miércoles, 5 de junio de 2013

SEGUNDAS PARTES

SEGUNDAS PARTES


  Dice el adagio popular que “segundas partes nunca fueron buenas”. Vamos a intentar comprobar la veracidad (o la falsedad) de este aserto extrapolándolo al balompié atlético. Es decir, vamos a examinar brevemente en este artículo a todos aquellos jugadores que han portado la elástica rojiblanca en dos diferentes etapas.
  Como siempre, con una serie de precisiones previas. Primera. Supongo que anteriormente habrán existido más casos históricos. Pero, de acuerdo una vez más con la filosofía de este blog, me voy a limitar a repasar a todos aquellos de los que abrigo memoria, de los que guardo vivencias rojiblancas. Es decir, aproximadamente desde principios de la década de los setenta hasta hoy.
 Segunda. Incluyo solamente a aquellos que, tras quedar por completo desvinculados del club, hayan vuelto a ser contratados por él. Excluyo por tanto a los que hayan sido objeto de cesiones, dado que continuaban manteniendo la vinculación contractual con el Aleti. Tradicionalmente las cesiones quedaban destinadas para aquellos jóvenes jugadores procedentes de la cantera que, para foguearse adecuadamente y completar su formación, eran cedidos provisionalmente a otros equipos, con el objetivo de ser repescados si demostraban valía para ello (el primero que recuerdo es Javi, defensa central y mediocentro defensivo de finales de la década de los 70, cedido al Racing de Santander en la temporada 78-79 que, reclamado por el Aleti para la siguiente, disputó ocho partidos de Liga, seis de Copa del Rey y uno de Copa de la U.E.F.A.; en tiempos más próximos podemos añadir a Antonio López al Osasuna, Joel y Pulido al Rayo Vallecano o Gabi al Getafe). Sin embargo, en la época presente el fenómeno de las cesiones se ha extendido también a aquellos otros futbolistas que, por razones diversas, no encuentran acomodo en la primera plantilla para un ejercicio concreto, pero que retornan de inmediato al siguiente. Aquí podemos incluir a Reyes al Benfica, Raúl García al Osasuna o Diego Costa al Rayo Vallecano.

  Tercera. En un anterior artículo, el dedicado a los olímpicos rojiblancos, ya anticipaba y anunciaba el presente, a modo de juego adivinatorio. Al referirme a uno de estos olímpicos, Marcos, ya quedaba apuntado que sería analizado con mayor profundidad en un artículo colectivo, en unión de Gabi, Mario Suárez, Aguilera, Futre, Simeone, Luis García, Julio Prieto y José Mari. Enhorabuena a los acertantes del acertijo.
  De estos nueve mentados, tres, Aguilera, Futre y Simeone, han dispuesto de entrada propia en este blog, por lo que a ellas me remito para evitar repeticiones innecesarias, sin perjuicio de que sean incluidos en la valoración final.
  Otros dos, Gabi y Mario Suárez, forman parte de la actual plantilla, por lo que, dado que aún nos tienen mucho que ofrecer, no los someteremos a análisis exhaustivo, que correspondería más bien al conjunto de su trayectoria, una vez concluida, sino a mero apunte.
  Así, Gabriel Fernández Arenas, “Gabi”, nació en Madrid el día 10 de julio de 1983. Formado desde pequeñito en la cantera atlética, debutó con el primer equipo en la temporada 03-04, disputando seis partidos. Tras el anteriormente apuntado año de cesión al Getafe, campaña siguiente, retornó al redil rojiblanco, formando parte de la plantilla durante dos más. Fue entonces cuando se desvinculó del club y fichó por el Zaragoza, donde desde su posición de centrocampista rayó a extraordinario nivel, sumamente apreciado por los aficionados maños (y sé de primera mano de lo que hablo) durante las cuatro temporadas siguientes, siendo pieza fundamental en la conservación de categoría. Su gran progresión le llevó a ser contratado de nuevo por el Aleti en la 11-12. Y hasta ahora.

