jueves, 28 de febrero de 2013

OLÍMPICOS ATLÉTICOS

OLÍMPICOS ATLÉTICOS

  Como la simple lectura de todas las páginas anteriores habrá revelado el fútbol, en particular el del club Atlético de Madrid, es “la mayor de mis aficiones” (y no sólo los domingos por la tarde, como reza la famosa canción, sino todos los días de la semana). No existe para mí mejor distracción. Con una excepción: los Juegos Olímpicos. La verdad es que no sé explicar claramente cuál es el motivo, pero el poder disfrutar de tanto deporte de élite concentrado en un breve lapso de tiempo, para el cual a su vez los deportistas, paradójicamente se han tenido que preparar durante tantos años, me embarga de satisfacción. La tensión y emoción que destilan son electrizantes y absorbentes. Poder cambiar libremente de una competición interesantísima de un deporte a otra aún más interesante de otro distinto es un placer inenarrable. Me subyugan incluso deportes a los que fuera de los Juegos apenas presto atención, como la halterofilia, el skeleton, el luge o la lucha. Es por ello que, en periodo de Juegos Olímpicos, y ante mi mismísima sorpresa, prefiero contemplar cualquier competición olímpica que un partido de fútbol, incluso del propio Aleti (aunque para esta afirmación tan rotunda y tajante juego con ventaja: las fechas de Juegos Olímpicos suelen ser en meses de verano, por lo que los partidos rojiblancos con los que coinciden son de pretemporada o, todo lo más, de primeras jornadas. Tendría que ver que pasaría si la coincidencia fuera con una importantísima final. No sé como reaccionaría, pero creo que en ese caso primaría el Aleti. En cualquier caso, la mera conjetura no hace sino destacar la atracción que para mí ejercen los Juegos Olímpicos).
  Por todo lo anterior, leyendo recientemente el delicioso libro de Carlos Toro “Del choque al toque. Historia del fútbol olímpico español”, se me ocurrió unir mi afición olímpica con mi afición atlética, aquilatando aún más dicha historia y, de acuerdo con los principios inspiradores del presente blog, concretarla en todos aquellos futbolistas atléticos que han llegado a ser internacionales olímpicos, aún cuando a fecha de los Juegos no formaran parte de nuestra plantilla.   
  Los primeros Juegos Olímpicos en los que participó el fútbol español, que sirvieron a su vez para el origen de la propia Selección española, fueron los de Amberes 20, donde se consiguió una meritoria medalla de plata. La mayor parte de los convocados eran vascos, con alguna incrustación gallega y catalana, ninguna madrileña, por lo que ningún jugador de nuestro club accedió a ellos.
  Los siguientes fueron los de París 24 (los famosos cinematográficos de “Carros de fuego”), donde entre los convocados sí que existía un atlético, Monchín Triana, famoso delantero centro (o interior derecha, o interior izquierda, que en esa época las posiciones eran bastante intercambiables). No llegó sin embargo a debutar, porque para nuestra selección fue debut, despedida y cierre. Derrota ante Italia en dieciseisavos de final por un gol a cero, con el célebre autogol de Vallana, defensa central del Arenas de Getxo, que durante años y años, incluso muchos después, hizo que corrieran ríos de tinta. Y a casa.
  Ramón “Monchín” Triana del Arroyo nació en Fuenterrabía el veintiocho de junio de mil novecientos dos. Era al parecer sumamente técnico, inteligente y habilidoso, de cuerpo ágil y enjuto. Figuró en la plantilla atlética durante nueve años, desde la temporada 1919-20 hasta la 27-28, fichando en la siguiente, justamente el año en que se inicia en el fútbol español el Campeonato de Liga, por el Real Madrid. Con la casaca rojiblanca obtuvo tres Campeonatos Regionales en 1921, 1925 y 1928. Fue internacional una única vez, el diecisiete de marzo de mil novecientos veintinueve, en Sevilla frente a Portugal, como interior derecha, siendo ya por consiguiente miembro de la plantilla madridista, con victoria por cinco goles a cero. Parece ser que por su elegancia sobre el terreno de juego y personalidad era una gran estrella de la época. Falleció fusilado en Paracuellos del Jarama, en plena Guerra Civil española, el día siete de noviembre de mil novecientos treinta y seis.
Monchín Triana
  Los siguientes Juegos Olímpicos con participación española en fútbol fueron los de Ámsterdam 28. Pero ningún atlético fue convocado. Si en Amberes la práctica totalidad eran jugadores vascos, en este caso lo fueron en su integridad. Todos los que allí fueron eran jugadores locales del Arenas de Getxo, Real Sociedad, Alavés, Real Unión de Irún, Athletic de Bilbao y Osasuna.
