de Michel, y que terminó perdiendo nuestra selección por un gol a cero, anotado por Sócrates. Por aquella época, no era tan fácil como ahora seguir por la televisión las diferentes ligas europeas y mundiales y las diversas competiciones internacionales, por lo que los aficionados al fútbol apenas alcanzábamos a conocer a las grandes estrellas internacionales en las fases finales de Mundiales, Eurocopas y finales europeas de clubes, que prácticamente eran los únicos partidos de fuera de España que podían verse aquí. Ese mismo día, también descubrimos todos a un defensa central negro de un físico portentoso y espectacular, llamado Julio César, que dominó los ataques españoles como un adulto que estuviera jugando contra niños de parvulario y que poco después sería fichado por el Inter de Milán. Alemao jugó de titular e íntegramente los cinco partidos que Brasil disputó en ese Mundial (los tres de la primera fase, los octavos de final y los cuartos de final, donde fueron eliminados por Francia a los penaltis). Cuatro años después, en el Mundial de Italia 90, también jugó de titular los cuatro partidos de su equipo (tres de la primera fase y el de octavos de final, donde fueron apeados por Argentina, tras anotar Caniggia su famoso gol a pase de Maradona, en posiblemente la última de sus grandes jugadas). En este último partido ante los albicelestes fue sustituido por Silas, quizá por atribuirle el seleccionador brasileño algo que sin duda alguna le fue achacado de inmediato por la opinión popular de su país, el ser uno de los jugadores que Maradona regateó en su slalom desde el centro del campo y no haber sido capaz de pararle, siquiera en falta. Alemao, de entre todos los rivales burlados por el astro argentino, fue el más cruelmente criticado, porque se estimó que no había querido hacerle falta por ser compañeros de equipo, dado que ambos figuraban por entonces en el Nápoles italiano. Tiene en total treinta y nueve entorchados internacionales, en los que anotó seis goles.
  Ricardo Rogerio de Brito, “Alemao”, nació en Fabril, un pueblo cercano a la ciudad brasileña de Lavras, el día veintidós de noviembre de 1961. Su apodo futbolístico le fue impuesto por su padre “porque era rubio como un alemán”. Su infancia no fue nada fácil. Despuntó en el equipo de su ciudad para fichar posteriormente por el Botafogo, uno de los mejores de la gran ciudad de Río de Janeiro, en 1980. Fue ascendiendo poco a poco peldaños, hasta asentarse como titular en su club y debutar en la selección. Precisamente su primera gran cita internacional fue el anteriormente referenciado Mundial de México 86, adonde acudió “a priori” como suplente. Pero el gran centro del campo brasileño comandado por Zico y Sócrates necesitaba de un complemento que aportara no sólo calidad sino también trabajo y fuerza. Entre sus compañeros, era considerado el más europeo de todos ellos (quizá su nombre de guerra futbolístico haría alusión también a su poderío físico).
  Ese mismo año, el 30 de diciembre, terminó su contrato con el Botafogo y no renovó. Quería venirse a jugar a Europa. Estuvo en negociaciones con varios equipos europeos, pero fue finalmente el Atlético de Madrid el que, merced sobre todo al empeño personal de Vicente Calderón, que deseaba contratar en esos momentos de austeridad en materia de fichajes a una gran estrella internacional, logró reclutarlo para sus filas. Sin embargo, pese al gran esfuerzo que Vicente Calderón aportó a las negociaciones, nunca llegarían a conocerse. Alemao llegó a Madrid el 26 de marzo de 1987, exactamente el mismo día en que nuestro presidente era enterrado tras su súbito fallecimiento.
  En la bibliografía que he consultado sobre Alemao, consta que defendió nuestra camiseta durante dos temporadas. Y no es del todo exacto. Fue en realidad una temporada completa, la 1987-88, y los últimos meses de la anterior, la 1986-87. Además, esta temporada tiene una particularidad que la hace única hasta ahora (no me he atrevido a escribir irrepetible). Es la temporada del play-off. Para suscitar aún más el interés de los aficionados (realmente para sacar más dinero), una vez que concluyó la temporada “regular” de dieciocho equipos y treinta y cuatro jornadas, se disputaron diez más, para lo que se subdividió la categoría en tres grupos. El primero jugaría por ganar la liga, el tercero por evitar el descenso y el segundo (donde quedó encajado nuestro equipo, al terminar la liga ordinaria en séptima posición) por la Copa de la Liga, en teoría. En la realidad, por nada. No debió salir muy bien el “experimento”, porque desde entonces no se ha vuelto a repetir. El caso es que esos diez partidos intrascendentes valieron al menos para ver debutar a Alemao con la camiseta rojiblanca. El equipo estaba clasificado desde finales de