  Mario Suárez Mata nació en Alcobendas (Madrid) el día 24 de febrero de 1987. También atlético de cantera desde crío, debutó con el primer equipo en la 05-06, ascendido desde el equipo juvenil por Bianchi (una vez más, un entrenador sudamericano que “descubre” en categorías muy inferiores a un jugador, bajo su exclusiva responsabilidad, desdeñando la labor del resto del organigrama del club dedicado a la cantera), disputando tres partidos de Liga y dos de Copa. Cesiones en las dos campañas siguientes, ambas en Segunda División, a Valladolid y Celta. Luego recala, ya desvinculado del club, en el Mallorca, en Primera. Al igual que Gabi, realiza dos extraordinarias temporadas como centrocampista que aconsejan su retorno, lo que se verifica para la temporada 10-11. E igualmente hasta ahora. Una vez internacional (de momento), el día 6 de febrero de 2013, ante Uruguay. Celebrado en Doha (Qatar). Victoria española por tres goles, de Fábregas y dos de Pedro, a uno, del atlético “Cebolla” Rodríguez.
  Por consiguiente, el análisis en profundidad en este artículo, sin llegar por supuesto a la extensión de las semblanzas individuales,  se va a realizar sobre los otros cuatro anteriormente relacionados. Como siempre, por orden cronológico. Y como siempre, tratándose de artículos colectivos, salvo error u omisión de otros jugadores por mí no recordados.

  MARCOS. Marcos Alonso Peña nació en Santander el día 1 de octubre de 1959. Hijo del que fuera defensa central del Real Madrid de la década de los cincuenta, Marquitos. En el artículo recientemente dedicado a Quique Setién ya se comentó que ambos futbolistas debutaron a la par, con diecinueve años, en el Racing de Santander, en la temporada 77-78, para contribuir al mantenimiento del equipo en Primera División. También lo hacía un joven defensa alto y contundente llamado Arteche. Los tres recalarían al paso de los años en el Aleti. Quique ya en fase de madurez, en la 85-86. Y Arteche y Marcos siendo aún muy jóvenes, el primero en la 78-79 y el segundo en la siguiente, por lo que en realidad figurando en la primera plantilla colchonera completaron su formación. Ambos tuvieron además una progresión espectacular.
  La del zaguero fue más lenta, continuada y pausada. Pero la de Marcos, desde su posición de delantero o extremo derecho, fue fulgurante. Ya desde el año de su llegada, 79-80, destacó sobremanera. Desbordaba continuamente a los defensas rivales por velocidad y habilidad. Durante un par de años los extremos del Aleti, con Marcos por la derecha y el habilidoso Rubio por la izquierda, fueron la envidia nacional. Lo único que le faltaba era aumentar su capacidad goleadora.
  Curiosamente el partido más recordado de Marcos por el imaginario colectivo rojiblanco no lo es por méritos propios, sino por haber sido objeto de brusquedades, tarascadas, patadas y violentas faltas continuas. Todo ello se lo hizo, sin recibir amonestación alguna, el defensa zaragocista Casajús, el día 5 de abril de 1981, jornada 31ª de la Liga 80-81, el día del Margüendazo, el día que todos los aficionados que estábamos en el estadio comprendimos que, infortunadamente, ese año no ganaríamos la Liga que habíamos tenido tan cerca. Para más inri, Marcos acabó expulsado. El partido, para quienes tengan el humor de recordarlo, concluyó con victoria maña por un gol, de Ruiz, a dos, de Pichi Alonso y Valdano.
  En esta primera etapa, defendió la camiseta rojiblanca durante tres temporadas. Su enorme calidad y valía motivaron que fuera fichado por el Barcelona, en unión de su íntimo amigo Julio Alberto, en la 82-83, donde desplegó con plenitud sus cualidades, mejorando sobre todo en el aspecto goleador. Disputó 90 encuentros ligueros (29, 32 y 29), con 9 goles (1, 3 y 5), 17 de Copa del Rey (10, 3 y 4), con 3 goles (2, 1 y 0) y 3 de Copa de la U.E.F.A. (1, 0 y 2), sin gol alguno.