  Un gran salto en el tiempo nos lleva a México 68, cuarenta años después. En esta ocasión la lista de diecinueve convocados es más variada y acuden jugadores de muy diversos equipos. Pero ninguno de ellos jugaba en ese momento, o antes o después, en el club Atlético de Madrid.
  Doce años después, Juegos Olímpicos de Montreal 76. Y aquí sí que vuelve la representación rojiblanca. Se concreta en un único jugador: Bermejo. Se alineó como titular en el medio del campo, y además capitán, en el primer partido frente a Brasil, en el que jugó los noventa minutos, con derrota española por dos goles a uno. En el segundo partido, derrota por uno a cero frente a Alemania Oriental, no participó. Dos partidos, dos derrotas y a casa.   
Bermejo
  Francisco Javier “Joyita” Bermejo Caballero nació en Badajoz el día nueve de marzo de mil novecientos cincuenta y cinco. Centrocampista ofensivo de tremenda calidad, gran manejador del balón, nunca llegó a alcanzar la titularidad indiscutible. Jugó en el Atlético de Madrid ocho temporadas, desde la 73-74 hasta la 80-81, con un total de ciento cuarenta y nueve encuentros ligueros y nueve goles. No fue internacional absoluto.
  Cuatro años después, Juegos Olímpicos de Moscú 80. Para la selección olímpica española, tal y como califica ingeniosamente Carlos Toro en el libro antedicho, “Tres tristes tablas”. El primer empate a uno de nuevo frente a Alemania Oriental (o República Democrática Alemana, su nombre oficial). Gol español de Marcos. Segundo a cero frente a Siria. Y tercero y último a uno frente a Argelia. Gol de Rincón. Eliminados, pasan de ronda los germano-orientales y los argelinos.
Quique Ramos
Para la cita olímpica moscovita, nuestro club contribuyó con dos jugadores: Quique (por aquel entonces Quique a secas; luego se le añadiría el apellido de Ramos para diferenciarlo de otro Quique, Setién, cuando éste llegó al Aleti) y Marcos. El primero, no obstante jugar por aquellos años en nuestro club de centrocampista, fue convocado como lateral izquierdo. En dicha posición disputó como titular los tres partidos reseñados, íntegramente los dos primeros y sustituido a los sesenta y dos minutos en el tercero por el castillista Juanito, que luego jugaría en el Rayo Vallecano. El segundo, como delantero, compartiendo línea con el entonces madridista Rincón, defendió la camiseta roja también como titular y además en su caso íntegramente en los tres encuentros. Además, como se ha apuntado, logró un gol en el primero de ellos. Por esa época, Marcos era la estrella de este equipo, el más destacado de todos sus componentes. Un año después, con motivo de la gira iberoamericana que la selección absoluta realizó como preparación para el mundial 82, recuerdo una memorable portada del semanario “Don Balón” en la que se le calificaba como “aprendiz de crack”.  
  Quique Ramos dispone de entrada propia en este blog, a la que me remito. Sobre Marcos, emplazo a los lectores a un futuro artículo, de carácter colectivo, en el que compartirá protagonismo con Gabi, Mario Suárez, Aguilera, Futre, Simeone, Luis García, Julio Prieto y José Mari. Mientras llega, pueden ir elucubrando sobre el nexo de unión de todos estos protagonistas.
Marcos
  Y llega Barcelona 92, inolvidable cita por tantos y tantos conceptos. ¡Y oro!. Un sobresaliente torneo encumbra a la “Quinta del Cobi” a los altares futbolísticos. Nuestro equipo colabora con cuatro (o dos, según se mire) jugadores. En ese glorioso 92 López y Solozábal ya militaban en la plantilla atlética. Kiko, por entonces en el Cádiz, llegaría un año después. Y el cancerbero Toni, por entonces en el Figueras, tras pasar por Rayo Vallecano y Español, arribaría siete años después.
  El torneo fue modélico. Seis encuentros y seis victorias. Ningún gol en contra hasta la final. Comenzó con la fase de grupos, en la que se derrotó a Colombia por cuatro goles a cero, de Guardiola, Kiko (al que entonces se le citaba como Quico), Berges y Luis Enrique; dos a cero a Egipto, de Solozábal y Soler; y dos a cero a Qatar, con goles de Alfonso y Kiko. Cuartos de final contra Italia, con victoria por un gol, de Kiko una vez más, a cero. Semifinal contra Ghana. Dos a cero, de Abelardo y Berges. Y la recordadísima final, en un Nou Camp repleto, con banderas españolas ondeando por millares al viento, frente a Polonia. Al final de la primera parte, primer gol que le hacen a Toni en todo el torneo. Kowalcyzk, que luego jugaría en el Betis, fue el autor. En la segunda parte, remontada con goles de Abelardo y Kiko. Igualaría ya cerca del final Staniek, que luego jugaría en el Osasuna. Y en el último minuto, la apoteosis con el celebérrimo gol de Kiko.