marzo para disputar las semifinales de la Copa del Rey, que se jugarían en junio. Por cierto, contra el Real Madrid, al que se eliminó (3 de junio en el Bernabéu, 3-2, goles de Quique y Marina; y 2-0 en el Calderón, goles de Uralde y de nuevo Marina). Luego se celebraría la final en La Romareda, contra la Real Sociedad, el día 27 de junio, que se perdería por penaltis, tras empatar a dos goles (anotados por Da Silva y Rubio). Mientras se preparaban esos partidos de semifinales e hipotética final, Luis Aragonés (nuestro tercer técnico de esa temporada, tras haber cesado a Miera y a Martínez Jayo) hizo debutar a Alemao el día tres de mayo de 1987, en la tercera jornada añadida, en Zorrilla contra el Valladolid, sustituyendo a Landáburu en el descanso. Terminó el partido empate a uno, goles de Juan Carlos (que luego ficharía por nuestro equipo) y Da Silva. A la semana siguiente, derrota por 2 a 1 en San Sebastián, y de nuevo salió tras el descanso, sustituyendo en este caso a Julio Prieto. Y una semana después, ya titular, jugando los noventa minutos y anotando su primer gol en la victoria por tres goles a dos ante el Betis. Después de esas tres jornadas, Luis Aragonés dejó de contar con él para conjuntar al equipo que iba a disputar las semifinales de Copa (no podía jugar la competición, al no estar inscrito) y no volvería a jugar, ya clasificados para la final de Copa, de nuevo de titular, hasta el catorce de junio, penúltima jornada de liga, en la victoria por 5 goles a 1 en nuestro estadio ante la Real Sociedad (curiosamente, el mismo rival contra el que pocos días después tendría lugar la final).                  
  La temporada siguiente, primera de Jesús Gil y Gil en la Presidencia, fue en consecuencia la que Alemao disputó completa con nuestros colores. Jugó 31 partidos más de Liga, cuatro de Copa y anotó cinco goles más (ante Logroñés, dos ante las Palmas, otro ante el Cádiz y el último ante el Mallorca, el siete de febrero, el primer gol de los siete que ese día endosamos al Mallorca, en una volea espectacular desde el borde del área, tras recoger un pase desde la izquierda de Quique Ramos; probablemente ese gol es lo más y mejor recordado por los aficionados; además, se puede encontrar fácilmente en Internet). En total, jugó en consecuencia treinta y cinco partidos de Liga, cuatro de Copa y anotó seis goles. Obtuvo el premio al mejor jugador extranjero de esa única temporada completa.
  Como había sido un fichaje de Vicente Calderón y no de Jesús Gil, éste no llegó nunca a “conectar” excesivamente bien con él. La temporada siguiente lo traspasó al Nápoles, donde en unión de Maradona, Careca, Giordano, Ferrara y demás compañeros alcanzó la mejor época del equipo italiano en toda su historia, ganando la copa de la UEFA en la temporada 1988-89 y la Liga en la siguiente. En 1992 fichó por el Atalanta, donde jugó dos años más para luego regresar a su país, al Sao Paulo.
  Alemao fue el centrocampista perfecto. Desde su posición, a su vez en el centro del medio del campo, llegó a conjugar las dos parece que imposibles características de reunir en un jugador de su posición, la de disponer de un poderío físico portentoso, que le hacía llegar a todos los balones y recuperar gran parte de ellos, con la de disponer de una técnica exquisita, que se le presupone a todo jugador brasileño, que le permitía desplazar el esférico son suma elegancia, naturalidad y eficacia, tanto en desplazamientos largos como cortos. Tenía además una gran visión de juego, desde su posición retrasada. Por ese motivo, llegó a jugar circunstancialmente en nuestro equipo en el centro de la defensa. Y todo ello aderezado con una gran personalidad, que le hizo convertirse en uno de los líderes de la plantilla en esa temporada, pese a ser un recién llegado, y que fue uno de los motivos que contribuyeron a sus “roces” con el Presidente..
  En suma, un jugador repetidamente recordado entre los aficionados, de los que muchos nos quedamos con las ganas de que siguiera jugando y aportando su buen quehacer durante muchos más años. Pero donde hay patrón no manda marinero.  


JOSÉ MIGUEL AVELLO LÓPEZ




2 comentarios:

  1. Después de publicar un artículo un breve comentario: ¿os habéis dado cuenta de que la foto en que aparece jugando contra el Betis está positivada al revés?. El escudo y la marca comercial están invertidas.

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  2. Este artículo demuestra lo que todos los que no somos atléticos vemos desde fuera y vosotros no queréis ver: una prueba más de lo funesto que ha sido Jesús Gil y Gil para el Atlético de Madrid por sus cacicadas, y que ahora sigue sus pasos su querido hijo. Si Franco, Bernabeu y Calderón levantaran la cabeza...

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