  Tras su etapa dorada barcelonista, de cinco ejercicios, regresó. Fue uno de los espectaculares fichajes del primer año de Gil, temporada 87-88. Pero sus días de gloria ya habían pasado. Había dado lo mejor de sí mismo en la Ciudad Condal. Se mantuvo en plantilla dos campañas más, de hecho, en la segunda prácticamente inédito. Aumentó sus estadísticas rojiblancas con 29 encuentros ligueros más (26 y 3), con 2 goles (2 y 0), 4 de Copa del Rey (4 y 0), sin gol alguno y ningún partido de competición europea. La campaña siguiente todavía jugaría en Primera con el Logroñés.
  No ganó título alguno en sus cinco años de rojiblanco. Fue internacional en veintidós ocasiones, las nueve primeras mientras defendía la camiseta atlética. Debutó el día 25 de marzo de 1981, en Wembley,  con la meritoria victoria ante Inglaterra por un gol, de Hoddle, a dos, de Satrústegui y Zamora, el día que liberaron a Quini de su secuestro. Parecía que se iba a consagrar internacionalmente en el Mundial de España 82, para el que disputó la fase preparatoria. Hizo la gira iberoamericana del año anterior, apareciendo en una inolvidable portada de la revista semanal “Don Balón”, en la que, con amplia foto de Marcos con la camiseta reserva de la selección, de color azul, se le calificaba de “aprendiz de crack”. Lo cierto es que la disminución de su rendimiento conllevó que finalmente no acudiera. Tampoco lo hizo al de México 86, pese a haber participado activamente en la fase de clasificación. Sí que lo hizo a la Eurocopa de Francia 84, pero allí no disputó minuto alguno.
  JULIO PRIETO. Julio Prieto Martín nació en Madrid el día 21 de noviembre de 1960. Firme promesa de la cantera rojiblanca, destacó poderosamente en el Atlético Madrileño aquellos gloriosos años en que los chavales jugaban al fútbol los domingos por la mañana en el Vicente Calderón como los ángeles. En unión de Pedraza, Marina, Pedro Pablo, Juanín, Prado, Víctor y otros. Los años del primer ascenso de Segunda B a Segunda y del asentamiento en ésta. Tras jugar un partido de Copa (el típico partido de ronda inicial en que los entrenadores ponen a algún canterano; muchos de ellos terminan siendo unipartidos) en la temporada 79-80, cinco de Liga en la 80-81 (en su fase final, cuando lesiones y expulsiones obligaron a contar con la cantera) y la posterior de cesión con el Castellón en Primera, se asienta definitivamente como titular a la siguiente, 82-83, permaneciendo en esta primera etapa cinco temporadas, hasta la 86-87, en las que disputa 161 partidos de Liga (32, 33, 31, 29 y 36), anotando 12 goles (7, 2, 1, 2 y 0), más 28 partidos de Copa del Rey (5, 3, 11, 4 y 5), con 4 goles (1, 0, 3, 0 y 0), 7 de Copa de la U.E.F.A., sin goles, 8 de Recopa, con 2 goles, 25 de Copa de la Liga, con 2 goles y 2 de Supercopa española, sin goles, frente al Barcelona.
  Su gran poderío físico y enorme recorrido provocaban que fuera siempre el centrocampista que más trabajo desplegaba. No obstante, no estaba exento de buenas dotes técnicas. Se incorporaba repetidamente al ataque y prodigaba con frecuencia el lanzamiento lejano, con potencia pero con menos acierto del que todos hubieran deseado. Poseía un trote compacto y macizo inconfundible. En este sentido, una pequeña anécdota personal. Su último equipo, en Segunda B, fue el Talavera. En una ocasión, hallándome yo en Talavera de la Reina, acudí a presenciar un partido de pretemporada de este equipo. Cuando presenciaba el calentamiento de los jugadores locales, me llamó la atención la carrera de uno de ellos. Pensé para mí que se asemejaba a la que tantas veces le había visto a Julio Prieto. Cuando el jugador en cuestión prosiguió el calentamiento y se acercó a mi posición pude constatar fehacientemente que se parecía tanto porque…¡era él!. Yo desconocía que por entonces militaba en ese equipo, y le había reconocido por su trote, en la lejanía.