Kiko
  Solozábal y Toni jugaron como titulares e íntegramente los seis partidos. El primero era además el capitán del equipo, sobre el terreno (con apoyo de Guardiola) y sobre todo, fuera de él. Ya había debutado con la absoluta. Anotó un gol. El segundo, ante la sorpresa generalizada, había desbancado de la titularidad, poco antes de iniciarse los Juegos, a Cañizares, que había disputado toda la preparación como titular. Respondió con creces a la confianza de Miera, seleccionador olímpico. Kiko también fue titular los seis encuentros, pero no los disputó íntegramente. En el segundo y en el quinto fue sustituido cerca del final por Billabona y Pinilla, respectivamente. Colaboró con cinco goles, entre ellos el decisivo de la final. Y López disputó por entero los cuatro partidos en los que participó. Se perdió el segundo y el tercero por sanción, al haber sido expulsado en el primero.
López
  De Solozábal y de Kiko ya ha quedado recogida su respectiva semblanza en páginas anteriores de este blog. Juan Manuel López Martínez “Superlópez” nació en Madrid el tres de septiembre de mil novecientos sesenta y nueve. Tras despuntar en el filial como defensa central aguerrido y contundente, arribó al primer equipo en la temporada 90-91, jugando un solo encuentro, de la mano de Ivic. Permaneció diez más en la plantilla, hasta la 00-01, con el equipo en Segunda División, jugando de defensa central, lateral derecho e, incluso, en el primer año de Antic, de centrocampista. Era el jugador número 12. Saltaba al terreno en cuanto alguien faltaba. Las cuatro últimas, por mor de las lesiones, apenas jugó. Un total de 156 encuentro ligueros y tres goles anotados. Once veces internacional. Y Antonio Jiménez Sistachs “Toni” nació en La Garriga (Barcelona) el doce de octubre de mil novecientos setenta. Fichado en la temporada 99-00, infausto año del descenso. Para mí, entonces y ahora, inexplicable decisión. No tenía sentido contratar a un cancerbero de su categoría para calentar banquillo a la sombra del mejor portero de España en esos años, como era Molina. Se mantuvo las dos temporadas de la categoría de plata, pero en la segunda de ellas apenas jugó. En total, 43 encuentros de rojiblanco. Tres veces internacional.
Santi
  Cuatro años después, los caóticos Juegos de Atlanta 96. España, bajo la dirección del seleccionador absoluto Clemente, que quiso ver de primera mano qué era eso del olimpismo, cayó en cuartos de final ante una poderosísima Argentina por cuatro goles a cero. Había pasado la fase de grupos con muchísimo sufrimiento tras vencer por un gol a cero, de Óscar, a diez minutos del final, a Arabia Saudí, que nos dio un morrocotudo baño de juego, empatar a uno con Francia, con nuevo gol de Óscar, esta vez a falta de cuatro minutos, y tras otro buen baño de juego rival y vencer en el último encuentro de la fase previa a Australia por tres goles a dos. Se pusieron los oceánicos por delante dos a cero a los diez minutos. Además, el empate les valía para clasificarse. Raúl anotó de falta directa, raro en él, al borde del descanso. Ataques deslavazados en la segunda parte y gol de Santi a dos minutos del final. Empate. No era suficiente. Y en el noventa y dos, tercer gol español, segundo de Raúl. Muchos corazones españoles estuvieron al borde del infarto en la madrugada española. Pero luego en cuartos, Argentina nos puso en nuestro sitio.
Roberto
  Los rojiblancos que acudieron a la cita olímpica en la ciudad de la Coca-cola y de Scarlett O´Hara fueron Santi y Roberto. También el españolista Lardín, que luego recalaría en nuestras filas. Santi disputó los tres primeros partidos como titular, el primero como defensa central y los dos siguientes como mediocentro. En el cuarto no jugó. Roberto también jugó tres partidos, pero ninguno completo. En el primero suplió a Morientes, en el segundo fue sustituido por De la Peña, en el tercero no jugó y en el cuarto fue sustituido por Lardín. Y éste participó también, al igual que sus compañeros, en tres partidos. El primero, titular e integro. El tercero no jugó. Y en el segundo y en el cuarto entró desde el banquillo, sustituyendo en el primer caso a Corino y en el segundo, como acabamos de ver, a Roberto.       