  Traspasado al Celta, continuó rindiendo a excelente nivel las tres siguientes campañas, convirtiéndose en uno de los bastiones del equipo vigués. Para la temporada 90-91, el entrenador contratado, que ya había llevado las riendas en la fase final de la campaña anterior, tras el cese de Clemente, fue Joaquín Peiró. Justamente el entrenador del irrepetible Atlético Madrileño al que antes se ha hecho referencia. Se acordó de inmediato de uno de sus pupilos más destacados y hombre de confianza y solicitó el regreso de Julio Prieto. Éste vino encantando de reencontrarse con su antiguo y admirado preparador. Pero el azar quiso que el antiguo “galgo del Metropolitano” fuera cesado en plena pretemporada, merced a los pobres resultados obtenidos en ella y a la impaciencia del Presidente. Llegó el croata Ivic, que no conocía para nada a Julio Prieto. Lo que se notó en sus alineaciones. Apenas disputó doce partidos de Liga (casi siempre desde el banquillo y al principio y al final de la campaña), 1 de Copa y 2 de Copa de la U.E.F.A.. Tras el escaso éxito de esta segunda etapa, ficharía por el Mérida, en Segunda División, para las dos siguientes. Y las dos posteriores, como ya se ha anunciado, por el Talavera, en Segunda B.
  Nunca fue internacional absoluto. Su palmarés atlético se concreta en dos Copas del Rey, 84-85 (jugó íntegramente la final) y 90-91 (participó apenas quince minutos en los cuartos de final), y la Supercopa de España 85-86 (media hora en la ida, supliendo a Marina, e íntegra la vuelta). 
  JOSÉ MARI. José María Romero Poyón, conocido futbolísticamente como José Mari, nació en Sevilla, el día 10 de diciembre de 1978. Debutó muy joven en Primera con el Sevilla. Y todavía muy joven, con apenas dieciocho años, temporada 97-98, fue contratado por el Aleti. Ese ejercicio llegaron tres delanteros centros: Vieri, destinado a ser titular indiscutible: Bogdanovic, destinado a ser su suplente; y José Mari, destinado a ser el delantero del futuro. Sus cualidades de atacante hábil, rápido y potente, de buen disparo y gran cabeceador ilusionaron a la parroquia rojiblanca, que veía en él una versión, corregida y aumentada, del madridista Raúl que, procedente para mayor escarnio de la cantera atlética, triunfaba por aquel entonces (y durante muchos años después) en las filas merengues.
  En este sentido recuerdo como anécdota como los seguidores rojiblancos (algunos), con motivo del encuentro correspondiente a la segunda jornada del campeonato liguero 97-98, celebrado frente al Valladolid en el estadio Vicente Calderón el día 6 de septiembre de 1997 silbaron al por entonces sacrosanto Antic al alinear de titular, ante la lesión de Vieri, al serbio Bogdanovic por delante de José Mari, privándole a éste de minutos. El resultado final, cinco a cero, con tantos del propio Bogdanovic en dos ocasiones, Santi de penalti, Lardín y Kiko, dieron la razón al técnico. José Mari debutó ese día, supliendo a Pantic en la media hora final. Su progresión posterior quedó muy lejos de responder a las altísimas expectativas levantadas. Sobre todo adolecía de definir en mayor número de ocasiones las oportunidades de que gozaba. No alcanzó a convertirse en el gran goleador que se esperaba que pudiera ser.

  Defendió los colores rojiblancos en esta primera etapa tres temporadas. O por mejor decir, dos y media. Ante el para mí inexplicable gran cartel del que disponía en Italia, fue traspasado al Milán en el mercado de invierno de la campaña 99-00. Su aportación, traducida en números, se resume en 84 encuentros ligueros (35, 37 y 12), 10 de Copa del Rey (2, 7 y 1) y 17 de Copa de la U.E.F.A. (7, 7 y 3), con un total de 20 goles de Liga (9, 9 y 2), 5 de Copa (0, 4 y 1) y 3 en Europa (0, 3 y 0). En ese equipo permaneció otras dos temporadas y media, sin llegar a alcanzar en ningún momento el status de titular ni marcar muchos goles.
  Ante la falta de minutos y continuidad, los trasalpinos decidieron cederlo para la 02-03, ante la sorpresa de todos, al…¡propio Atlético de Madrid!. Con lo que José Mari iniciaba, durante un año de cesión, su segunda etapa rojiblanca. En este caso aumentó sus cifras atléticas con 32 partidos más de Liga (con 6 goles; curiosamente tres de ellos en un solo partido, ante el Athletic de Bilbao, jornada 9ª de Liga, con empate a tres; para todavía mayor curiosidad, los tres bilbaínos fueron también obra de un solo autor, Urzáiz), y 2 más de Copa (sin goles).
  Terminada la cesión, fue definitivamente traspasado por los italianos, iniciando un periplo por diferentes equipos como Villarreal, Betis, Gimnástic de Tarragona y Xerez.
  No consiguió título alguno en sus años colchoneros. Internacional absoluto en cuatro ocasiones (tres de ellas en su segunda etapa atlética). Debutó el día 25 de abril de 2001, con Camacho de seleccionador, amistoso contra Japón en el Nuevo Arcángel de Córdoba, con victoria por un gol a cero, muy al final, de Baraja. Reemplazó a Raúl. Sus otros tres entorchados (los tres mientras defendía la camiseta atlética), todos amistosos, ya con Sáez de seleccionador, fueron ante Bulgaria, el 20 de noviembre de 2002, en Granada, victoria por un gol a cero, con gol suyo (su único internacional), siendo titular y sustituido por Diego Tristán; ante Alemania, el 12 de febrero de 2003, en Mallorca, victoria por tres goles, dos de Raúl, uno de penalti, y Guti, a uno, de Bobic, sustituyendo a Rául; y finalmente ante Ecuador, el 30 de abril de 2003, en el Vicente Calderón, victoria por cuatro goles a cero, anotados por De Pedro y tres de Morientes, entrando por el ese día trigoleador (para más detalles de este partido, se puede consultar una entrada anterior de este blog, la titulada “España en el Calderón”).
  LUIS GARCÍA. Luis Javier García Sanz nació en Badalona (Barcelona) el día 24 de junio de 1978. Criado en la cantera barcelonista, no consiguió asentarse en el primer equipo, iniciando un rosario de cesiones por diferentes escuadras como Toledo, Valladolid y Tenerife, donde dejó la impronta de su enorme calidad.
  Su primer club, una vez desvinculado de su equipo madre, fue el Atlético de Madrid, que lo fichó para la temporada 02-03. Dejó muy buen recuerdo en la parroquia atlética. Su gran manejo de la pierna izquierda, filtrando desde su posición de mediapunta, con frecuencia escorado a la izquierda, excelentes pases a los delanteros, su duro y colocado disparo y su derroche tanto de energías como de talento le valieron para ser sumamente apreciado. Ese año disputó 30 partidos de Liga (con 9 goles) y 2 de Copa del Rey (sin goles).
  Su elevado rendimiento motivó que fuera repescado por el Barcelona, pagando el correspondiente traspaso. Al año siguiente, fichaje por el inglés Liverpool donde, en unión de otros compatriotas vivió su época más gloriosa durante tres campañas, siendo incluso campeón de la Champions League en 2005 (el memorable partido de Estambul entre Liverpool y el Milán, con remontada inglesa).
 El buen recuerdo que había dejado a orillas del Manzanares impulsó su nueva contratación en la campaña 07-08. Se acababa de traspasar al ídolo Fernando Torres al mismo equipo inglés y con el dinero fresco se fichó a Luis García, Forlán, Reyes y Simao que en unión de los ya existentes Agüero y Maxi Rodríguez conformaban un ataque terrible.