  Emplazo para la semblanza de Santi a un futuro artículo anticipando que, además, será abreviada, al incluirle no en una entrada individual, sino colectiva. Tan sólo recalcar aquí que marcó un gol importantísimo y, además, sufridísimo, peleando el balón por los suelos para poder rematarlo. Roberto Luis Fresnedoso Prieto, Roberto para el mundo del fútbol, nació en Toledo el quince de enero de mil novecientos setenta y tres. Siete temporadas rojiblancas, desde la 95-96 (año del doblete) hasta la 01-02. 139 encuentros ligueros y 13 goles. Su mejor ejercicio, indiscutiblemente, fue el año del doblete, su primero en el equipo, 95-96, en el que tuvo una importante aportación individual al éxito colectivo final. Si de López hemos dicho que ese año fue el jugador número 12, Roberto fue el número 13. No fue internacional absoluto. Jordi Lardín Cruz nació en Manresa (Barcelona) el cuatro de junio de mil novecientos setenta y tres. Leyenda del Español, fichó por los colores rojos y blancos al año siguiente de Atlanta 96, en la temporada 97-98. Cuatro temporadas, sesenta y nueve encuentros ligueros y seis goles. En este caso también su mejor campaña fue la primera, en la que disputó 32 partidos y anotó 4 goles. Empezó de forma meteórica, siendo una amenaza constante en su posición de extremo izquierdo, pero un accidente de circulación en ese mismo primer año truncó su rendimiento espectacular y nunca llegó a recuperar su mejor versión. Tres veces internacional.   
Amaya
  Un nuevo lapso de cuatro años, como es de ley con los Juegos Olímpicos, y Sidney 2000. Y nueva medalla. A la de oro de Barcelona 92 y la de plata de Amberes 20 hay que sumar en esta edición una nueva plata. Última medalla hasta ahora para el fútbol olímpico español. Debut ante Corea del Sur. Victoria por tres goles a cero, anotados por Toni Velamazán, José Mari y Xavi. Segundo partido frente a Chile. Con Zamorano en sus filas. Derrota por tres a uno, de Lacruz. Tercer encuentro, decisivo para la clasificación, ante Marruecos. Durísimo, repleto de brusquedades de los norafricanos, pero victoria final por dos goles, de José Mari y Gabri, a cero. Cuartos de final ante Italia. Como en Barcelona 92. E idéntico resultado que allí. Uno a cero para los rojos, anotado por Gabri a cuatro minutos del final. La semifinal ante Estados Unidos. El mejor y más completo partido de los nuestros, que vencieron por tres goles a uno. Anotaron Tamudo, Angulo y José Mari. Y la final ante la Camerún de Geremi, Eto´o y Kameni. Empate a dos. Al descanso, dos a cero, anotados por un joven Xavi y Gabri. Igualaron a dos en la segunda parte y, además, expulsó el árbitro a José Mari al final del tiempo reglamentario, cara a la prórroga, donde nos defendimos corajudamente. Penaltis y el fallo de Amaya dio la medalla de oro a los africanos.
José Mari
  En esta ocasión fueron tres los jugadores que eran o habían sido del Atlético de Madrid: Amaya (el único que en ese preciso momento lo era) y Capdevila y José Mari (que lo habían sido recientemente). Amaya jugó los seis partidos (más prórroga) íntegramente, sin un solo minuto de descanso, compartiendo eje de la zaga con Marchena. Capdevila jugó los tres primeros partidos de titular en el lateral izquierdo, supliéndole en el segundo de ellos Puyol cerca del final. Para cuartos y semifinal, cedió su titularidad al propio Puyol, que se adaptó al lateral izquierdo. Y ya en la final sustituyó en el minuto 75 a Angulo. Y José Mari, el por entonces más destacado miembro del equipo, jugó, siempre de titular, el primero, sustituido por Luque, descansó el segundo, y continuó con el tercero, reemplazado por Gabri, el cuarto, íntegro, el quinto, suplido por Unai y el sexto, la final, donde ya hemos apuntado que fue expulsado. Contribuyó durante el torneo con tres goles. Sus lágrimas en el podio durante la ceremonia de la entrega de medallas es una de las imágenes imperecederas de aquellos Juegos.