  Pero en esta segunda etapa su nivel no llegó a alcanzar las cimas de la primera. Se mantuvo dos campañas, 07-08 y 08-09, con 49 partidos ligueros (30 y 19), en los que convirtió apenas dos goles en el primer año de retorno, 9 de Copa del Rey (6 y 3), sin goles, 9 de la Copa de la U.E.F.A. en el primer año, con 4 goles, y 7 de la Champions League en el segundo, con 1 gol. Pese  a que los números pueden parecer aceptables, la impresión subjetiva que dejó es que no alcanzó cotas anteriores. Se encontraba ya en franco declive. Tras dejar nuestro club, todavía jugó en el Racing de Santander y en el Panathinaikos griego.
  No obtuvo título alguno siendo atlético. Fue internacional en dieciocho ocasiones, todas con Luis Aragonés de seleccionador y mientras defendía la camiseta “red” del Liverpool. Estuvo a punto de debutar en su primera etapa atlética en el partido antedicho contra Ecuador, pero una desgraciada lesión le privó del debut, que se tuvo que posponer hasta el día 26 de marzo de 2005, amistoso en Salamanca frente a China, en el que se venció por tres goles a cero, anotados por Fernando Torres de penalti, Xavi y Joaquín. Entró supliendo a este último.
  En cualquier caso su sin suda alguna mejor encuentro internacional tuvo lugar sobre la verde pradera del Vicente Calderón. El 12 de noviembre de 2005, en el partido de ida de la repesca para el Mundial de Alemania 2006, frente a Eslovaquia, marcó tres goles, de tres variadas formas. Los otros dos goles del cinco a uno final fueron obra de Fernando Torres de penalti y Morientes. Este partido también se incluye en el artículo anteriormente citado, “España en el Calderón”.

  Como colofón y recapitulación podemos afirmar que “segundas partes nunca fueron buenas” para Marcos, Simeone, Futre, Julio Prieto, Luis García y José Mari. Sus mejores días se vivieron en sus primeras etapas atléticas, cuando no en otros clubes diferentes (Marcos en el Barcelona o Luis García en el Liverpool). Por el contrario, sí que fueron (o están siendo) buenas para Aguilera, Gabi y Mario Suárez. Su segundo rendimiento, tras acabar de formarse en otros equipos, ha llegado a ser mucho más elevado que el primero. Y en cuanto a los dos últimos, por encontrarse aún en activo, esperamos que se siga haciendo más y más grande. A ser posible, con muchos títulos incluidos.


JOSÉ MIGUEL AVELLO LÓPEZ

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