  José Mari ha quedado reseñado con anterioridad, al referirme en Moscú 80 a Marcos, que será analizado en el futuro (¿han encontrado ya el nexo de unión?). Tan sólo reseñar aquí que en ese instante militaba en el Milan, tras tres temporadas atléticas y una cuarta más adelante. Iván Amaya Carazo nació en Madrid el tres de septiembre de mil novecientos setenta y ocho. Fichado del Rayo Vallecano, donde despuntó como joven y prometedor defensa central, jugó con la camisola rojiblanca los dos añitos del infierno de Segunda, 00-01 y 01-02, completando un total de 18 encuentros de Liga, sin ningún gol anotado. El no muy elevado rendimiento que denotan estos números provocó su salida del club. Nunca fue internacional. Joan Capdevila Méndez nació en Tárrega (Lérida) el tres de febrero de mil novecientos setenta y ocho. Fichado del Español, defendió nuestros colores en una única temporada, la 99-00, la del descenso. Treinta y un partidos de Liga y dos goles. Fue uno de los que optó por abandonar el club para no jugar en la categoría de plata. Destino primero al Deportivo de la Coruña y luego al Villarreal. Campeón de Europa en 2008 y del Mundo en 2010 con la Selección absoluta.
  Tras no lograr la clasificación para los Juegos de Atenas 04 y de Pekín 08, de nuevo se participó en los recientes de Londres 12, aún frescos en la memoria. También lo está el fracaso absoluto que cosechó una pléyade de “a priori” excelentes futbolistas. Tres partidos, ningún gol y a casa. Dos primeras derrotas, ambas por uno a cero, frente a Japón y Honduras. Y un triste empate a cero final ante Marruecos. En un  grupo sencillo sobre el papel no dimos en ningún momento la talla.
Koke
  El Atlético de Madrid aportó cuatro jugadores que o bien eran o bien habían sido. Uno por línea: De Gea en la portería, Domínguez en la defensa, Koke en el centro del campo y Adrián en la delantera. Permanecían en órbita rojiblanca los dos últimos. El segundo acababa de irse a la Liga alemana. Y el año anterior, el primero a la inglesa. De Gea jugó los tres partidos de titular e íntegros. Domínguez los dos primeros, también titular e íntegros. En el tercero no participó. Koke lo hizo en los tres, pero ninguno completo. Contra Japón fue sustituido por Tello, contra Honduras por Herrera y contra Marruecos suplió a Muniain. Y finalmente Adrián también lo hizo en los tres como titular. En el primero le relevó Herrera y los otros dos íntegros.
Adrián
  Adrián y Domínguez ya han sido internacionales absolutos en dos ocasiones cada uno. De Gea y Koke aún no pero es presumible que lo sean en breve y por muchos años. David De Gea Quintana nació en Madrid el siete de noviembre de mil novecientos noventa, pero se crió en Illescas (Toledo). Dos temporadas en el primer equipo atlético, 09-10 y 10-11, con un total de 57 encuentros ligueros. Álvaro Domínguez Soto nació en Madrid el dieciséis de mayo de mil novecientos ochenta y nueve. Cuatro temporadas. Desde la 08-09 hasta la 11-12. 76 partidos de Liga y 5 goles. Jorge Resurrección Merodio “Koke” nació en Madrid el ocho de enero de mil novecientos noventa y dos. Y Adrián López Álvarez nació en Teverga (Asturias) curiosamente el mismo día, ocho de enero, pero de cuatro años antes, de mil novecientos ochenta y ocho. De estos dos últimos no indico resumen de trayectorias dado que todos esperamos que permanezcan en nuestra casa durante muchos años más. Los dos primeros, dada su juventud y su probado corazón atlético, es posible que algún día retornen, engrosando así las estadísticas expuestas.        
  Para concluir, un breve divertimento. Si el atento lector se ha percatado y ha ido sumando, los atléticos olímpicos han sido dieciocho. Una convocatoria completa. Con dos porteros y una buena distribución de defensas, centrocampistas y delanteros. Se puede confeccionar un muy buen equipo. El equipo olímpico atlético de todos los tiempos. Al hacerlo, he primado la importancia intrínseca de cada jugador para el Aleti. Es evidente, por ejemplo, que en la historia del fútbol español Capdevila tiene más peso que Quique Ramos como lateral izquierdo. Pero como en la de nuestro club es exactamente a la inversa, he optado por concederle la titularidad al segundo. Así, mi equipo personal queda de la siguiente manera, admitiendo por supuesto otras opiniones en contra mejor fundadas: De Gea; López, Santi, Solozábal, Quique Ramos; Roberto, Koke, Bermejo; Adrián, Kiko y Marcos. Para el banquillo Toni, Amaya, Domínguez, Capdevila, Lardín, Monchín Triana y José Mari. ¿A qué sería delicioso verles jugar juntos a todos ellos?.          



JOSÉ MIGUEL AVELLO LÓPEZ


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